Por José Luis Bonifacio, desde Neuqén. El temporal que azotó a Neuquén y Río Negro reveló una vez más la vulnerabilidad de las zonas echadas a la suerte climática, a la ausencia de infraestructura y al negocio inmobiliario. Una historia que se repite y parece jamás contada.
Un temporal que alcanzó en un par de días el promedio anual de lluvia en el Alto Valle, reveló la precariedad de los sectores populares que se vieron afectados al punto, en muchos casos, de perderlo todo. Las ciudades de Alto Valle, especialmente Neuquén Capital, quedaron inundadas y las zonas más afectadas fueron la de los barrios obreros y populares en donde el agua y el barro los cercó. Miles de familias debieron ser evacuadas y otras miles se autoevacuaron. Sus viviendas afectadas, sus ropas y colchones mojados, la falta de agua, luz y gas, en medio del helado viento patagónico revelan la desigualdad social que produce la especulación inmobiliaria y la desatención del Estado para con los sectores más vulnerables.
En Cipolletti, provincia de Río Negro, la toma Barrio Obrero, cuyos vecinos ya estaban amenazados por el desalojo, el Barrio Anai Mapu y las 130 viviendas se inundaron por el desborde del canal que pasa a unos metros de estos barrios. El mismo panorama se vivió en los barrios Puente 83 y Puente Madera. El agua que alcanzó por momentos el metro de altura en algunos sectores, se mezcló con los pozos sépticos, con lagunas y ríos de anegamiento, una combinación perfecta para lo proliferación de enfermedades. Las zonas afectadas también se tornaron riesgosas, un joven de 18 años se apoyó en un poste de luz y recibió una descarga eléctrica que lo dejó gravemente herido. En todos estos barrios fueron los propios vecinos los que organizaron la evacuación de quienes vieron sus viviendas y pertenencias en medio de las aguas desbordadas.
Frente a la falta de asistencia por parte de las autoridades, especialmente las municipales, los vecinos debieron cortar rutas y movilizarse para ser escuchados. La solidaridad no tardó en llegar por parte de las organizaciones sociales y los sindicatos docentes, rápidamente conformaron una red para recolectar ayuda para los afectados y al mismo tiempo acompañar con movilizaciones a los vecinos para reclamar a las autoridades municipales. Sólo la enorme solidaridad y compromiso de éstos, consiguió compensar la desatención del Estado.
Esta situación que se describe para la ciudad de Cipolletti, se vivió en casi todas las ciudades del Alto Valle afectadas por el temporal. Las consecuencias del temporal están claramente territorializadas, las fotografías áreas revelan que las áreas más afectadas de las ciudades del Alto Valle se encuentran en los márgenes y que allí no existen obras públicas para enfrentar estos acontecimientos climáticos.
Hay que indicar que los trabajadores Defensa Civil, bomberos y municipales, salud y todos aquellos encargados de reestablecer los servicios de luz y agua trabajaron, y aún lo están haciendo, incansablemente para sostener y reestablecer la situación de normalidad en las ciudades; pero el temporal lo reveló, así como está concentrada y mal distribuida la riqueza en nuestras sociedades, también lo está el derecho a la ciudad, a una vida digna. En la “década ganada”, miles y miles de familias trabajadoras no saben porque se habla de esto porque ellos perdieron casi todo.