Por Fernando López. Como a un policía asesinado tres días antes de jubilarse, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió quitar del servicio de la Línea A del Subte a los casi centenarios Brugeoise belgas para introducir los nuevos coches chinos comprados por el gobierno nacional. Los Metrodelegados organizaron un “último viaje” con destino incierto en donde la administración macrista es la que decide.
El olor a madera quemada dice que la estación Plaza de Mayo está ahí, bajando las escaleras. Se vive un clima especial: el día en que las Brujas van a ser jubiladas. Son las dos de la tarde y hay gente que les saca fotos a las que arriban a la estación. Algunos hablan, otros son entrevistados por los medios. El rango de edad es amplio: desde pequeñines que los trajeron sus padres o abuelos, hasta un señor mayor canoso que fue vestido de época con una cámara de fotos vintage y un viejo flash incorporado. Elizabeth hizo unos pasos de su casa de San Telmo junto a su hija menor para despedir a las Brugeoise ya que las más grandes lo hicieron por su cuenta. Le parecen coches hermosos e históricos, pero que cumplieron su ciclo. Le gusta la idea de reciclarlos como bibliotecas o museos, aunque agrega que podrían servir de tranvía histórico por las calles de San Telmo, como el que hay en Caballito, ya que “hay calles empedradas que aún conservan los rieles”. Al instante llegó otro coche belga que fue recibido como a un campeón: con loas y fuertes aplausos. Unos minutos después arriba otro y los presentes se ilusionaron, pero era un Fiat amarillo que no despertó interés. Una pasajera preguntó qué pasaba y al saber que era la despedida de los trenes dijo “hace un mes me despedí de ellos”.
A las 14:45 había un mundo de gente. Cámaras y cronistas apuntaban a un lugar donde Roberto Pianelli, Secretario General de los Metrodelegados, iba a hablar. “Lo que se va a hacer es algo a las apuradas, con necesidades políticas y no técnicas. Como todo esto se quiere hacer con un golpe de efecto, rápido, evidentemente la van a cerrar. Este subte tuvo un solo accidente: cuando un energúmeno puso una bomba. Nunca hubo un accidente”, dijo ante las cámaras entre otras críticas a la decisión del gobierno de Mauricio Macri. “Para nosotros, los trabajadores que estamos acá, es un día triste. Toda mi vida viví en Caballito y a mí me genera una sensación más conmovedora que venir a trabajar. Ha sido una herramienta compañera durante muchos años”. Maximiliano también es de ese barrio. Tiene una camiseta de un tranvía japonés, por lo que indica su afición a los subtes. Solamente utiliza la Línea A para ir al centro. Está de acuerdo con preservar a los coches belgas. Propone realizar el cambio de voltaje, y que realicen el mantenimiento adecuado para que puedan funcionar por lo menos otros 100 años más, como en Francia y Hungría que lo hacen con buenos resultados.
Una vez finalizada la conferencia de prensa, Claudio Dellecarbonara, delegado de la línea B, anuncia que el próximo tren que arriba es el que va a Primera Junta y que al llegar arrancará un mini festival. Al instante los presentes se subieron y los vagones se llenaron de pasajeros y cámaras. La estación quedó semidesierta con algunas personas que sacaban fotos, cables y trípodes. El guarda hace sonar su silbato. Las puertas se cierran repentinamente. Uno de los trabajadores empieza a cantar “Subte subte subte, huevo huevo huevo” y “Oh, Macri sos botón”. La voz de las viejas belgas enojadas por su forzada jubilación que se hizo escuchar hasta Piedras. A medida que pasan las estaciones se ve gente que saca fotos al tren lleno en movimiento. El que inició la arenga respondía las dudas de algunos que se acercaron a preguntar qué pasa. Otro pasajero mira el reloj y suelta una puteada por lo bajo porque la formación no avanza más. Antes de llegar a la estación Miserere, los pasajeros espectrales de la estación fantasma saludaron. Solo que nadie los vio. En Once sube un vendedor de pelotitas de juguete que no pudo iniciar su tarea por la multitud, mientras que en el andén sus compañeros lo miran y se rien. Hacia el final, en Acoyte, el comerciante empezó con su discurso: “Pelotitas de colores con las figuras de Hello Kitty, Ben 10. Las consiguen a 25 pesos en las jugueterías, pero aquí se las llevan a 10 pesos. Lleva marca, lleva calidad”.
Primera Junta. Una bandera celeste con el dibujo de un Brugeoise que decía Línea A. Horacio Fontova sentado con una guitarra acústica y acompañado por una banda tocando clásicos suyos y covers. Una madre agarra a su hija de tres años y la sube a sus hombros para que pueda ver. Otros, tratan de ver el show desde el tren.
David es maniobrista especializado en la Línea A hace 24 años. Siempre lleva a las Brujas desde el andén a la cochera, los enciende y apaga. “Manejar los trenes belgas es manejar una parte de Buenos Aires sobre dos rieles: estás manejando historia y muchos recuerdos. Para fabricar estos resistentes coches de roble se tuvo que deforestar un monte entero en Eslovenia y los árboles nunca más volvieron a crecer”, comenta. A diferencia de muchos, propone reactivar el ramal del Ferrocarril Urquiza de San Salvador de Jujuy a Bolivia ya que tiene trocha angosta como los Brugeoise. Aunque, para él, adecuándolos correctamente podrían funcionar otros cien años más, pero “eso está por verse”.
Horacio Fontova durante el mini-show decía: “No es un acto de protesta, es un acto de nostalgia. No hay que tomar medidas tan rígidas”. Más adelante destaca que la virtud de las Brujas es el vaivén coreográfico que tienen, ya que hace que “no se permitan las rajaduras y accidentes que produce la rigidez. Si no, hace CRACK”. Cree que es un crimen que los borren, que como “porteño criado en Plaza Lavalle” es parte de la historia de Buenos Aires. Pide un esfuerzo al cambiar el voltaje y que sean mantenidos como los subtes de Budapest, como dijo Maximiliano anteriormente, que son “más viejos que estos, pero fueron remozados periódicamente”. Y mientras suena “Desconfío de la Vida” de Pappo, la Bruja a un paso de ser jubilada inicia viaje. Posiblemente con rumbo al taller Mariano Acosta de Lacarra y Dellepiane en donde será reciclada, profanada o, en el mejor de los casos, devuelta a su hábitat: las vías de la Línea A.