Por Nadia Fink – @nadia_fink
Después de anunciar al aire, en el transcurso de su columna en el noticiero, que quieren desvincularlo de la TV Pública, conversamos con Pedro Brieger, el periodista especializado en política internacional, sobre su situación, el cerco mediático que construye el gobierno actual y el panorama actual de Latinoamérica.
¿Cuál es tu situación en la TV Pública y por qué decidiste contarla al aire?
Dos días antes de mis dichos (que fueron el 31 de marzo) me habían dicho que me sacaban del noticiero y también de la radio. En el caso de la TV Pública, que se mantendría el espacio de los sábados (Visión 7 Internacional), pero lo dijo de una forma muy vaga. La persona con la que me reuní ni siquiera era periodista porque no sabía quién era yo. Se vio un poco desbordado y me dijo que se reuniría conmigo una persona de rango ministerial. Por eso durante 48 horas no dije nada, ni opiné en mis cuentas de Facebook o Twitter, pero no hubo respuesta, no se dio la reunión, pero Lombardi (Hernán, ministro de Cultura de la Nación) dijo en el programa Intratables que yo no iba a estar más en el noticiero porque tengo “una opinión sesgada”, y dijo que me iban a sacar. Pasaron 24 horas después de esas declaraciones y nadie se comunicó conmigo, por eso hablé: mi compromiso es con los oyentes y el público y no con los ministros.
¿Tu situación se suma a la política de despidos junto con la de establecer un cerco mediático?
Se ejerce una política de falta de respeto en todos los ámbitos… que venga a hablarme una persona de Recursos Humanos después de tantos años de estar en la Televisión Pública es insólito. Es una paradoja: el presidente Mauricio Macri dice que nos vamos a insertar en el mundo y a la persona que habla desde hace doce años del mundo, la sacan. Es una contradicción, pero el problema es que no quieren tener un Visión 7 con argumentaciones, sólo esperan que se emitan noticias.
En esa línea, ¿cuál es tu mirada sobre la decisión del Gobierno de retirarse de la cadena Telesur?
Creo que va en sintonía con la postura ideológica de este gobierno, que dice que respeta la pluralidad de voces pero actúa de manera contraria. No tengo un cargo jerárquico para ver el tema de lo que significa económicamente (uno de los motivos que esgrimió Lombardi para el retiro fue el de “austeridad”), pero es evidente que este gobierno no quiere otras voces.
¿Qué lugar pueden ocupar los medios independientes y alternativos en este panorama?
Creo que hoy el periodismo tiene muchas formas de funcionar por fuera de los soportes tradicionales. Las tecnologías son mucho más disponibles y existen revistas digitales e incluso portales de noticias. En ese sentido, la creación del portal Nodal tiene que ver con disputar esa hegemonía comunicacional, pero, lamentablemente, la capacidad de los grandes medios de comunicaciones es muy poderosa.
Hay varios periodistas que están sufriendo una situación similar, de despidos o de precarización de sus tareas, incluso está la reciente experiencia de Tiempo Argentino que se transformó en cooperativa (Por más Tiempo)… ¿hay contacto entre ustedes, planearon realizar un reclamo más conjunto?
Ahí se da una complejidad en el periodismo, que es que los columnistas tienen contratos por separado. Incluso hay lugares donde se trabaja sin contrato o por la misma forma de manejarse particular de la Televisión, hay programas que se pueden levantar luego de un tiempo sin audiencia y eso figura en el contrato.
En mi caso, tengo contrato hasta el 31 de diciembre, pero no hay una definición concreta y creo que en estos años de trabajo aporté a dar prestigio a la TV y a la Radio públicas, a acercar la política internacional al público. Por ejemplo, cuando fue lo de los estudiantes chilenos, en Chile se enteraban de lo que pasaba a través de la TV Pública argentina. Lo mismo cuando informamos lo de Grecia, lo de Syriza en España. En el caso de Medio oriente, un tema tan complejo, tratamos de acercarlo e incluso tuvimos a los embajadores de Israel y Palestina discutiendo en el programa, en plena guerra. Pero es evidente que las nuevas autoridades no quieren esto.
¿Cuál es tu mirada sobre la realidad Latinoamericana actual, con la avanzada neoliberal pero en particular sobre los escándalos de corrupción que afectan a los gobiernos denominados progresistas?
La corrupción es un problema grande. En el caso particular del PT en Brasil, cuando surgió se plantó como diferente pero terminan comportándose igual: la corrupción y la falta de honestidad ha afectado a muchos gobiernos progresistas, que al final no lo son. Esto mina la credibilidad de los gobiernos, y el caso de Brasil es muy claro.
Por otro lado, se ve la ofensiva de la derecha escondida detrás del tema de la corrupción, y sobre todo en los medios de comunicación que señalan con su dedo acusador, cuando están involucrados en numerosos casos de corrupción.