Por Guillermo Caviasca*. El acatamiento fue suficientemente amplio como para que los organizadores puedan sentirse conformes. El gobierno nacional negó los resultados. El poder de la clase obrera en las distintas acciones demostró vigencia y una deuda que aprieta el bolsillo.
El movimiento de mercancías y hombres (mercancía también) disminuyó como para afirmar que hubo un alto acatamiento. El gobierno dirá lo contrario, y también le darán los números, ya que en términos de lugares de trabajo muchos funcionaron y hubo más actividad que en el paro anterior. Sin embargo, lo que sí es negativo es que el gobierno sacó una conclusión opuesta a la realidad: que la gente está conforme y no siente la crisis, y eso será un paso más en un desgraciado desbarranque. Una corroboración básica es que la clase obrera cuando se mueve aunque sea en parte y con una conducción fraccionada y dudosa, demuestra su poder.
Ganadores ¿y estrategas? Un paro político
I- Para los sindicatos no era el objetivo paralizar el 100% la economía, sino dar una pelea política al gobierno. Con cinco centrales sindicales, Moyano y la suya volvieron a aparecer como los únicos en condiciones de hacer una demostración de fuerza política de alcance nacional. Lo hicieron en un contexto difícil, ya que si bien el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores son evidentes, aun no son tan profundas. El gobierno se encuentra embarcado en una pelea (importante) contra “los buitres” que aparece con una épica patriótica de bastante consenso; y logró desgajar del paro, al gremio de los colectiveros. Esto en lo concreto significó que hubo medios de transporte para ir a trabajar, además de que los piquetes de la izquierda no fueron condicionantes.
El principal triunfador es sin dudas Moyano que sigue siendo el único sindicalista que es capaz de realizar paros nacionales efectivos. Ninguna de las fracciones del CTA logra que se noten sus medidas, más allá de algún gremio específico como los docentes y de actividades de agitación callejera. Aunque la CTA aparece como un polo de aglutinamiento de la izquierda y el progresismo no perteneciente al FIT. Y la CGT oficial es expresión de un administrativismo más cercano a un departamento de relaciones laborales de una empresa, que a cualquier tipo de sindicalismo conocido.
La razón principal del éxito relativo del paro es el malestar en amplios sectores de la población con el deterioro que hace dos años vienen sufriendo los trabajadores. Y la carencia de confianza en el futuro. La clase obrera necesita mostrar que no es solo objeto de políticas gubernamentales y que un punto más o menos de salario o desocupación son decenas de miles de familias llevadas a la desesperación. No olvidemos que para el kirchnerismo (para todos en realidad) las villas son “normales” como opción de vida. Pero eso no es así para un obrero. La “clase política” no entiende lo que es la pobreza ni depender de un salario.
II- Una segunda línea de sindicalistas de la CGT (Plaini, Shmid y Piumato entre otros) salió a los medios con un discurso sólido y progresista. Atacando al gobierno por sus “claudicaciones” y no por sus “éxitos” y desvinculándose claramente de las patronales y del imperialismo en los temas coyunturales (de proyección estratégica) de la ley de abastecimiento y la deuda. Cosas fundamentales para cualquier medida de lucha nacional. Los paros nacionales son por naturaleza políticos, implican la confrontación práctica del conjunto de la clase obrera contra el conjunto de las patronales y/o el estado; por lo tanto tienen de hecho un programa político. Su programa se expresa claramente (como fue históricamente, por ejemplo, con los 26 puntos de la CGT) o se encuentra oculto y entonces hay que “raspar” y encontrarlo, y explicar las razones del porque no es clara su explicitación.
III- Sin embargo, la primera línea de sindicalistas (Moyano, Barrionuevo, Benegas) mantuvo un discurso muy ambiguo en esos temas, acusando al gobierno por la política económica, pero sin señalar qué, de la política económica, se critica y qué se propone como alternativa general. Con esas omisiones se cede la precisión de la propuesta alternativa a los enunciados que emanan de la oposición política y esta es de derecha y propone cosas perores que el gobierno. También acentuaron el tema de la seguridad (tema sin duda importante, pero poco clara al ser enunciado en general ya que también queda su delimitación al enemigo); un cierto macartismo trasnochado con “la izquierda”. Es una señal política la puesta en escena de la conferencia de prensa posterior al paro, Moyano elije mostrarse con Barrionuevo, y Benegas y evita una multiplicidad que expresen otras voces u orientaciones.
Moyano viene en un viraje hacia la derecha del que quedan pocas dudas, se manifiesta con claridad en sus posiciones electorales. Su apuesta parece ser lograr un lugar de poder dentro del futuro pos kirchnerismo. No necesariamente para él, sino para su fracción sindical. Es un proyecto en el cual el sindicalismo se acomodará al escenario futuro como interlocutor, como factor de poder, más allá de la ideología del elenco gobernante. La idea de Moyano es que los futuros gobernantes no lo ignoren, y negocien con él condiciones y fracciones de poder dentro del futuro esquema de poder. Eso le obliga a no cuestionar los planteos troncales de la oposición (dejarlos en el limbo). Por ello no habla de temas que choquen de lleno con la estructuración de un modelo pos kirchnerismo, virulentamente entreguista y pro mercado (ni siquiera una consigna sencilla como “Ningún cierre de fábrica, ningún trabajador en la calle”). Pero aunque sea “de derecha” se equivoca, ya que en esta “cuarta etapa” de neoliberalismo que se viene, dará cuenta también de él, reduciéndolo a un Barrionuevo o Pignianelli cualquiera. El vandorismo no tendrá cabida como no la tuvo con Menem. El siguiente paso del plan estratégico de las clases dominantes es eliminar aún más el peso de los trabajadores dentro y fuera de los lugares de trabajo, sean “clasistas” o “burócratas”.
IV- La izquierda (el FIT y afines) mostró una participación visible en la calle y sin dudas colaboró en la legitimación de la medida. Tiene cierta fuerza en algunos lugares de trabajo y eso da impulso a la huelga. Además aparece como la única alternativa de lucha dentro del movimiento obrero, distinta a las “burocracias”. La “izquierda” ha pasado de la marginalidad hacia ser una minoría visible y puede que consolide esa posición. Conduce algunos conflictos gremiales con desigual resultado. Pero, sigue siendo muy minoritaria, sobre dimensiona su rol de la misma forma que sobre dimensiona la radicalidad de las luchas y lo “revolucionario” de la etapa. La izquierda, canaliza con sus métodos en muchos casos la expectativa de los sectores obreros en conflicto que no encuentran respuesta en los sindicatos más despegados de sus bases. Pero sigue manteniendo en su versión mayoritaria, una visión sectaria y estrechamente economicista y virulentamente anti-K, lo que a veces la lleva a alinearse “por izquierda” con la derecha. Ha logrado ser aceptada por la prensa masiva como un actor legítimo quizás por motivos non santos, pero también por su perseverancia y presencia.
V- El kirchnerismo crítico. Asumamos que existe dentro de él una militancia que cree en la liberación nacional y que se identifica con los intereses de los trabajadores. Después de aceptada esta premisa, podemos ver que ese espacio no logra romper con la imposición de la presidenta, Cristina Fernández de abroquelarse en su trinchera ante cualquier conflicto que tense la cosa. La estrategia del kirchnerismo sigue siendo exitosa: sobreactuar contradicciones corriendo sutilmente el eje para que no afecte al núcleo de la dependencia, y así abroquelar a los nac and pop y otros izquierdistas. De esta forma, el gobierno buscó mezclar la razonable protesta de los trabajadores con una desestabilización organizada por los fondos buitres.
La actual crisis tiene un aspecto que afecta al movimiento obrero y son las raíces internas y una importante (aunque no única) responsabilidad del kirchnerismo. Podría el gobierno alinear a los trabajadores en medidas de lucha contra los buitres y las patronales al mismo tiempo y disputar desde allí, sin embargo, prefiere hacer lo contrario para no enajenarse la posibilidad de “cerrar” con las patronales Lo más sorprendente sobre los kirchneristas progres, son ciertos argumentos contra el paro que rayan el gorilismo, en algunos sectores, lo que parece decir que sus mentes ya se identifican con las concepciones burguesas de sociedad y política. El problema de dichos militantes (que no se han pasado al enemigo concientemente) es que les hablan del “cuco” y corren con “mamá”. También sorprende la poca predisposición del kirchnerismo actual de darse una política sindical, es como si el mundo obrero no les interesara.
VI- El espacio de las izquierdas populares o independientes. No hay un “nosotros” visible digno de mención que aparezca fuera de una diluida presencia en algunos frentes. Eso llevará a la prolongación de la ausencia de nuestras ideas y propuestas. Y específicamente en lo que hace al mundo obrero, quizás esto se deba a que una buena parte de nuestro espacio ha definido que su lugar de construcción es “el pobrerío” y no la clase obrera.
Sin embargo, aún desde nuestra dispersión hay que impulsar la unidad de ocupados, desocupados y precarizados ampliando los métodos de lucha y reivindicaciones programáticas para que se puedan expresar unitariamente en jornadas nacionales como la recién vivida. No debemos perder de vista un horizonte laboral y formal para los pobres y precarios, ésa es una reivindicación importante. No debemos naturalizar un “mundo de la pobreza” diferente al mundo de los trabajadores formales. También en situaciones nacionales hay sacar a la luz un programa que contemple una perspectiva antiimperialista y popular de las grandes cuestiones nacionales o que se instalan en agenda coyuntural. Hoy: deuda, monopolios, transnacionalización, políticas sociales, seguridad, inflación. Y en tercer lugar, debemos seguir impulsando la expresión de una política común y pública de los revolucionarios antiimperialistas. Debemos mantenernos eludiendo la polarización K o anti-K, sin sectarismo pero con independencia política. Con amplitud de miras hacia sectores del sindicalismo tradicional, de la izquierda clásica y del kichnerismo. Lo cual significa, eludir el extremismo discursivo, como también evitar la pasividad, el seguidísimo o la prescindencia.
A veces es aceptable equivocarse si uno esta dispuesto a aprender. Lo posible será, que a medida que pase el tiempo, este espacio será ocupado oportunistamente por desgajamientos del kirchnerismo en crisis, que oscilará desde el populismo light hacia un antiimperialismo oportunista. Esos desgajamientos son positivos, pero desde una autocrítica razonable a lo que el Kirchnerismo significó en esta etapa.
* Integrante de Barricada TV