Por Ezequiel Haro. El de Löwy es un libro urgente. Un llamado a la reflexión sobre nuestro modo de vida, una ajustada crítica a la civilización capitalista y, aún más importante, un espaldarazo para salir al combate.
Esencialmente el ecosocialismo es una corriente política que integra críticamente las ideas centrales del marxismo con los presupuestos de las experiencias de lucha por la preservación del planeta, entendiendo que su cuidado es incompatible con el desarrollo del capital.
Entiende que el deterioro del planeta y sus consecuentes desastres ecológicos auguran un panorama siniestramente autodestructivo de la especie humana, siendo el mismo inherente a la lógica de acumulación y reproducción del capital. Por ende la solución no puede ser parcial o acotada, es necesario abordarla de manera integral y trascendiendo la sociedad actual. El ecosocialismo apunta sin concesiones a la raíz del problema del desequilibrio ecológico, poniendo de relieve con más vigencia que nunca la idea de socialismo o barbarie, ya no como consigna profética sino como una entrecruzada concreta de nuestro tiempo. Trascendiendo los diagnósticos y el catastrofismo estéril amarillista, aborda el debate sobre la necesidad de la planificación de las actividades económicas planteando la necesidad de reordenar las prioridades productivas, acabar con la obsolescencia programada y la producción de millones de artículos innecesarios como los automóviles, al mismo tiempo que retoma las críticas a las deformaciones del dirigismo soviético y los socialismos reales. A su vez plantea la necesidad de sustituir la explotación de los hidrocarburos y la energía nuclear por las energías limpias como una de las cuestiones centrales para terminar con la emisión de gases que generan el calentamiento global y la sobreexplotación de los bienes comunes.
Löwy no esquiva la polémica, esgrime los basamentos de su propuesta discutiendo tanto con las distintas variantes del ecologismo, como con las tradiciones del marxismo productivista. Enviste contra las primeras porque propagan las salidas dentro de los márgenes del capitalismo, alimentando la idea del desarrollo sustentable articulada tanto por ongs diversas que son financiadas y promovidas por las mismas multinacionales que producen los gases que causan el calentamiento global, el problema central del desequilibrio ecológico; como por los estados nacionales, en primer lugar los más desarrollados industrialmente. Critica fuertemente las segundas, que por más que se reclamaron socialistas emularon el desarrollismo capitalista llegando a resultados similares o peores de alienación de las actividades económicas, violentando de igual forma la naturaleza. En este sentido, las tragedias de Chernobyl y Fukuyima comparten un paradigma, el del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas utilizando instrumentalmente a la naturaleza e ignorando las consecuencias que las actividades económicas tienen sobre ella, promoviendo la alienación del hombre. En este sentido dedica todo una parte de la obra para marcar las contradicciones en torno a una excesiva expectativa en las capacidades del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas que podemos encontrar en los fundamentos del pensamiento marxista por parte de sus fundadores pero también las pistas para una crítica radical de estos preceptos. Señala a su vez como esta contradicción es por momentos trasvasada por autores heterodoxos como Benjamin que critican la concepción del progreso que pervive en el marxismo.
Por último nos ofrece un panorama sobre las experiencias políticas de resistencia y lucha en diversas zonas del planeta. Nos informa y analiza el desarrollo teórico y político que en los Estados Unidos tiene el ecosocialismo y da cuenta de las luchas trascendentes que se dan en el sur del continente. Experiencias como las que se viven en Brazil con el MST y la del dirigente ecológico-sindical de la CUT Chico Mendes en la Amazonia, son fenómenos que anudan la lucha ecológica con reivindicaciones laborales y de vivienda que plantean la lucha ecosocialista como una forma de impulsar la lucha de clases e incluso trascenderla en su carácter sectorial o reivindicativo brindándole un carácter profundamente político y antisistémico. Löwy hace un aporte fundamental desde el punto de vista teórico a las luchas ambientales que siembran esperanzas en todo el continente. Es vital fortalecer los debates y comenzar a plantear la perspectiva ecosocialista en función de poner en primer plano tanto las luchas ambientales como su abordamiento integral con una proyección socialista. Las luchas contra la minería a cielo abierto, las luchas contra los agronegocios, las luchas territoriales por tierra y vivienda son todas aristas de la lucha ecosocialista. Reflexionar mejor en esta clave puede fortalecer los lazos entre las resistencias que encabezaron Chico Mendes en Brasil contra la deforestación del pulmón del mundo en las últimas décadas del siglo pasado, la UAC en Argentina contra la minería que está devorando la columna vertebral del continente, o la lucha encarnada por el compañero caído Cristian Ferreyra del MOCASE contra los agronegocios, la brutalidad de sus sicarios y la complicidad del estado. A un año de la batalla del indoamericano no podemos dejar de recordar que la lucha por tierra y vivienda, es una lucha por la dignidad humana indisociable de la lucha contra este sistema que excluye, contamina, segrega y mata.
Este libro, recientemente publicado por Ediciones Herramienta y Editorial El colectivo, realimenta la necesidad y la esperanza del socialismo como proyección positiva de una salida para la humanidad para la cambiar su relación con el planeta, y en definitiva para redefinirse a sí misma.