Por Leonardo Candiano. A pocos días del reestreno de Mientras cuido de Carmela (Poético monólogo de humor político), charlamos con su protagonista, Manuel Santos Iñurrieta, actor y director del grupo de teatro independiente Bachín.
Con la dirección de Manuel Santos Iñurrieta y conformado por Carolina Guevara, Julieta Grinspan y Marcos Peruyero, el Bachín es hoy día uno de los principales grupos de teatro independiente de nuestro país. En sus 14 años de existencia ininterrumpida ha consolidado una estética y un lenguaje propios gracias a sus 10 puestas originales construidas desde su creación, en el 2000.
El próximo sábado 3 de mayo a las 20:30 horas -y durante todos los sábados de mayo y junio- en el Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543, C.A.B.A.), el Bachín reestrena Mientras cuido de Carmela, monólogo político y humorístico escrito y protagonizado por su director. Este trabajo fue destacado en los premios Villanueva que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y nominado en nuestro país a los premios Florencio Sánchez por su puesta en 2013.
La obra transita la tensión producida en un comediante al momento de tener que escribir una escena para una futura obra mientras debe cuidar a una pequeña niña. Sin embargo, como todo trabajo del Bachín, la obra es muchos más que eso, pues esa historia funciona como el pie necesario para hilar la problematización que se va generando en la puesta respecto del rol del teatro en una comunidad, el lugar de la poesía, la omnipresencia de la política, y la relación entre nuestra historia pasada y el presente que vivimos.
Mientras cuido de Carmela recupera la tradición del monólogo político, tan cara a la historia artística nacional, llevada adelante esta vez por un clownesco personaje que mixtura al cómico rioplatense con el actor brechtiano. Así, Santos Iñurrieta logra enlazar dispositivos de la lírica, la épica y la dramática en un potente relato, tan emotivo como humorístico, tan ensoñador como racional.
Sobre este tema, y sobre el trabajo grupal del Bachin, charlamos con el protagonista de esta historia a pocas horas de que nuevamente podamos disfrutarlo sobre las tablas.
Como grupo de teatro independiente, el Bachín se caracteriza por trabajar todas sus puestas colectivamente. ¿Cómo es en este caso armar un monólogo dentro de un grupo?
Está bien que digas monólogo y no unipersonal, porque ciertamente es eso, un actor hablando y accionando sobre el escenario, pero que es producto de este trabajo que realizamos entre todos.
Teníamos la experiencia previa de Crónicas de un comediante (2008). Los dos espectáculos los comencé escribiendo yo, pero esa escritura tiene que ver con el proceso grupal, porque son parte de las discusiones que tenemos en los espectáculos y también grupalmente como equipo. En los dos espectáculos aparece la idea de la estética, de un tipo de lenguaje, de un teatro para qué y para quién. Son ideas que se desprenden naturalmente de esa vida grupal, así que desde ahí ya está involucrado el grupo.
En la práctica, es prueba y error en el escenario y la confianza de estar en un colectivo de gente, con compañeros y compañeras en los que uno confía y que tienen una mirada sobre lo que uno hace para poder potenciar el trabajo, y para orientar al actor que habita en uno para que no repita los mismos errores de siempre.
El personaje que construís es una síntesis entre un típico comediante argentino y un personaje brechtiano. Esto tiene que ver con la tradición del Bachín, de tomar las fórmulas de Brecht como propias. ¿Cómo trabajás esa síntesis entre lo más nacional y esa teoría que les sirve de base?
Ese es el gran desafío, cómo a esa teoría que nos sirvió de base, a esos lineamientos para el teatro épico planteados por Brecht, se le pone la carne, el territorio, la idiosincrasia, las tradiciones de una forma de actuación nacional, que remite a la comedia nacional por supuesto. Entonces aparecen esos guiños a Tato, a Olmedo, A Pepe Biodi, a Sandrini, pero el desafío aparece en realidad cuando encarás cualquier tipo de proyecto, por ejemplo, cuando encarás un clásico. ¿Cuál es nuestra impronta, como actores que vivimos en Buenos Aires, que tenemos una mirada sobre lo nacional y lo latinoamericano, respecto de ese clásico que vas a trabajar? ¿Cómo ese espectáculo lo hacemos nuestro? Las técnicas de actuación tienen mucho que ver, las referencias y la utilización de los recursos escénicos también.
Curiosamente, hay una nota muy linda, que comparto en parte -y eso está bien-, de Alberto Ure, que se llama “¿Usted dejaría que su hermana se case con un brechtiano?”. Es una nota donde hace una crítica a determinada forma en que algunos directores nacionales encaraban el teatro de Brecht, y hablaba de una dificultad, porque había como una reproducción, una lógica de pensar el clásico como algo que está en conserva digamos, demasiado arriba -incluso, en ese sentido, como antibrechtiano-, casi con una frialdad europea, cuando nosotros tenemos otra pasión. En esa síntesis entre los pasos de comedia como los apartes, y los distanciamientos, hay que encontrar un punto de encuentro.
Además, cuando piensa en la universalidad de los temas que se tratan, encontrás por dónde entrarle, porque la injusticia, el odio, el amor, son temas universales, y desde ese sentido se hace más fácil hacerlos propios y a la vez ser medianamente respetuosos con el original.
Ustedes hablan de una búsqueda constante de emotividad en sus obras. Eso muchas veces se piensa desligado de lo racional, algo que en Brecht no es así y que en ustedes tampoco. ¿Cómo ven ese vínculo entre las dos cosas? Porque su teatro apela constantemente a la racionalidad, por ser brechtiano y por la impronta política que le ponen, pero también van todo el tiempo tras lo emotivo.
Sí, está muy bien lo que planteás. Cuando uno empieza con las lecturas de Brecht por ahí ve un primer Brecht radical, que se pelea con Aristóteles, con la catarsis, con la emoción, pero cuando lo seguís leyendo y profundizando, vas desandando eso. No hay ausencia de emotividad en Brecht, uno lee sus obras y son sumamente emotivas. En todo caso, cambia el orden de los factores, Brecht plantea que sea la razón la que empuje hacia la emoción, y no al revés.
En nosotros, sin ningún lugar a dudas, la manera de conectarnos es emocional, la manera de llegar de otra forma al público tiene que ver con las ideas, pero también con las ideas puestas en acto, en una acción y, por ende, con una carga emotiva potente.
Vos tenés una hija que se llama Carmela, ¿cuánto tiene que ver eso en esta obra?
Obviamente mucho, y no sólo desde el título. Carmela tiene 5 años, nació un 24 de marzo, casualmente, ¿no? Como una resignificación de esa fecha para mí. Y tiene que ver justamente con lo que hablábamos recién, el discurso político y la emoción, ahí está sintetizado. Por ejemplo, en términos formales, yo empecé a escribir los monólogos políticos, los tenía, pero faltaba la obra, y la obra no era eso, la obra era otra cosa. La obra era el conflicto entre ese discurso político y lo humano, y lo humano tenía que ver con lo afectivo, y lo afectivo podía vincularse con una niña -como finalmente fue-, o podía ser con un padre, con una novia, etc. Esa tensión entre lo que pienso y lo que siento, y lo que hago, era la obra. La obra trata de un comediante que está escribiendo un texto mientras cuida a una niña, y esa tensión es fabulosa, le da carnadura a nuestras ideas.
Lo político como lo no solamente “político”. En un momento de la obra el comediante que está escribiendo el texto y cuida de Carmela dice algo así como que no se banca a los que se dicen comunistas pero tratan mal al mozo del bar.
Sí, sí. Inventamos una nueva categoría, la de los socialistas atípicos, no utópicos, que son los que hablan de ética o de moral pero tratan mal al mozo a la hora de pagar. Es necesario romper eso. La obra se ríe pero a la vez pone su reflexión sobre estas prácticas.
Ficha:
Mientras Cuido de Carmela (Poético monólogo de humor político)
Texto y Actuación: Manuel Santos Iñurrieta
Música Original: Julieta Grinspan
Asistencia Técnica: Marcos Peruyero y Jerónimo García
Dirección: Manuel Santos Iñurrieta y el Bachin teatro
Sábados de mayo y junio. 20:30 hs. Centro Cultural de la Cooperación Av. Corriente 1543. Sala Raúl González Tuñón (1º P)