Imputado por la tragedia de Once, el ex secretario de Transporte no respondió preguntas ante el juez y culpó al maquinista. También estuvieron en Tribunales los cuatro directivos de TBA detenidos. Los familiares aseguraron que ninguno de los acusados se atrevió a levantar la mirada.
El frío de las siete de la mañana parecía más duro en la calle Comodoro Py, en Retiro. Los familiares de las víctimas de la Tragedia de Once comenzaron a reunirse desde temprano frente a los tribunales para aguardar el horario en que comenzaba a declarar el ex funcionario Juan Pablo Schiavi. Veinte minutos más tarde, llegó el ex secretario de Transporte.
La decisión legal fue no responder preguntas. Schiavi sólo presentó un escrito, en donde se deslindó de responsabilidades y culpó al maquinista por la tragedia ocurrida el 22 de febrero pasado. Schiavi aseguró que el motorman “no pudo frenar por algún impedimento físico o psíquico en su salud”.
En tanto, durante la mañana de ayer, también fueron trasladados los cuatro directivos de TBA detenidos por orden de Bonadío, que los acusa de obstrucción a la justicia. Con Claudio Cirigliano a la cabeza, se suman Carlo Ferrari, Daniel Rubio y Darío Tempone.
A media mañana, en pleno operativo policial, los detenidos -custodiados por efectivos de Gendarmería Nacional- ingresaron a los Tribunales de Comodoro Py. Frente a ellos, en silencio y luego con aplausos repetidos, los familiares los miraron ingresar. “Se escondieron como ratas”, dijo Haydee, madre de una de las víctimas de la tragedia.
Bonadío comprobó que el día en el que se le quitó la concesión del Ferrocarril Sarmiento a la empresa TBA desapareció “información importantísima” para la investigación.
Minutos antes había salido Schiavi de Tribunales evitando a la prensa y muy especialmente a los familiares. Paolo, padre de Lucas Menghini Rey, criticó la actitud de Schiavi y de los cuatro directivos. “Nosotros estuvimos en las escalinatas con la misma actitud de siempre. No agredimos, no insultamos, lo único que queríamos era ver si nos podía mirar a la cara y sostener la mirada. Claramente no sucedió”, sentenció.
Historias de vida
Vanesa es joven y transparente. Cuenta que siempre fue “mamera”, que su hija es su motor y su madre era su combustible. Su madre, Graciela, murió en el accidente ferroviario en Once, mientras viajaba desde San Antonio de Padua hacia la confitería donde trabajaba de cocinera en Capital.
Haydee es una de las mujeres más grandes del grupo. Habla pausado. En el accidente perdió a su hijo Juan Carlos Alonso, de 41 años. “Coqui había conseguido trabajo unos días antes. En el 2005 se quedó sin laburo porque quebró la aerolínea donde trabajaba. Después de varios años haciendo changas, acababa de conseguir trabajo en una empresa de computación. Ese día iba en el tren a trabajar. Era su quinto día de trabajo”. Haydee prometió que mientras tenga fuerzas seguirá con el reclamo de justicia. “Los muertos nuestros se lo merecen. Si con esto cambian las cosas, para nosotros el precio es muy alto, pero si se hace justicia vale la pena”, afirmó.
Graciela se quiebra al hablar de su hija y es imposible no quebrarse con ella. “Mi hija Tatiana tenía 24 años, era diseñadora de indumentaria y ese día tomo el tren para comprar accesorios en Once, para un emprendimiento que había empezado”, cuenta. “Esto me cambió la vida, la angustia me acompaña en todo momento. Son esas ausencias que todo el tiempo te marcan una presencia”, precisó. Frente a ella, la caricia de Vanesa pesa más que las palabras de consuelo: “El combustible que tenemos es el amor que nos dejaron”, le dice y ambas regresan junto a todos los familiares.
Allí se abrazan también con los familiares de las víctimas de Cromañón. Ellos, que de audiencias y juicios ya saben bastante, informaron que el próximo jueves declarará Rafael Levy, dueño del boliche de Cromañón.