Por Federico Larsen. Primera parte de la entrevista que Marcha realizó con Miguel Benasayag, filósofo y psicoanalista argentino en Francia. La visión sobre América Latina.
A menos de dos semanas de las elecciones en Francia, Marcha entrevistó al filósofo Miguel Benasayag, argentino exiliado en Paris a fines de la década del 70. Ex militante del ERP, actualmente milita en la Red de Educación sin Fronteras, un movimiento que trabaja en laboratorios sociales en las banlieu, ghettos de inmigrantes sin papeles de las periferias francesas. “Acá la militancia es distinta”, explica. “Militar no implica ninguna práctica. Los únicos que tenemos prácticas somos los movimientos sociales. Por ejemplo, nosotros escondemos a los inmigrantes sin papeles. Pero la militancia más de partido de izquierda quiere decir reunirse los miércoles a la noche. Acá nosotros trabajamos en laboratorios sociales en los ghettos y ahí no encontrás nunca un militante de izquierda. Políticamente no existimos, nadie nos tiene en cuenta. A los partidos de izquierda en cuestiones concretas no los ves nunca”.
Luego de treinta años en Francia, Benasayag puede analizar la actualidad del viejo continente en crisis con conocimiento y práctica de militante. “Acá los mercados y los bancos muestran su verdadera cara. Y es una cara autoritaria, que dice que poco importa si se puede salvar o no a un país, lo que importa es qué vamos a admitir. Y lo que no van a admitir, y no admiten, es toda solución aún liberal que guarde todavía alguna gestión o regulación estatal. El mensaje es ‘no queremos ningún tipo de arreglo que provenga de las clásicas intervenciones estatales o acuerdos entre estados’. Me parece que Grecia es esto. Para salvarla, desde el punto de vista económico, bastaría una perecuación en la economía europea y listo. Lo que pasa es que esa perecuación significaría que la Europa de la intervención estatal existe. Y la Europa de los bancos no acepta ese tipo de soluciones”.
En los últimos meses, muchos analistas europeos, e inclusive políticos y candidatos progresistas, evocaron la crisis argentina como modelo para entender la actual situación europea y sus formas de resistencia. Sin embargo, existen sendas diferencias entre la Argentina de 2001 y la Grecia de 2011. “La verdad es que acá no hay un tejido social como en Argentina y entonces estas crisis provocan cosas muy horribles”, argumenta Benasayag. “Es decir que cada uno va por su lado y eso es un desastre. Yo recuerdo que en Argentina había mucho despelote pero había también una fiesta de la inventividad, de la solidaridad, había cosas muy interesantes. En Grecia, más allá de un pequeño grupo de jóvenes, lo que hay es una especie de sálvese quien pueda total, en Italia lo mismo. El problema es que el cuerpo social europeo está mal armado, mal estructurado como para resistir un golpe tal”.
Y si el ‘que se vayan todos’ es uno de los refranes más escuchados hoy en las calles griegas, las referencias a la actualidad latinoamericana también son pan cotidiano. Los europeos han encontrado su nuevo Moscú por decirlo de alguna manera”, trata de explicar Benasayag acerca de la visión del europeo progresista “y algunos cuantos más” sobre los procesos que vive hoy nuestro continente. “Han encontrado su nueva Meca, es América Latina donde todo va bien, todo es fantástico. Sólo de repente hay algunas críticas con respecto a la ecología o a la minería. Quieren creer que en algún lugar del mundo la historia está yendo para adelante y ese lugar en el mundo es América Latina”. Una actitud que sorprende, especialmente por la histórica tendencia de lo europeos a sumarse a Estados Unidos en la condena a ciertos procesos revolucionarios de América, como en el caso de Cuba. “Fidel está mal considerado en general”, advierte, sin embargo, Benasayag. “Pero Chavez no está considerado como Fidel. Salvo algunas declaraciones con respecto a Iran. Cuando ven que en Argentina están metiendo en cana a los genocidas, efectivamente los europeos dicen que allá las cosas van muy bien. Hay una actitud un poco infantil, que a mi me molesta, que es la imposibilidad de pensar en un maduro apoyo crítico”.
Gracias al trabajo de la Red de Educación sin Fronteras y del Proyecto de Laboratorios Sociales que dirige, viaja seguido a América Latina y tiene contacto permanente con las realidades que aquí se viven. Para él “los gobiernos progresistas latinoamericanos, de distinto tipo y más o menos progresistas, son la manifestación de la imposibilidad de los movimientos sociales de hace 15 o 20 años de encontrar nuevas formas. Hubo un proceso de emancipación muy potente post-dictaduras en general, que sacudieron buena parte del continente, pero que quedaron un poco truncos, porque no emergieron nuevas formas de gestión. Entonces yo veo más bien de manera no tan optimista, como otra gente, todos estos gobiernos. Porque si bien uno está muy contento de que estén, no son la manifestación de un triunfo. Yo lo vivo como la manifestación de una imposibilidad histórica, muy comprensible pero imposibilidad al fin, de encontrar nuevas vías de desarrollo, de solidaridad y de justicia social. Cuando estoy en Argentina, o en Bolivia, no lo puedo vivir fríamente porque hay cosas que te entusiasman. Pero, no tanto por la distancia geográfica sino por la distancia histórica de estos últimos 30 años, de los Sin Tierra, Marcos y todo lo que ha pasado, me doy cuenta de que efectivamente ha habido una potencia enorme de estos pueblos que no encontró su conclusión en estos gobiernos sino que estos gobiernos están ahí porque no se encontraron nuevas formas. Y al final uno dice, si quiere ser optimista, mejor esto que recular”.
En la segunda parte de la entrevista, Benasayag analiza minuciosamente el panorama electoral francés, de cara a los comicios presidenciales previstos para el próximo 22 de abril, con especial enfásis en las propuestas de la izquierda.