Por Juan Carrá. Miguel Bonasso cuenta la trama de su último libro como si fuera un recitado. Veloz, sus palabras parecen atropellarse para salir y construir un relato realista, duro y asfixiante sobre el impacto de la megaminería a cielo abierto en Argentina.
“El mal. El modelo K y la Barrick Gold. Amos y servidores en el saqueo de la Argentina” es el título de un texto de casi 500 páginas –presentado en Mar del Plata durante la temporada– que se lee con el ritmo de un trhiller apasionante. La clave: la pluma de Bonasso, heredera de la escuela que inició Rodolfo Walsh.
-Si tuvieras que hacer un mapeo de personajes y hechos que definan el impacto de la minería a cielo abierto en Argentina, particularmente con la Barrick Gold, ¿por dónde arrancaría?
– Arrancaría por la familia Bush. Por ese caballero de nombre George Herbert Walker Bush, padre de George W. Bush. Él es el tipo que está detrás de la Barrick. Él es el hombre que presionó a sus dos títeres: Carlos Menem, en Argentina y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, en Chile, para que firmen un acuerdo binacional a la medida de la Barrick Gold y del proyecto minero concreto aurífero de Pascua Lama, en diciembre del ‘97. Él es el hombre que le da la primera mina de oro importante en los Estados Unidos a la Barrick. Y por si fuera poco, él forma parte abierta y públicamente del consejo consultivo de la Barrick, en el que hay personajes dirigenciales tan siniestros como José “Puchi” Rohm, el banquero, que dentro de poco deberá afrontar un debate oral y público en Argentina por la quiebra fraudulenta del Banco General de Negocios. Cosa que no es de extrañar de una empresa que nació como fachada de la CIA, que actuó Irán-Contras en el famoso escándalo contra el gobierno de quien hoy está al frente de Nicaragua, Daniel Ortega y el Frente Sandinista a mediado de los ’80.
También a parecen personajes como Adnan Kashoggi, que es el mayor traficante de armas de la tierra y que es el verdadero dueño de la Barrick, inicialmente… Es decir, Peter Munk, que aparece siempre como el principal accionista, en los inicios no lo era.
Todo esto está documentado con fuentes indiscutibles, por eso nadie de ellos me ha hecho juicio.
-¿Y el vínculo nacional?
-El libro tiene una historia internacional que se vincula con la nacional. La oligarquía económica de los Estados Unidos está entroncada, como es lógico, con el poder económico y político de la Argentina. Es decir, esto hace qué: un Estado neocolonial. Un Estado en el que hay explotaciones como en la época de la colonia española en el cerro Potosí, que se da en el tercer milenio, con una tecnología de punta asombrosa y terrorífica, porque te vuela diariamente 300 mil toneladas de roca, de las cuales son molidas 50 mil, lo demás se desecha para formar una nueva montaña, esta vez artificial. Las 50 mil se riegan con 27 millones de litros de agua por día, que el Estado cobra al ridículo precio de 93 pesos el total de litros. Estamos ante algo tan grotesco, desde el punto de vista de la entrega, que la Barrick Gold haría palidecer de envidia a la Corona española.
–Este vínculo con lo nacional, ¿cuándo arranca y cómo se desarrolla?
-Tiene un momento climático muy importante con el menemismo, a comienzo de los ’90, cuando Domingo Cavallo; el actuar gobernador de La Rioja, entonces legislador, Ángel Maza; Alberto Kohan, secretario General de la Presidencia, que era geólogo, y que hace el Pasma –plan nacional que regula la minería, que se fija como techo total de lo que pueden ser regalías en un 3 por ciento-, con ellos, yo diría que comienza a gestarse este modelo y que sigue incólume con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Este Gobierno, que ha criticado al neoliberalismo de los años ’90, en el sector de la megaminería a cielo abierto, aplica uno de los principios fundamentales de la política de Menem, que es garantizar la estabilidad jurídica a las empresas. Estamos ante lo mismo.
– ¿Cómo evalúa las movilizaciones por Famatina?
– Yo admiro, apoyo, adhiero fervorosamente a la lucha de los compañeros de Famatina, y a todo lo que están haciendo desde las asambleas ciudadanas en ese aspecto. Es un sector que sufre en carne propia el tema. Saben de lo que están hablando, para ellos no es un tema teórico. Lo están padeciendo. Les envenenan el agua que tienen que utilizar.
Por el camino de Walsh
-Usted es uno de los impulsores del nuevo periodismo en la Argentina, incluso en “Recuerdo de la muerte” aborda el tema de la última dictadura militar con esta técnica, ¿hay semejanzas al trabajar este género con temas como el de la dictadura y ahora con la minería?
– Escribí Recuerdo de la muerte cuando los fierros de los milicos todavía estaban calientes, la represión estaba ahí… pegada. Es decir que no se puede decir que haya sido un libro a favor de la corriente. Y éste lo mismo… el libro sale cuando Cristina gana su segundo mandato con el 54 por ciento de los votos. Muchos van a ir comprendiendo, que lo que les pudo parecer en ese momento un ataque opositor coyuntural a la Presidenta, era una denuncia seria de un sistema económico que se disfraza con apariencias de progresismo, pero que supone cantidades de entrega de la soberanía, imposibles de soportar. Yo te diría que considero a este libro casi tan duro como Recuerdos de la muerte. Aunque con una materia muy distinta.
-¿Cuál es el objetivo de narrar desde la no-ficción?
– Tiene dos objetivos: el primero, es ganar el corazón del lector, no solamente su cabeza. Si vos hacés un documento, árido, obligás al lector a un esfuerzo intelectual y a que finalmente analice un testimonio, un documento… En cambio, si vos le contás una historia, lo metés y comprometés con esa historia, y hacés que se identifique con los personajes –sean víctimas o héroes- es otra cosa completamente distinta. Segundo, la narración, dentro de los subjetivo, me parece más objetiva que el ensayo. Porque esa narración, en la que no hay adjetivos, en la que no hay comentarios editoriales, sirve para que el lector saque sus propias conclusiones. Hay un tercer objetivo, también, que es llegar a los jóvenes. Las nuevas generaciones ven esto como un thriller… son lectores formados por el cine y las series, por la narración tipo novela negra… al lector lo ganás así. Yo aspiro a conquistar al lector joven. Y creo que lo logro, porque no se aburren.
– El lenguaje de la novela negra al servicio de la crónica periodística, eso es también herencia de Walsh…
– Sí, claro. Es mi herencia de Walsh. Yo soy un discípulo de Rodolfo. Tomo efectivamente a Walsh como el creador del nuevo periodismo antes que Truman Capote, si bien le rindo homenaje a Capote con esa extraordinaria novela: “A sangre fría”… Además, en la novela negra, tanto la de Chandler como la Hammet y demás, uno encuentra críticos sociales bárbaros. Te están mostrando la corrupción del poder, la corrupción policial, la de los jueces, toda la decadencia y podredumbre que hay dentro de la clase alta, con esos generales que tienen chicas locas que se drogan y que se ligan con personajes siniestros de la noche… te encontrás con toda una descripción de lo que puede ser la vida en la costa oeste de los Estados Unidos, y su podredumbre, narrada como no lo encontrás en ningún texto político. Entonces, esa herencia hay que recogerla en el mejor de los sentidos y aplicarla a lo nuestro.