Por Sebastián Tafuro. Damián Bevcar es un laburante del Ascenso. Jugador clave en el Ituzaingó que subió a la C, en esta entrevista nos habla de la ligazón entre el fútbol y las inquietudes sociales y políticas que lo vincularon en su momento con el FPDS y que hoy lo encuentran a punto de terminar la carrera de Trabajo Social en La Matanza.
La Primera D fue dominada de punta a punta por Argentino de Quilmes, que llegó a enarbolar 14 victorias consecutivas para consagrarse campeón y regresar a la C. En un lote de varios equipos que pelearon arriba, estaba Ituzaingó. Tradicional institución del Oeste del Conurbano bonaerense, el Verde accedió al Reducido y derrotó a San Martín de Burzaco y Deportivo Riestra para conseguir el preciado segundo ascenso y acompañar al Mate una categoría más arriba.
En ese plantel, se desempeñó Damián Bevcar, un talentoso volante que ha paseado su técnica por varios clubes del mundillo de las denominadas “categorías menores” del fútbol argentino. Un personaje distinto, que ha resaltado no sólo por sus cualidades futbolísticas sino por hacer visible -dentro de las posibilidades mediáticas que existen- su mirada más allá de la pelota. Alguien que alguna vez dijo lo siguiente sobre la carrera que estudia: “El Trabajo Social es algo que me apasiona y espero poder volcarlo no solo en lo que se entiende como “asistencia” sino como un instrumento para darle a la gente una mejor calidad de vida”.
–¿Qué implica en tu vida el Ascenso?
Yo juego en Primera División desde el año 2001, uno siempre trata de estructurarse la vida en base al club donde está, en base a los entrenamientos, hoy por hoy representa algo muy importante. A veces uno no sabe si tomarlo como un trabajo o como una actividad muy disfrutable y hermosa. Es complicado definirlo.
-Estás cursando Trabajo Social y además fuiste parte del FPDS, ¿cómo compatibilizas el estudio y la política con tu actividad deportiva?
Estoy terminando la carrera de Trabajo Social en la Universidad de La Matanza, supuestamente éste tendría que ser el último año. Tuve la suerte de haber participado en el Frente acá en la parte de Matanza unos años, la verdad es que fue una experiencia muy rica.
Respecto a la relación entre esos ejes, yo lo veo todo como muy relacionado. Es muy difícil por ahí escindirme de mi lugar futbolístico a la posición política a la profesión. Con el correr del tiempo fui encontrando muchos nexos. A veces es complicado hacer todas las actividades plenamente, poder direccionar bien las energías y no descuidar los distintos espacios. Uno trata de pararse siempre en el mismo lugar ya sea en el laburo como en el fútbol como en la facultad.
-¿Cómo está jugando el día después de colgar los botines? ¿Existe la posibilidad de pensar en un Bevcar entrenador de Inferiores o de Primera?
Es algo que me viene maquinando bastante. Tengo 29 años y creo que la vida del ascenso es bastante cruel en cuanto a lo físico, no tenemos los cuidados que por ahí tienen los jugadores profesionales. Esa vida útil que solemos tener se acorta. La idea es poder terminar la facultad y ver de hacer el curso de técnico. Y después ver en qué lugar posicionarme, si es más una cuestión de formación en inferiores o si es una cuestión más arriba. También esta esto del Trabajo Social, ver de poder mechar las dos cosas, pero siempre tratando de pensar donde poner el pie más fuerte, si en el deporte o en lo social. Son cosas que tengo que ir resolviendo.
-En general no se les pregunta mucho a los jugadores sobre lo que piensan políticamente, ¿crees que hay un desinterés de los propios protagonistas o existe cierto prejuicio del periodismo?
Como las estructuras de las entrevistas son siempre las mismas, tanto de un lado como del otro, uno se termina poniendo un cassette o el piloto automático y le da para adelante. A mí la experiencia personal, sobre todo por esto del Ascenso que por ahí a veces carece de esa profesionalidad donde todo se circunscribe a la pelota, yo me he encontrado con gente con la que se puede discutir, charlar; también hay intereses externos a la pelota, porque no termina siendo el único medio de vida, porque no es la única proyección que uno tiene hacia futuro. Hay mucho de prejuicio y a veces no importa mucho sacar a la luz estas historias o estas cuestiones.