Por Juan Guinot*. Dominado por la ansiedad de ver publicada su primera novela, y por intercesión de un amigo, llego a estar cara a cara con el Gerente de una editorial. Lejos de sospecharlo, esa puerta abierta, me pondrá a jugar con fantasmas propios y ajenos.
El tipo que me espera del otro lado de la puerta es gerente de una editorial y amigo de un amigo mío. Mi amigo le dijo a su amigo, por mí, que tenía un amigo que escribe. Su amigo le respondió “que me venga a ver a la oficina”. Mi amigo me instó a ir a esa entrevista y recalcó “Antes de ir, tené claro por qué vas a golpear esa puerta”.
La puerta se abre. Una chica escuálida me ordena que la siga. Ella arrastra las suelas de las sandalias sobre la alfombra de un pasillo largo y de paredes blancas. Al final del pasillo, al lado de un portal, la chica se detiene. Desde adentro de la oficina oigo “Juan pasá”. Entro, la luz del ventanal me enceguece, tardo en compaginar la imagen de ese tipo recortado en medio del destello. Camino tres pasos, mi muslo izquierdo topa con el perfil del escritorio, estiro el brazo derecho y mi mano contacta con la de él. Despegamos las palmas y me dice “Sentate”. Me acomodo en una silla, la vista empieza a mejorar, puedo distinguir las facciones de su cara y los labios que sueltan “mi amigo me habló de vos, no suelo mezclar la amistad con el trabajo, pero él es como un hermano para mí. Decime en qué puedo ayudarte.”
Haciendo caso del consejo de mi amigo, voy al grano, le digo que quiero publicar alguna de mis novelas. El amigo de mi amigo me pregunta “¿tenés escrito algo de autoayuda?” y yo le contesto con decisión y pongo mi voz varios escalones arriba de ese género para decir que escribo ciencia-ficción.
El amigo de mi amigo frunce la nariz y achica un poco los ojos, mira la pantalla de su computadora, pienso si no habré pisado mierda. Pero no puedo abatatarme ahora, me decido a ir por todo, no titubear, mostrar lo claro que tengo para qué vine a la literatura y le que cuento escribo narrativa de anticipación sobre la trama psico-socioeconómica de la resaca capitalista.
Aspiro profundo y prolongo un silencio para potenciar lo que acabo de decir.
El tipo saca los ojos de la pantalla, manotea un libro, lo gira y abre al medio. “Mi amigo me contó algo de tu pasado, escribite algo parecido a esto, contá tu historia, desde que te parieron adentro de un comercio hasta que fuiste gerente de una corporación. A la gente le gusta aprender de los demás, si medianamente sabés escribir, para esto, alcanza y sobra. Al libro lo podemos mover entre estudiantes de económicas y escuelas de comercio. Quien te dice, si la pegamos, podés ser el nuevo gurú del management y te llenás de guita”.
Pesco el libro con mis dedos, paso, sin ver, cuatro páginas. Me domina un estado grogui de KO, estoy sin reacción. Entra la escuálida y le dice al amigo de mi amigo que se acuerde de la reunión con el señor Urruti. Él se pega con la palma derecha en la frente y con tono de tragedia suelta “¡Ah! Urruti, casi me olvido. Me vas a tener que disculpar, lo tengo que atender, Urruti es un amigo”. Apoltronado en la silla me estira la mano y me pide que le mande saludos a su amigo.
De nuevo en el pasillo, voy detrás de la chica escuálida que arrastra las suelas de las sandalias.
Al llegar a la puerta, descubro que la chica tiene una joroba de vértebras puntiagudas debajo de la blusa de seda. Ella gira el picaporte, se hace a un lado, traspaso el portal, piso el pasillo. Ella dice “adiós” y da un portazo.
*Nació en Mercedes, Buenos Aires, en 1969. Psicólogo social y magister en Dirección. Ha publicado, entre otros trabajos 2022-La guerra del gallo (España, 2011). Ha participado de la antología compilada por Elsa Drucaroff titulada Panorama Interzona. Narrativas emergentes de la Argentina. Es autor del blog www.juanguinot.blogspot.com. La novela Bitácora será publicada por entregas, todos los martes, en la sección cultura de Marcha.