Por Víctor Gómez. Sobre la reedición del libro Los que luchan y los que lloran, de Jorge Ricardo Masetti (Nuestra América, 2012)
“Una radio a pila estaba funcionando y el locutor informaba que ya no quedaban rebeldes en la sierra y que los últimos restos de las bandas de forajidos armados estaban siendo empujados hacia el mar. Además, el gobierno –según el locutor- tenía irrefutables pruebas del comunismo de los miembros del 26, porque en un campamento abandonado, los guardias habían encontrado una bandera de China Roja y un casquillo de fabricación soviética.
-Ojalá tuviésemos miles de balas de fabricación soviética –comentó un soldado que descansaba en el suelo, sin quitarse la gorra que le cubría la cara-. Que las fabrique el diablo, pero que las tiremos nosotros… -concluyó filosóficamente quizá sin despertarse del todo” (de Los que luchan y los que lloran).
Contar. Contar (lo) llano e intrincado en el camino que se va deshaciendo para mostrar otros, distintos, posibles, mejores. Contar. Contarlo para vivir, cambiar el orden de todos los factores para que el producto –o el resultado, que se lee mejor que producto, dicho sea- sea alterado. Y así, sin las sofisticadas dilaciones de un amplio escritorio o un cómodo sillón, sin los artificios periodísticos que buena parte de todo eso conlleva y desparrama para ocultar o tamizar verdades, o por lo menos distraerlas, Masetti se puso, se pone a contar.
Y cuenta, casi invisible por las obvias y necesarias razones del mundo y sus medios, que cuando lo que se cuenta subvierte, lo que se cuenta debe ser exterminado. Cuenta allí, donde lo revolucionario sucede entonces. Y al contarlo pelea contra el olvido y no por el solo hecho de contar.
Ocurre una verdad que llega de a fragmentos, a medias, en tiempos en que la más segura tecnología era -¿es?- tomar nota de todo con los propios ojos, oídos, manos y la existencia entera. Porque si lo que ocurre llega de a pedazos es bastante probable que ya deje de ser cierto y verdad. Entonces Masetti va, se mete y acerca todo eso que no se quiere o no puede ser contado.
Aires y tierras con sus aromas de resistencia cruzados para siempre con los gestos acriollados de un argentino tozudo y libertario. Fidel Castro, el Che, y el resto de los barbudos revolucionarios en la Sierra Maestra son su objetivo. Ya ha transcurrido buena parte de la pelea pero aún falta para ganar la batalla. No sabe muy bien Masetti con que se va a topar. Quizá, en una audaz conjetura, la sola posibilidad del encuentro resulte para él ya lo más preciado que pueda sucederle. Sabrá que si esto ocurre, un día, después de esos, nada será igual a lo que veía y venía contando.
Para hacerlo Masetti cambia de identidad y de casa cada día, recorre caminos y montes cubanos minados, comparte el dolor del olvido y el orgullo del combate, se hunde en el barro y en la persecución del régimen de Batista, al que pone como principal testigo de todo lo que allí ocurre de manera sangrienta y terminal. El resto, pudo haber pensado también Masetti entre esos entreveros, habían sido hasta entonces artificios a los que llaman oficio, tal vez periodístico.
Los que luchan y los que lloran, y otros escritos inéditos es, en una primera parte, el libro que escribió el periodista Jorge Ricardo Masetti en los días de septiembre de1958, a la vuelta de su primer viaje a Cuba.
A esa crónica se le suman textos desconocidos para una mayoría hasta el momento de esta nueva edición de Nuestra América que aquí se reseña. Es, en cualquier caso y forma, y en la totalidad del asunto, la narración de un hombre que se va haciendo nuevo al andar. Es, como Walsh, como el mismo Che, la propia existencia transformada y puesta al servicio de una causa tan justa como anhelada.
No hay en Masetti objetividades ni falsos slogans del estilo. Hay vida y hay periodismo en estado puro, en una consecución tan obvia como dejada de lado la mayoría de las veces. Ante una posible opción se adelantó y fue por todo.
Como le dijo el Che, al preguntarle sobre cómo habían sucedido estas cosas, si es que las habían planificado antes de desembarcar, “muchas de lo que estamos haciendo ni lo habíamos soñado. Podría decirse que nos hemos formado revolucionarios en la revolución. Vinimos a voltear a un tirano, pero nos encontramos que esta enorme zona campesina, en donde se va prolongando nuestra lucha, es la más necesitada de liberación de toda Cuba. Y sin atenernos a dogmas y a una ortodoxia inflexible y prefijada, le hemos brindado, no el apoyo neutro y declamatorio de muchas revoluciones, sino una ayuda efectiva. No luchamos para ellos en un futuro. Luchamos por ellos ahora. Y consideramos que cada metro de sierra que es nuestro, es más de ellos. Y que, por lo tanto, nada debe demorarles una vida mejor, dado que para el campesinado la revolución ya ha triunfado plenamente.”
Con Masetti para el periodismo también. Se dijo que la única forma de saber, de despejar los interrogantes que siempre dejaban abiertos los cables de las agencias noticiosas, de conocer si realmente la causa del Movimiento 26 de Julio merecía la adhesión de quienes querían la libertad de Latinoamérica, era ir hasta Fidel Castro y plantearle las preguntas que se hacían aquí.
Fue por todo, lo dicho, fue por lo que supiera a verdades y sentires revolucionarios. Fue y contó, desde el principio hasta el fin. Desde aquel aterrizaje en una Cuba ávida de otra historia, hasta la llegada a la selva salteña en 1964, como integrante fundador del Ejército Guerrillero del Pueblo, a instancias de su ya compañero y amigo Ernesto Guevara. Una vez allí no se supo más de Masetti. Pero esto es apenas y en un principio, porque quedan sus textos aquí reunidos, la vida, ni más ni menos.
Ficha del Libro:
Título: Lo que luchan y los que lloran y otros textos inéditos
Páginas: 298
Autor: Jorge Ricardo Masetti
Editorial Nuestra América
Año: 2012