Por Gabriela Gurvich, desde Bolivia. En el marco de una escalada diplomática entre los gobiernos de Chile y Bolivia por la búsqueda de la recuperación de la salida al mar del país andino, un acontecimiento enturbió aún más las tensas relaciones entre ambas naciones.
La cuestionada frontera entre Chile y Bolivia es un territorio fértil para el contrabando, por lo que existen tratados entre ambos países para combatir dicho flagelo. El 25 de enero, mientras el presidente chileno, Sebastián Piñera, y el presidente boliviano, Evo Morales, protagonizaban una fuerte discusión en el marco de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Santiago de Chile; en la frontera de Colchane eran detenidos tres jóvenes soldados bolivianos por haber pasado del lado chileno con armas de guerra.
Alex Choque, Augusto Cárdenas y José Luis Fernández, tres conscriptos de entre 18 y 20 años, se encontraban en la zona fronteriza persiguiendo a unos contrabandistas, cuando -según declararon ellos mismos- pasaron sin darse cuenta al lado chileno y fueron detenidos por los carabineros. Según las autoridades bolivianas, fueron los propios contrabandistas quienes le avisaron a la Policía chilena de la presencia de los soldados en su territorio.
Los tres jóvenes fueron trasladados a la norteña ciudad de Iquique donde permanecieron encarcelados en la prisión de Alto Hospicio, en medio del desierto de Atacama, junto con delincuentes comunes chilenos. El caso está siendo llevado por la Fiscalía Regional de Tarapacá (región norteña chilena) y los soldados están siendo juzgados como civiles.
En el derecho internacional estos casos se resuelven por la vía diplomática. Las cancillerías entran en contacto y -según rige en los acuerdos internacionales- los soldados son expulsados y devueltos a su país de origen. Pero este no fue el accionar del gobierno chileno.
El caso a tomado un alto vuelo mediático en ambos países, y ha vuelto a enfrentar verbalmente a los presidentes sudamericanos. Evo Morales ha denunciado que los jóvenes son rehenes del gobierno chileno y recientemente les ha escrito una carta personal a los conscriptos en la que asegura “su encierro se parece más a un acto de venganza política contra nuestros legítimos derechos”, en referencia a los reiterados reclamos a Chile por la salida al mar. Por esta razón los ha declarado “héroes del mar”.
En Bolivia el caso se transformó en una cuestión de soberanía nacional y dignidad. “El gobierno de Chile se está comportando de una manera poco amistosa, de una manera ilegal en el ámbito internacional y está teniendo actitudes del tipo trogloditas, es decir premodernas, casi cavernarias”, sentenció el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera.
Mientras que el gobierno de Bolivia presentó la denuncia ante la Organización de Naciones Unidas, el gobierno de Piñera niega que estén violando el derecho internacional y asegura que como nación debían detener a los soldados por estar violando las leyes fronterizas.
Las denuncias cruzadas se alternan. Bolivia denuncia que los soldados fueron obligados a renunciar a la ayuda consular, mientras que Chile asegura que la defensa de los uniformados no está actuando de forma expedita.
Con el correr de los días la presión va en aumento y el gobierno chileno parece caer en la cuenta del brete en el que ha terminado. La semana pasada las calles de La Paz se llenaron de estudiantes, campesinos y trabajadores que exigieron la inmediata libertad de los tres soldados. Chile pide desmediatizar el caso, algo que no parece haber pensado el gobierno cuando detuvo a los soldados en medio de la cumbre de la CELAC y con la discusión por el mar candente.
Una comisión mixta del parlamento boliviano viajó a Iquique para visitar a los soldados. Durante su estadía mantuvieron una reunión con el alcalde del municipio, Jorge Soria (quien mantiene una política de solidaridad con Bolivia) quien le escribió una misiva a Piñera, pidiéndole que arbitre en el caso. “Vamos a luchar desde Iquique por la integración de ambos pueblos”, aseguró Soria, en un gesto que se corresponde con su política integracionista, teniendo en cuenta que desde esta región -que pertenecía a Perú- el Alcalde viene formulando hace años una propuesta de corredor bioceánico para resolver el diferendo por la salida la mar de Bolivia.
Este lunes se realizó la audiencia a los tres soldados, quienes se negaron a declararse culpables como les exigía la fiscalía para devolverlos a Bolivia. Ahora deberán someterse a un juicio penal. La justicia chilena decidió la liberación inmediata de los jóvenes, quienes deben permanecer en territorio chileno mientras dure el juicio. Sólo uno de ellos -el que portaba un arma- debe mantener prisión domiciliaria nocturna.
En un acto de extraordinaria solidaridad el diputado comunista de Chile, Hugo Gutiérrez, los mantendrá alojados en su casa de Iquique.
Al enterarse de la decisión de la Fiscalía, Evo morales realizó una rueda de prensa donde aseguró “lamentablemente el hermano presidente Piñera está desprestigiando al pueblo chileno, el hermano presidente Piñera está rompiendo las diplomacias y está llevando a mal camino al pueblo chileno, y es un mal vecino, lamentablemente”.
Esta nueva escalada entre Chile y Bolivia, se suma a la larga lista de tires y aflojes entre ambas naciones. Lo que pone en evidencia la fragilidad de algunos de los eslabones en la unidad latinoamericana. Este año serán las elecciones presidenciales en Chile y está por verse si el nuevo gobierno podrá encauzar las relaciones diplomáticas con Bolivia y devolverlas al campo de la hermandad.