Por Noelia Leiva. Detrás de quienes viajan al Encuentro Nacional de Mujeres hay testimonios de vida. Hoy Marcha presenta a una agrupación territorial del Conurbano bonaerense que busca deslegitimar la violencia que viven u observan sus integrantes.
Veintinueve caminos lleva recorridos el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM). Año tras año, resiste desde distintas provincias argentinas al patriarcado que es transversal a toda frontera. En sus últimas ediciones, la participación fue mayor y diversa: trabajadoras, desempleadas, madres, hijas, compañeras, feministas recaudaron el dinero para viajar y ser parte. Esa también es la historia de las Mariposas de Villa París, una agrupación territorial de la browniana Glew que trabaja para desnaturalizar la violencia y que irá a Salta en octubre porque conocer testimonios sobre cómo salir de la cárcel normativa del machismo cambia la mirada.
Los testimonios de las personas que construyeron el barrio en tierra ociosa de Almirante Brown, muchas nacidas en Bolivia y Paraguay, tienen distintos puntos de conexión con el patriarcado arraigado en la cultura. Para algunas, caminar hasta la parada del colectivo y que los varones les silben era normal. Para otras, lo cotidiano era ayudar a sus esposos a construir su casa y luego encargarse de la comida, y luego de los hijos o las hijas y luego… Aunque el cambio no es ni total ni rotundo, participar de los Encuentros les hizo, al menos, preguntarse si había otra realidad posible.
“El Encuentro Nacional de Mujeres es un antes y un después para nosotras porque ahí podemos juntarnos y conocer distintas realidades de nuestro país; no es lo mismo la realidad de las mujeres del norte a las del sur”, aseguró Myriam Machaca, referente de la ONG. Las experiencias de años anteriores les permitieron que algunas vecinas empezaran a decir que no a los comportamientos habituales, que implica “dejar de repetir los discursos que se escuchan en la escuela o en la calle. Por qué no probar con otras cosas que una piensa que está mal”, instó una de las vecinas que se animaron a la tarea de “conocer a otras mujeres y a sí misma”.
Para participar, organizan ferias donde venden tejidos, artesanías y platos típicos que realizan en sus talleres. Aprender oficios tiene un trasfondo liberador porque les da ingresos propios de manera de no depender de sus compañeros, que en general son los únicos que trabajan en el mercado formal o el informal.
“Son penas muy encimadas /ser pobre y ser mujer./ La rica tiene derechos, /la pobre tiene deber./ Ya es mucho sufrir por pobre /y por ser mujer”, se escuchó en una jornada mensual contra la violencia de género que realizaron Las Mariposas junto a otras organizaciones y autoconvocadas en el sur del Conurbano bonaerense. Empoderarse al charlar con las demás da herramientas simbólicas de lucha y demuestra que existe un camino vinculado con generar lazos horizontales en la economía, como un primer paso a deconstruir la doble opresión: pertenecer al supuesto “sexo débil” y a un barrio popular.
En lo inmediato, como muchas agrupaciones de mujeres de la región, venden sus productos para pagar el micro que las llevará a Salta entre el 11 y el 13 de octubre. Allí, hay estadía solidaria para quienes no pueden costear ese gasto.
“Tengo 75 años y para mí fue una experiencia hermosa” acudir al Encuentro anterior, que se realizó en San Juan, explicó otra de las integrantes de Las Mariposas. “Voy a ir hasta que me lo permita la cabeza, siempre acompañaré a mi hija en la lucha”, prometió.
Femicidios nunca más
Para la familia de Gabriela Consme, el 28º Encuentro Nacional de Mujeres tuvo un sabor agridulce, porque las vivencias que Loly, la mamá de la joven, trajo de San Juan eran importantes para luchar por una comunidad sin violencia, pero al llegar el panorama era cruento. Hacía días que Gabriela estaba desaparecida y cuando volvieron las representantes de Glew se enteraron de que había sido asesinada por su ex pareja, que ya había tenido acusaciones por maltrato.
“Estaban tan felices por haber viajado” era la frase que las compañeras que se quedaron en el sur repetían cuando se enteraron por mensaje de texto que todavía había mucho por lo que pelear. Como la violencia es múltiple, la noticia se conoció entre las pares el mismo día que en la plaza Victorio Grigera de Lomas de Zamora se organizaba un festival en solidaridad con niñas que habían sido abusadas en una fiesta privada por jóvenes de un reconocido colegio vinculado con altos dirigentes del Ejecutivo local.
Este año las mujeres de Villa París volverán a participar y reclamarán justicia por Gabriela y todas las que murieron en manos de dignos hijos del patriarcado, una cada 30 horas según datos de La Casa del Encuentro. Llevarán las historias de las luchas comunes y a la vez diversas, para acercarse un poco más a un mundo en equidad.