Por Ivana Romero. Análisis del film documental español que desnuda la persecusión judicial contra el juez Garzón luego de su intento de investigar los crímenes del franquismo. Se proyectará en el Bafici los días 12, 15 y 22 de abril.
“Mi madre y mi padre murieron por un tiro en la nuca. Y sin embargo, los llamaban ‘asesinos’. A quienes los mataron nadie les decía nada, iban tranquilamente por la calle”, dice Hilda Farfante. Cuenta que cuando su madre fue secuestrada, el padre se presentó voluntariamente para saber por qué habían detenido a su esposa “pensando que si se presentaba él, la soltarían”. Le ataron las manos. Le dispararon. Lo dejaron en un barranco. Hilda tenía cinco años. No puede reprimir las lágrimas que le caen sutilmente entre los pliegues de sus arrugas. Y por un instante, el dolor la convierte en niña otra vez. “Yo echaba de menos a mis padres. Encima de que no podías decirlo ni hablar ni llorar por ellos, a todas horas les decían ‘rojos, asesinos’”. Ella, dice, quiere que España sepa la verdad sobre el franquismo (1), ese período que atraviesa la historia del siglo XX del país como una herida evidente y, paradójicamente, todavía silenciada.
Farfante es una de las diez entrevistadas en La Tinta Negra (el caso Garzón y los crímenes del franquismo) (2). Este documental español, que se estrena en el Bafici (3) el 12 de abril, reconstruye en cinco capítulos lo ocurrido a partir de la decisión que tomó el juez Baltasar Garzón (4) en 2006, cuando inició una investigación sobre los hechos ocurridos durante el régimen y los años posteriores, considerando que se trataba de “crímenes de lesa humanidad” (5). En ese momento, Garzón recibió denuncias de familiares de 130 mil víctimas asesinadas durante el período. Se trató de un hecho inédito en la historia española que, no obstante, fue resistido. Declarado no competente, acusado del delito de prevaricación -algo así como de dictaminar algo absolutamente arbitrario- y suspendido de sus funciones, Garzón se convirtió en la figura que abrió el terreno para la puja y el choque de ideologías e intereses.
El film sigue este caso a través de testimonios, explicaciones e imágenes documentales en un recorrido en el que es imposible no encontrar puntos de conexión con la historia argentina. Entre las personas que dan testimonio se encuentran profundos conocedores del derecho internacional como Carlos Slepoy, presidente de la Asociación Argentina Pro Derechos Humanos de Madrid y uno de los abogados que consiguió la condena del ex marino argentino Adolfo Scilingo (6). O José Antonio Martín Pallín, juez emérito del Tribunal Supremo. O Carlos Jiménez Villarejo, que en 2008, a propuesta de Garzón, integró el grupo de expertos encargado de la búsqueda de fosas comunes y la identificación de las víctimas en el sumario contra los crímenes del franquismo.
También aportan su testimonio integrantes de las principales asociaciones de Memoria Histórica en España. Inclusive habla el abogado Miguel Bernad, dirigente de la organización Manos Limpias, acusada en numerosas ocasiones de ser una organización ultraderechista que impulsó una de las demandas contra Garzón durante los juicios que culminaron con su inhibición como juez.
“La ley, escrita con tinta negra sobre papel blanco, puede llegar a ser el arma más contundente contra la injusticia. Es el hombre quien la engrandece o la pervierte” se lee al comienzo del documental, que se estrenó en España en noviembre de 2011 en Filmin (7), un prestigioso portal líder de cine online. “Durante dos semanas consecutivas estuvo entre las cinco películas más vistas. Aún así, como no ha tenido el apoyo de ninguna cadena de TV o distribuidora, por ahora la exhibición es limitada”, cuenta vía mail su director, Sebastián Arabia (8).
Quien mira el film advierte que esa limitación no es casual. Arabia explica que, justamente, La Tinta Negra relata una historia “única, en un momento único”. “Por un lado, era la primera vez que un juez valoraba los crímenes del franquismo como crímenes de lesa humanidad; algo histórico, sobre todo con un tema que estaba enterrado en el más absoluto de los olvidos. Por otro lado, desde que Garzón abre la investigación, el debate social -potenciado por muchos medios de comunicación- se desvía rápidamente a cuestiones de si ‘Garzón nos cae bien o si Garzón nos cae mal’, o a discutir sobre el caso basándose en meras opiniones personales pero carentes de conocimiento en del derecho internacional. Por último, era una oportunidad única en la que la guerra civil y la dictadura pasaba a estar de nuevo en la actualidad. Todo esto se concentraba en poder narrar una historia de nuestro presente más actual, al mismo tiempo que contar un siglo de la historia de nuestro país”.
Para llegar al momento de filmación, Arabia y su equipo debieron investigar archivos judiciales, familiarizarse con el vocabulario específico y luego buscar la manera de sintetizar esa información. Porque sí, es una película que argumenta sobre la existencia de los crímenes, sobre el modo en que fue abordado (y resistido) el pedido de Garzón para abrir una investigación al respecto, sobre los silencios que pesan en el presente. Y lo hace, esencialmente, basándose en la ley. También, en hechos tan contundentes como que, desde 1939 a 1945 fallecieron en las cárceles españolas 192 mil personas por fusilamiento, por privaciones, enfermedad, o hambre. Aún así, es difícil conocer la cantidad exacta de personas asesinadas, perseguidas y exiliadas durante el período de la Guerra Civil y el posterior aunque se estima que la cifra podría ascender más allá del medio millón.
Una de las secuelas del franquismo es la apropiación y desaparición de chicos. Mar Soriano, coordinadora de la Plataforma de afectados por el secuestro de niños, sigue buscando a su hermana Beatriz, secuestrada en los años 60. En el documental se refiere a Antonio Vallejo Nágera (9), psiquiatra en jefe de Franco, que puso la psiquiatría al servicio del régimen a través de experimentos espeluznantes. En 1938, por ejemplo, algunos miembros de las Brigadas Internacionales presos en Burgos y mujeres republicanas presas en Málaga fueron sometidos a testeos físicos y psicológicos que, según documentos de esos años, buscaban detectar el “biopsismo del fanatismo marxista”. La conclusión era que era posible eliminar esta suerte de “gen rojo” si se separaba a los niños de sus familias.
“Esa idea continuó durante los sesenta, los setenta e inclusive en los ochenta, cuando ya Franco había muerto”, asegura Soriano. Y cuenta que, durante un viaje que realizó a Austria, un alemán le dijo que casos como el de la desaparición de su hermana hay varios. “Muchos padres pueden pensar que en nuestro caso hubo fronteras y que los hijos y hermanos están en otras comunidades de España pero no es cierto. Hay muchos niños afuera de nuestro país. Pueden estar en Alemania, en Italia; o sea que no será fácil encontrar a nuestros hermanos e hijos”, advierte.
Arabia considera que “algunas de las conclusiones a las que podemos llegar con esta película es la de la precariedad de la democracia en España, fruto de su herencia de la dictadura”. Y agrega: “También, la de confirmar que aquí hubo un auténtico genocidio que es negado sistemáticamente por las más altas instancias gubernamentales. Y la de evidenciar la mala salud de una parte muy importante de la sociedad española, que no tiene ningún reparo en maltratar y denigrar a las víctimas y falsear la historia”.
Algo similar apunta Emilio Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica. Este periodista relata su visita a un pueblo cercano a Madrid en 2010 para hablar sobre el trabajo de la organización que dirige y, claro, de los crímenes del franquismo. “Cuando acabó el acto, la mujer que me presentó cerró diciendo que le agradecía a los presentes su valentía por estar allí”, dice. Y subraya el hecho de que esto no ocurrió hace años sino ahora. El problema de la sociedad española, explica, es la estructura de violencia y silencio sobre la que se sigue asentando. “Eso opera visiblemente e invisiblemente en la conciencia colectiva. Muchos de los caciques de este país son los hijos de quienes se apropiaron de cosas que no eran suyas, los hijos de quienes asesinaron a los legítimos dueños de esos bienes”, afirma.
La conclusión es sombría. Para Arabia, Silva -y para otros entrevistados- la lógica franquista pervive en una capa amplia de la dirigencia política, en las personas más influyentes del derecho, en los grupos económicos y también en la sociedad. Eso explicaría por qué la tinta negra de la palabra y de la justicia siguen siendo peligrosas. Aún así, fluyen con obstinación, capaces de horadar la piedra ominosa del olvido.
1) http://es.wikipedia.org/wiki/Franquismo
2) www.latintanegralapelicula.es
3) http://www.bafici.gov.ar/home12/web/es/films/show/v/id/631.html
4) http://www.elpais.com/especial/caso-garzon/
6) http://edant.clarin.com/diario/2005/04/20/elpais/p-00601.htm
7) http://www.filmin.es/pelicula/la-tinta-negra
8) http://www.filmin.es/director/sebastian-arabia
9) http://www.elmundo.es/cronica/2002/111/1011609459.html
Trailer en YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=S9l77kjwUB4