La nota “El Club de Fachos” en el número 750 de la revista Veintitrés generó que tres de los mencionados en el artículo contesten, como no podía ser de otra manera, con insultos y amenazas contra el autor, Tomás Eliaschev, quien es periodista y delegado de la mencionada publicación, así como también miembro de Marcha.
Los trabajadores de la publicación realizaron una asamblea y divulgaron un comunicado de repudio a las amenazas en el que afirman que “el abogado José María Soaje Pintos envió al autor de la nota dos mails plagados de insultos, frases judeofóbicas, misóginas y homofóbicas, que además fueron divulgados en sitios fascistas. Su hermano Juan Manuel Soaje Pinto también escribió un texto agraviante. Asimismo, el suboficial (R) Roberto Oscar Barbalace hizo sus propias amenazas en su programa televisivo y por Internet”. Además, afirmaron que no permitirán estas agresiones que “pretenden silenciar nuestra labor periodística, atentando contra la libertad de expresión”. ¿Pero quiénes son los autores de las amenazas, que se pueden ver acá y acá?.
Los hermanos José María y Juan Manuel son descendientes de Juan Manuel de Rosas. Así lo explico Manuel Alfredo Soaje Pinto, su padre, que escribió “Linaje Ortiz de Rozas” en Revista Nº 19 del Instituto Argentina de Ciencias Genealógicas, en 1979. Otro hermano es Bernardo María, de la inmobiliaria “Max Plen/Soaje Pinto Propiedades”, acusado en una causa por delito de administración fraudulenta.
José María Soaje Pinto nació el 26 de febrero de 1949. Está casado con Marcela Sánchez, la fiscal que ordenó que se avance en la denuncia por extorsión contra Luis Siri delegado de Artes Gráficas Rioplatense. Él mismo protagonizó la defensa del grupo de Noble-Magnetto, cuando se presentó como abogado de la empresa en la causa por Papel Prensa, su última aparición mediática, ya que se enfrentó con insultos y golpes con el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno.
Según publicó Veintitrés, en 1974 habría estado involucrado con la Triple A, “muy activo por esos años en el asesinato de militantes populares”. Así lo denunció Miguel Ponce, que de acuerdo a la nota de Rubén Pereyra es el actual gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA). Radical de toda la vida y en los 70 miembro de la Juventud Radical Revolucionaria, Ponce fue presidente del centro de estudiantes de Ingeniería en el año 1974, cuando desapareció y fue asesinado un militante, Daniel Winner, durante la intervención del rector Ivanisevich. De acuerdo a la denuncia, “en la intervención del centro de estudiantes salen a escena cuatro personas, de apellido Soaje Pinto, Peralta Tanco, Boccardo y Recio, que de acuerdo con lo relatado por los no docentes al ex decano Roulet, eran integrantes del Comando Mazorca” de la Alianza Anticomunista Argentina.
En 1985, Juan María Ramos Padilla, un juez que intervino en causas de derechos humanos, denunció que José María Soaje Pinto lo había amenazado cuando aquél era juez y éste, abogado de genocidas. Lo mismo hizo Etchecolaz, según se informó en esos años. La nota señala que Ramos Padilla relató que conocía a Soaje Pinto “que se encontraba estrechamente vinculado con aquellas bandas, y que derechamente le anunciaba que ‘si seguía jodiendo’ iba a terminar con un balazo en la frente y que ya habían matado a muchos ‘montos’ y ‘zurdos’”.
En 1986 José María Soaje Pinto defendió al criminal de guerra nazi Walter Kutschmann que participó en una matanza de judíos en 4 de julio de 1941, ocasión en la que hizo cavar sus propias tumbas a 20 profesores universitarios al pie de las colinas de Wulencka, en Polonia, antes de fusilarlos junto a sus esposas e hijos, según escribió Ricardo Ragendorfer en Miradas al Sur. El defendido de José María fue jefe de la Gestapo en Brezezany, donde ordenó la ejecución de unas veinte mil personas. Se recicló como ejecutivo de la firma Osram y vivía en Buenos Aires bajo la identidad de Ricardo Olmo. “Mi cliente fue un soldado que sólo cumplió con su deber” afirmó Soaje Pinto, recuerda Ragendorfer, en un reportaje publicado por la revista Siete Días en 1986. En esa oportunidad también diría: “A don Walter no le cobré un solo peso; por el contrario, mi trabajo en su caso se debe a una cuestión de conciencia”.
En 1989 fue letrado patrocinante de Alejandro Carlos Biondini en la “Presentación judicial sobre la conexión UCR-ERP”. En 1991, de acuerdo a lo informado por el periodista Carlos Ares del diario El País de España, en ocasión de que el ex presidente Raúl Alfonsín fue citado a declarar como testigo del fiscal en el proceso civil contra los cabecillas del alzamiento de los carapintadas se trenzó con Soaje Pinto. Según relata Ares, Alfonsín reaccionó de forma airada ante preguntas de los defensores que intentaban vincularle con grupos o acciones terroristas, como el ataque contra el cuartel de La Tablada en enero de 1989. Soaje Pinto insinuó que fue una orden de Alfonsín la que desencadenó el ataque guerrillero. El ex presidente gritó: “¡Eso es una enormidad que yo no puedo tolerar en silencio!”. Luego, cuando la abogada Amalia Vanasco, defensora del coronel Mohamed Alí Seineldín le preguntó “si las convicciones democráticas a las que se había referido el testigo eran las de la social democracia” Alfonsín volvió a gritar que “¡no eran las fascistas, seguro!”. A petición del fiscal, relata el diario uruguayo, Alfonsín definió a los carapintadas como “elementos con poco apego a los valores democráticos, racistas, totalitarios y fundamentalistas”. Soaje Pinto prometió aportar datos sobre una presunta “traición a la patria” cometida por el ex presidente.