Por Juan Nicenboim. En la noche del pasado 13 de noviembre la banda de Seattle hizo vibrar a más de 40.000 personas en el Estadio Único de La Plata con un increíble show de más de tres horas.
“El estadio se ve muy bien, pero ustedes se ven mejor”. A seis años de su primera visita, el cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder, se debe haber sorprendido del cambio entre aquel Ferro y este Estadio Único de La Plata. Así como esta vez el marco estuvo al nivel de lo que una banda como la de Seattle se merece, el concierto también estuvo a la altura de las expectativas de los más de 40.000 argentinos que festejaron su regreso.
Pearl Jam brindó un recital como los que acostumbra a dar en las giras norteamericanas. Una lista de temas elefantiásica, compuesta tanto de algunas gemas para el público más conocedor (You Are, Smile, Garden) como de una seguidilla de hits que salían como chorizos de la parrilla, uno atrás del otro (Jeremy, Last Kiss, Black, Betterman, Alive). El comienzo fue de ensueño: los hipnóticos arpegios épicos y legendarios de Release dieron comienzo a un show que duraría casi tres horas, compuesto por 34 temas. Aquella fue una de las ¡siete! canciones de su primer disco (Ten, de 1991) que tocarían a lo largo de la noche. Sucede que Pearl Jam programó su regreso triunfal a la Argentina en medio de las celebraciones por los 20 años de la edición de aquel álbum. Este año los festejos incluyeron al excelente rockumental “Pearl Jam Twenty” dirigido por Cameron Crowe (Casi famosos, Solteros, Jerry Maguire), recitales conmemorativos y reediciones varias.
Con un sonido inmejorable, potente y nítido, acto seguido la banda le aplicó un certero uppercut al público presente por medio de una violenta versión de Go. La intro de Interestellar Overdrive, del Pink Floyd de Syd Barret, dio paso al clásico número en vivo de Pearl Jam, Corduroy, a esta altura con un público extasiado. Los persistentes cantitos en forma de amenaza de “¡Sacá las vallas/la puta que te parió!” presagiaron desde temprano lo que finalmente terminaría ocurriendo. Mientras la banda arremetía con una poderosa y emotiva rendición de The Fixer, la valla del campo trasero cedió y las corridas se volvieron incontenibles durante unos minutos. La seguridad apostada en ese sector se vio desbordada y repartió a diestra y siniestra. Así y todo no pudieron evitar que muchos de los que estaban relegados al fondo, en virtud de una disposición inentendible, pudieran pasarse al campo general para disfrutar del recital como corresponde.
Sin embargo, nada detuvo la marcha de Pearl Jam, que mostró sus piezas aún más aceitadas que en aquella visita de 2005. Fieles a su estilo de llevar de gira a sus propias bandas soporte, esta vez Pearl Jam hizo debutar a X en Argentina (en la visita anterior había sido el turno de Mudhoney). En ambos casos Eddie Vedder y compañía hicieron uso de su masividad para difundir bandas menos populares pero más fundacionales. Esta decisión incluso puede leerse como un gesto de agradecimiento de Vedder y compañía por la formación obtenida gracias a aquellas luminarias del rock. Ese fue el caso, en anteriores ocasiones, de The Ramones, Sonic Youth, Frank Black e Iggy Pop, todos teloneros elegidos por Pearl Jam. X, banda formada en Los Ángeles en 1977, brindó una memorable lección de punk rock californiano y tuvo como invitado de lujo al propio Eddie Vedder en su último tema, quien además los mencionó muy especialmente durante su concierto.
Ya sobre el final del recital, y con las luces del estadio encendidas, el espectro de Jimi Hendrix sobrevoló a la multitud gracias a la guitarra de Mike Mc Cready, en el epílogo de Yellow Ledbetter.
Todo hace pensar que con este recital, después de esperar más de quince años por su primera visita y otros seis para esta segunda, finalmente Pearl Jam se va convirtiendo en un clásico argentino.
Será cuestión de creer en milagros.