Por Marcelo Yaquet. El 17 de Agosto de 1850 muere, en Boulogne-Sur-Mer, Francia, el General José Francisco de San Martín. Treinta años después, un 29 de mayo 1880, sus restos son depositados en la Catedral de Buenos Aires donde actualmente permanece. Hoy, su legado revolucionario.
En esos años la Argentina estaba bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880), un abogado, periodista perteneciente al Partido Autonomista Nacional (PAN) y ex Ministro de Cultura en la Presidencia de Faustino Sarmiento (1868 -1874). Su Ministro de Guerra fue el Vice de Sarmiento, Adolfo Alsina, fundador del Partido Autonomista y del PAN.
El Ministro de Guerra llevó adelante la pre-conquista del desierto con el objetivo de extender la frontera de la Provincia de Buenos Aires hacia el sur. Una de sus métodos fue conocido como la “Zanja de Alsina”, que no era otra cosa que ir cavando grandes fosas para que los indios no puedan pasar y así ir ganando territorio.
El unitario Alsina murió en 1877. Y su reemplazo fue el Gral. Julio Roca, el cual desató la Conquista del Desierto (1878-1879) con un salvajismo sistemático de exterminio y domesticación hacia las comunidades aborígenes. El resultado fue la apropiación por parte del Estado nacional de millones de hectáreas, para luego ser repartidas a una minoría de familias vinculadas con el poder. Nace el Prócer Roca para la clase dominante y se consolida la oligarquía argentina.
El eje del debate sobre San Martin y su descanso en la Catedral, gira alrededor de su cabeza inclinada hacia abajo. La inclinación es sustentada por su pertenencia a la Masonería. Otros plantean que la inclinación es por error de cálculo en las medidas del féretro.
Su vida fue una epopeya en sí misma. Imposible describirla en poco espacio. Su lucha militar y política. Su actuación en los campos de batalla, allá en el viejo continente, en África y aquí en la lucha por la independencia y la igualdad americana. La obra de una fuerza militar supranacional: el Ejercito de los Andes, para liberar Chile, Perú y derrocar a los godos. Su programa de avanzada siendo gobierno en la Provincia del Cuyo. El Abrazo con el Patriota Simón Bolívar, en Guayaquil el 26 y 27 de Julio de 1822. Su mirada sobre el escenario político, viendo la cuestión nacional y social. La lucha interna, y sus intereses de clase. Sus amigos Belgrano, Monteagudo, Artigas. Su relación con los indios, la cual queda expuesta en la proclama de la Orden General fechada el 27 de julio de 1819 al Ejército de los Andes.
En ella el General San Martin expresa su coraje y su determinación revolucionaria, en ser libre y que lo demás no importe nada; y en la misma reivindicó la figura de sus paisanos los indios. Lejos de aquella proclama esta la argentina elitista, que reivindica al San Martin de bronce; que le niega su condición de gallego, indio y mestizo. ¿O que lejos de la Catedral Metropolitana debería descansar los restos del criollo americano?
Muchas de sus cartas terminaban con la siguiente frase: “Cuando no existamos, nos harán justicia”.
Las mujeres y los hombres del quehacer nacional y la militancia popular, deberíamos tomar como propósito arrancarlo de la catedral para que -el Libertador San Martín- descanse junto a sus paisanos, allá en Yapeyú o en el Plumerillo, como un acto de justicia más hacia su gesta revolucionaria.