Por Natalia Revale*. La fábrica de cerámicos tomada y actualmente expropiada y gestionada por sus trabajadoras y trabajadores muestra su apuesta al arte. El relato de un mural y el recuerdo del XXIII Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Neuquén.
La antigua fábrica Zanón en Neuquén, al sur del país, tradicional productora de cerámicos, fue uno de los símbolos de la crisis de 2001. Mostró como la clase social más pudiente abandonaba las fábricas dejando miles de desocupados y desocupadas. Sin embargo, lo más importante fue lo que mostraron quienes allí trabajaban. Dieron un ejemplo al tomar la fábrica y ponerla a producir nuevamente. Este acontecimiento generó una inmediata red de solidaridad que surcó el país y rompió fronteras. Se empezaba a dar una relación de ida y vuelta entre la fábrica tomada por sus trabajadoras y trabajadores y el pueblo, con las organizaciones y con un compromiso más allá de los intereses propios de preservación de la fuente de trabajo; se había abierto una puerta. Una salida hacia el trabajo, la cultura y la identidad.
En 2008, FaSinPat (Fábrica Sin Patrón), como hoy se denomina la fábrica, fue sede del XXIII Encuentro Nacional de Mujeres. Un gran desafío para la comisión de mujeres, que siendo apenas el 10 por ciento del total de la planta laboral, tomó esa tarea con absoluto compromiso. Sin embargo, a pesar de la apertura hacia el arte y la inclusión de los derechos de las mujeres, no pocas fueron las dificultades en el camino de la lucha antipatriarcal.
En aquella oportunidad, como cuenta Zulma Morales, integrante de las comisiones de Mujeres y Prensa y Difusión: “Pudimos observar que lo organizativo no era quizás lo más complejo, sino que lo más complejo era obtener el apoyo del conjunto de los compañeros. Desde ya que eso implicaba un importante crecimiento al interior de la fábrica”. Fue en ese marco que desde el Espacio de Mujeres del Frente Popular Darío Santillán se propuso a la comisión la realización de un mural cerámico que diera cuenta del proceso que se venían dando las compañeras al interior de la fábrica.
Durante una semana, previo a la apertura del encuentro, se pudo desarrollar la tarea, que dio como resultado un mural de seis metros de largo por casi dos metros de altura, que fue emplazado en la entrada del predio y fue la imagen elegida para fotografiarse las miles de mujeres que transitaron los días en que tuvo lugar el Encuentro.
El camino de la recuperación
Luego de casi seis años de su realización, el mural sufrió deterioros ya que su emplazamiento fue transitorio, y lo que muchas veces se proyecta como una situación provisoria, paso a ser algo permanente, por lo que su colocación definitiva fue postergada.
“Para nosotras es muy importante y significativo el hecho de haber recuperado el mural que se había deteriorado con el agua y perdido piezas. Teníamos la intención de colocarlo nuevamente pero no era fácil por nuestros medios. Había una gran valoración del trabajo y del mensaje que transmitía, por eso fue un desafío poder volver a armarlo y que varios compañeros hayan tomado la tarea”, relató la trabajadora de FaSinPat.
Zulma nos cuenta qué significa para ellas el mural cerámico en la fábrica: “Se debatió el lugar en donde estaba y se definió colocarlo en uno de los lugares más visibles de la fábrica, en la entrada misma. Se valora mucho el gesto y la consigna, que evidentemente es el trabajo que venimos haciendo al interior de la fábrica. En estos años el proceso de trabajo de la comisión ha avanzado. Se incorporaron más compañeras y la rotación en los puestos es más dinámica. El desafío en este momento es poder visibilizar el trabajo que se viene haciendo, así como poder articular con diversos grupos de mujeres de organizaciones, así como de fábricas en las que se vienen dando procesos similares”.
A través de un compañero, llegó un mensaje que decía “si pasas por Neuquén, hay que restaurar el mural, dicen las compañeras”. La respuesta fue “¡Cómo no!”. La tarea no fue fácil. Con dos compañeros caminamos unos 300 metros hasta el último galpón de la fábrica, bien lejos, un sector que casi no se utiliza. Allí habían guardado los paneles en donde estaban pegadas las piezas. Hicimos una tarea quirúrgica que consistió en despegar uno a uno los cerámicos. Luego, armar el rompecabezas, reconocer las piezas que faltaban y reconstruir aquellas que estaban partidas.
Los comentarios fueron variados cuando las piezas del mural comenzaron a circular de un sector a otro. “¡Por fin van a arreglar eso!”; “era una pena, ¡se estaba arruinando!”; “¡volvieron!”; “acá están algunos de los colores que usaron… Otros los guardamos hasta hace un tiempo que tiramos las cajas con los potes”, se escuchaba. En el sector de pastas (así le dicen al lugar en donde preparan los colores) analizamos uno a uno los que habíamos utilizado en el mural y comenzamos a realizar pruebas. Los compañeros del sector ayudaron en esta complicada tarea. También compañeras del MTD de Cipoletti, que se sumaron a compartir la jornada.
Fueron días de frío y lluvia. El corazón de fábrica no tenía la temperatura que hubiera hecho honor a su nombre. Con apenas dos hornos en funcionamiento ese fin de semana, logramos coser las piezas, y para la colocación, nos acompañó un sol radiante que ayudaba a ver las variantes de colores viejos y nuevos, y también algunos ojos brillantes, contentos, de tarea cumplida.
Compañeras y compañeros de prensa y difusión registraron el proceso y también prepararon la mezcla para la colocación, esta vez definitiva del mural. ¿La leyenda? “Sin las mujeres, la lucha va por la mitad”.
*Artista. Integrante del Espacio de Mujeres del Frente Popular Darío Santillán.