Por Zur*. El 30 de agosto se conmemoró en todo el mundo el día del detenido desaparecido. En América Latina, tiene un sentido especial: nos conecta con las trágicas historias de nuestros países, las campeantes impunidades del presente y las demandas de verdad y justicia.
están en algún sitio / nube o tumba/ están en algún sitio / estoy seguro / allá en el sur del alma / es posible que hayan extraviado la brújula / y hoy vaguen preguntando preguntando / dónde carajo queda el buen amor / porque vienen del odio
Mario Benedetti / Desaparecidos
En los países del Cono Sur, principalmente en Argentina, Chile y Uruguay, las recordaciones del día del detenido desaparecido estuvieron directamente vinculadas con movilizaciones de organizaciones de familiares que reclaman el esclarecimiento de los crímenes cometidos en las dictaduras militares de las décadas de los 70 y 80.
En el caso de Guatemala más de 45 mil personas figuran como desaparecidas, producto de la acción de los escuadrones de la muerte durante el conflicto armado que vivió el país hasta la década del 90.
Sin embargo, en otros países -como Colombia y México- las luchas son por el esclarecimiento del paradero de personas que continúan desapareciendo en el presente: por la violencia interna vinculada a planes desarrollados con la participación militar de Estados Unidos bajo el supuesto de la lucha contra el narcotráfico: el Plan Colombia y el Plan Mérida (para el caso mexicano). Por otro lado en Paraguay se ha denunciado el accionar de ejércitos privados que desplazan poblaciones campesinas de modo de liberar territorios para el avance del agronegocio.
Todos estos procesos tienen en común la originalmente denominada doctrina de la seguridad nacional, actualizada después de 2001 como la lucha contra el terrorismo, con un epicentro político y de entrenamiento militar en Estados Unidos. Precisamente, en la llamada Escuela de las Américas (llamado oficial y eufemísticamente Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica) han sido entrenados la gran mayoría de los represores y torturadores que han operado en las fuerzas de seguridad de América Latina. Organizaciones de todo el continente rechazan la existencia de este organismo, a pesar de lo cual miles de militares continúan siendo entrenados allí anualmente.
En el caso de Uruguay más de 1200 militares han pasado por la ‘Escuela de los Asesinos’ como la han señalado organizaciones de derechos humanos a lo largo y ancho del continente. Entre los egresados se encuentran Miguel Ángel Dalmao (pasó por allí en 1972), procesado como coautor del homicidio de la docente Nibia Sabalsagaray, y Tomás Casella (entrenado en 1967) quien estuvo vinculado al asesinato del agente de la dictadura chilena Eugenio Berríos (que fue muerto en Uruguay en plena democracia, en el año 1995).
En el año 2007, el gobierno uruguayo se comprometió a no enviar más militares a la Escuela de las Américas. Sin embargo, días atrás activistas de derechos humanos estadounidenses solicitaron una audiencia con el presidente Mujica para recordarle ese compromiso y para manifestarle la preocupación internacional de que soldados uruguayos sigan recibiendo entrenamiento en la nefasta Escuela de las Américas.
En Montevideo, Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos inauguró una muestra fotográfica en la Facultad de Ciencias Sociales en conmemoración del Día Internacional del Detenido Desaparecido. La clave es resaltar que no se trata de una lucha solamente por el pasado ni solamente en este país. Los crímenes de desaparición forzada se sigue cometiendo cada minuto que pasa y es evidente su extensión por todo el continente latinoamericano de mano de la dominación estadounidense que a pesar de los cambios históricos y sociales continúa marcando la vida de nuestros países.