Por Florencia Goldsman, desde San Pablo. Más de 250 mil personas fueron removidas de sus casas en los diferentes estados en el contexto de las obras vinculadas a la Copa. Las mujeres, las que más cargan con los costos de los desalojos.
En el contexto de la Copa del Mundo las ciudades viven una profundización del proceso de acumulación neoliberal. Al tiempo que las manifestaciones se multiplicaron en las principales metrópolis la seguridad y la vigilancia se reafirman como mercados florecientes. Desreglamentación, flexibilización y privatización son prácticas que acompañaron la reestructuración de las ciudades con la intención de abrir el espacio para los capitales inmobiliarios de infraestructura y servicios en Brasil. Desde antes de la Copa y durante el transcurso del evento, más de 250 mil personas fueron removidas de sus casas bajo diferentes razones esgrimidas por las autoridades de los diferentes estados.
“El déficit habitacional en país es de 7 millones de familias. Lo que resulta curioso es que no es necesario construir 7 millones de casas. Con un millón bastaría, pues tenemos 6 millones de casas ‘ociosas’ que podrían ser expropiadas por el poder público” explica Guilherme Boulos, coordinador nacional del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo –MTST- en una entrevista sobre esta cuestión candente.
En este contexto de las obras de transformación urbana vinculadas a la Copa las mujeres son las que más cargan con los costos de las remociones y los desalojos. “Son ellas las que cuidan de lo cotidiano, que se desorganizan de forma intensa y violenta con la retirada de sus casas. Con la remoción no sólo se pierde el valor monetario de la casa, como también el acceso a la escuela o el acompañamiento médico sino también el centro de salud y las redes de sociabilidad que ayudan en el día a día con los hijos; las casas de amigos, la relación con el lugar. Esa desestructuración de las redes de sociabilidad y de pertenencia que las remociones efectivizan tienen un impacto inmenso en la vida de las mujeres: afectivo, económico, en el tiempo y en el trabajo”, señala Joana Barros, asesora nacional de la Federación de Órganos para Asistencia Social y Educacional –FASE-, en una entrevista otorgada a Brasil de Fato. La especialista refuerza la tesis de que los megaeventos deportivos sirven a un proceso de transformación urbana que profundiza las desigualdades, en particular las de género.
En este marco, el estado de Minas Gérais cuenta con casi 3 mil ocupaciones urbanas y el mapeo sufre de inexactitudes debido a la constante necesidad de “moradas” por parte de pobladores/as. San Pablo, Río de Janeiro, Recife, Belo Horizonte y la lista continúa.
En una visita a la ocupación conocida como Dandara, al norte de la ciudad de Belo Horizonte, Terezinha Marcolina de Nacimento, habitante de una ocupación urbana que resiste los embates de la policía y del sector inmobiliario desde hace más de cinco años, compartió su historia.
Esta mujer de 57 años relata que cuando llegó, hace un año y medio, al terreno elegido para la ocupación atravesó varios desafíos. Antes de construir su casa vivió un año bajo las paredes de una carpa de lona. Asimismo, los materiales eran ingresados a la zona a cuenta gotas, a escondidas, por las noches y con ayuda de uno de sus hijos que lograba distraer a la policía que no paraba de asediar a las personas que organizadamente habían decidido ocupar este espacio ‘ocioso’ en la ciudad. Cuando, después de ese año inicial, pudo levantar algunas paredes y darle forma a su nuevo refugio comenzó a recibir a su familia, compuesta por ocho mujeres y dos hombres. Hoy, Terezinha comparte las tres habitaciones y una cocina que logró conseguir a base de luchas y reivindicaciones de un colectivo de mujeres y hombres organizados.
Ocupa con cultura
Paula Kimo participa del Espacio Luis Estrela , situado en el barrio de Santa Éfigenia en Belo Horizonte. Desde principios del año pasado, antes de las enormes manifestaciones callejeras de junio de 2013, este espacio -un antíquisimo caserón abandonado en la capital de Minas Gérais-, comenzó a ser pensado por un grupo de artistas y activistas que estaban buscando un inmueble para ocupar. Visualizaron esta ocupación en el marco de un pensamiento que concibe a la ciudad de manera intencionada, en función de cuestionar los modelos de política cultural existentes, la falta de espacios para los artistas y los lugares para la consolidación de los movimientos sociales. “En el mapeo de inmuebles públicos abandonados en Belo Horizonte encontramos esta casa, un caserón abandonado hace 19 años. Las manifestaciones de junio ayudaron a ‘calentar` ese grupo que se formó antes de junio que planeó para octubre una ocupación: una acción de entrada para este caserón. Ya tenemos ocho meses de estar aquí”, cuanta Paula.
Respecto del Mundial, Kimo reflexiona sobre la Ocupación Luiz Estrela como un espacio de resistencia cultural y política “donde las personas se reúnen y se encuentran tanto para intercambiar experiencias como para planificar acciones conjuntas. Es importante tener este espacio durante la Copa y prestar atención sobre lo que aquí ocurre; nosotros como espacio no hicimos ninguna actividad en contra de la Copa pero gran parte de los integrantes del colectivo forman parte de otros movimientos que la están monitoreando, acompañando los desalojos y viendo qué es lo que sucede con las personas en situación de calle”.
El espacio lleva el nombre Luis Estrela en homenaje a un artista marginalizado, un hombre que vivía en situación de calle en la misma ciudad y que fue asesinado durante un día de juego de Brasil en la Copa de las Confederaciones, el año pasado. “Nosotros sabemos que durante la Copa se está dando una ´higienización social´, de sacar a la gente de la calle, de llevarla para no sabemos dónde, como si la persona que vive en la calle no fuera una persona que perteneciese al día a día de la ciudad. Tanto adultos como adolescentes, que están ahí, que hacen parte y tienen derechos de vivir en la calle”.
La propuesta es que sea un espacio para el arte y la cultura, no un espacio para vivienda a diferencia de otras ocupaciones en el país. Luis Estrela, así como Ocupa Ouvidor en Sao Paulo, son ocupaciones urbanas que centran en la intervención de espacios para desarrollar cultura independiente y convertirse en focos centrípetos de política y arte. Sin embargo, señala la entrevistada “siempre hay alguien que necesita residir en algún lugar en caso de urgencia, recibimos a algunas personas que precisan de un lugar para quedarse. Es un punto de tensión porque al ser una ocupación muchas personas piensan que es para vivienda, pero aquí el proyecto político que se construye no pasa por eso. También tenemos momentos en los que acordamos que es importante que aquí vivan personas por que es un caserón que todo el tiempo tiene personas que llegan y salen entonces es importante tener guardianes del espacio, pero de cualquier manera es una pauta que todavía no está cerrada. Una cosa sobre la que estamos aprendiendo cómo es que va a ser, que no tiene a nadie viviendo de manera definitiva pero si personas que ocupan o pasan por aquí por un período determinado”.
El lugar tuvo variadas identidades: fue un hospital psiquiátrico durante años, después fue una escuela, también un espacio usado por la prefectura durante la dictadura militar “entonces no se sabemos qué ocurrió en ese período. El caserón es del gobierno del Estado, que conseguimos que lo cedieran para que lo pudiéramos usar por 20 años, con la prefectura de Belo Horizonte, que tampoco tiene relación con ninguno de los movimientos sociales de la ciudad. El Estado sólo se relaciona porque es un oportunista y no le queda otra”, explica.
Respecto de la convivencia con vecinos, policías y comunidad en general, Paula relata que la relación fue cambiando. El ingreso fue, sin embargo, una fiesta barrial que revivió la cuadra. “Cuando entramos aquí lo encontraron `bueno´ porque ingresamos con alegría, más 20 personas con un sketch improvisado en la calle. ´Qué bueno que están haciendo eso en este caserón abandonado´” se rumoreaba. Algo parecido sucedió con los vecinos que pasaban por aquí y hasta agradecían que el espacio hubiese sido reabierto.
Con el tiempo, la dinámica con los vecinos y vecinas mudó por que también cambió la dinámica de la calle: “hay más artistas circulando, más activistas, más gente loca, hay más fiestas, la gente fuma marihuana en la calle. Entonces los vecinos se incomodan y ahí nosotros intentamos un diálogo continuo con ellos. La ciudad en sí misma tiene una dinámica compleja y nosotros estamos intentando relacionarnos con los espacios que nos rodea, y las críticas también son importantes” señala.
Fotos: Midia Ninja
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