Por Leonardo Candiano. Continuamos con la publicación de nuestra entrevista a Manuel Santos Iñurrieta y Carolina Guevara, miembros del Bachín Teatro. En esta parte, abordamos el lugar de la militancia y su relación con el trabajo teatral.
Continuamos la publicación de nuestro extenso diálogo con el Bachín Teatro a través de la voz de dos de sus referentes, su director Manuel Santos Iñurrieta y la actriz Carolina Guevara. Aquí, los reporteados se focalizan en el desarrollo del Bachín en sus 14 años de existencia, en el vínculo entre su práctica teatral y su militancia política, y en su futura obra a estrenar durante el segundo semestre del año.
Ustedes parecen reinventarse a cada paso, lo que se nota en la cantidad de obras originales que presentaron en estos 14 años, si no me equivoco, son 10, ¿no?
Manuel Santos Iñurrieta (MSI): Sí, 10 como grupo.
Carolina Guevara (CG): Y con el estudio también te vas reinventando a cada paso, que a veces es una discusión a terminar de dar en algunos ámbitos. Cuando se habla del artista y del investigador como dos cosas distintivas, a veces se pierde la idea de que el artista investiga, y no sólo investiga “su cuerpo como herramienta”, que es lo que más aparece. De acuerdo a la temática que abordes, necesitás estar investigando de manera permanente.
Eso está vinculado el teatro que hacen y con la idea de militancia. Ustedes son militantes del Partido Comunista además de participar en el Bachín, ¿cómo conjugan esas facetas?
MSI: Muchos de nosotros militamos, no todos los del grupo, pero nosotros en particular sí. El vínculo es muy claro en relación al partido. Nosotros no somos el brazo artístico de ningún partido, somos un grupo de teatro independiente, y nuestro primer objetivo es hacer un buen y cada vez mejor teatro. Si eso no existe, no hay posibilidad de entrar en ningún otro tipo de profundización de discusión de nada. Nosotros buscamos hacer un teatro sin patrón, como te dije, y en esa misma lógica es el vínculo. La vida artística está en la calle, no dentro de alguna esfera que venga a definir eso. Después, hacia el partido, uno puede generar discusiones, en relación a la historia del teatro, al presente, a las políticas culturales de hoy, a todo lo que te implica pensar la realidad parado desde una fuerza política. Pero eso, a nosotros no nos ha inhibido en absoluto, ni ha condicionado nuestro hacer. Lo claro, igualmente, es que nuestras obras tienen una carga y una posición de clase muy fuerte.
CG: Hay una identidad ideológica y política que es innegable, y es innegable porque queremos que sea visible. Además, también para reivindicar la idea de que el teatro político no tiene ni debe ser panfletario necesariamente. Hay categorías claras que te las puedo estar diciendo con un poema y con toda la belleza que creemos que tiene el arte.
A veces hay como una cosa mal entendida, como que para hablar de política hay que hacerlo bien directo y termina siendo algo feo, amorfo, poco lírico, pero el desafío es ese. Perfeccionarnos en nuestra práctica específica para poder entrar en lo otro con mayor peso. Ahí es donde uno encontró en estos años un muy buen recibimiento por parte de la militancia. La respuesta siempre fue de acompañamiento, de aliento, de reivindicar una tradición de cultura de izquierda que se había perdido un poco.
MSI: Respecto de lo del panfleto que marcaba Caro, sí, pero discutiendo también eso, porque “caer” en el panfleto es un temor a veces excesivo. Problematizamos también eso en las obras. ¿Qué es lo que asusta tanto del panfleto? El panfleto, la bajada de línea, también puede ser una herramienta.
La vida no empezó con nosotros, afortunadamente. Había un montón de discusiones que nos antecedían, y nosotros lo que intentamos es quebrar el esquema de discusiones cerradas. Cuando discutimos determinados temas queremos poner muchas cosas en duda. Por ejemplo lo del panfleto, o que el teatro independiente se terminó en algún momento, eso parece, eso dicen algunos, o sobre el realismo como estilo. Una cosa es el realismo y otra cosa el realismo socialista. No vengas con un hacha grande y cortes todo, porque el realismo sigue siendo hoy uno de los estilos más difíciles de actuar, pero cuando está bien hecho, cuando una obra realista está bien actuada, bien dirigida y bien escrita, no hay con qué darle.
¿Qué proyectos teatrales se vienen a futuro en el Bachín?
MSI: La obra que se viene probablemente se va a llamar Fidel Fidel, con una bajada que no está definida pero que debería tener estos elementos: “conflicto en la prensa”. No está terminada de escribir. Está por la mitad, ya la estamos ensayando. Transcurre en el año nuevo del ’59. Es la noche previa, terminando el ’58. Está por triunfar la revolución cubana. En Buenos Aires, una redacción. Hay un grupo de periodistas que van a tomar el cuarto piso de la redacción y lo van a decretar territorio liberado. Van a hacer una suerte de refundación de una línea periodística. En ese mismo instante, están preocupados por la edición del otro día y siguen los acontecimientos de La Habana. El titular del diario va a ser justamente “Fidel Fidel”. En ese mismo momento, en otro piso de ese mismo diario está la fiesta de disfraces de fin de año, donde está el dueño -que está disfrazado, obviamente-, y estos periodistas van a ir a secuestrarlo para hacerle un juicio público, que van a publicar en el diario. La idea es entrar en las discusiones sobre el periodismo -tan actuales-, la forma de construir la mirada, la subjetividad. Estamos leyendo, investigando, trabajando sobre el periodismo, para intentar representar las discusiones centrales en torno al rol del periodismo y de los medios de comunicación. En el medio, también, hay elementos de lo histórico en el país, Frondizi, la resistencia peronista, el Plan CONINTES y determinadas tendencias dentro de los mismos periodistas.
¿Esto cuándo lo piensan estrenar?
MSI: Va a salir este año. Vamos a hacer todo lo posible para que así sea. Este año el grupo se tiene que reencontrar sobre el escenario.