Por Sebastián Tafuro. El racconto de los hechos y el recuerdo con alegría de los familiares y amigos de Maximiliano, Cristian y Adrián, los jóvenes asesinados por un policía federal retirado.
“Por fin le tocó a uno de ellos”. Las imágenes televisivas en el minimercado de una estación de servicio en el barrio porteño de Floresta mostraban cómo un policía era golpeado por manifestantes y uno de los pibes emitió un comentario que terminó siendo fatal. Era la madrugada del 29 de diciembre de 2001 y Argentina seguía convulsionada. Pocos días antes, la Policía Federal había encabezado la brutal represión que se cobró cinco vidas y múltiples heridos en el centro de Buenos Aires. Al escuchar esa frase, el suboficial retirado Juan de Dios Velastiqui, que custodiaba el lugar, sacó su arma reglamentaria y “sin clemencia les disparó” -como diría la banda uruguaya NTVG- a Maximiliano Tasca, Cristian Gómez y Adrián Matassa, quienes tenían entre 23 y 25 años. Ellos también integran la galería de los caídos en aquellas históricas y trágicas jornadas.
Un cuarto joven pudo escapar de la balacera que inició el policía. Unas horas más tarde, Adolfo Rodríguez Saá renunciaba al efímero poder que supo tener a lo largo de una semana luego de la renuncia de Fernando De La Rúa y del aún más breve interinato de Ramón Puerta. En el amanecer del 2002, Eduardo Duhalde cumplía el sueño que nunca pudo alcanzar por la vía electoral: ser presidente de la Nación. En Floresta, el barrio seguía movilizado y exigía justicia.
Diez años después del triple crimen, Velastiqui cumple su condena a prisión perpetua dictada en marzo de 2003, bajo la acusación de ser el “autor de un homicidio calificado por alevosía, reiterado en tres oportunidades”. Con 71 años en la actualidad, ha solicitado en dos oportunidades el beneficio de la prisión domiciliaria, pero la fiscalía que lleva el caso no se la ha otorgado. En tanto, las familias de Tasca y Gómez han sido indemnizadas por el Estado, luego de un fallo de la Cámara en lo Civil y Comercial Federal a mitad del presente año, por un total de 678 mil pesos y 575 mil pesos, respectivamente. El asesinato de Matassa se investiga en un expediente por separado.
Ayer por la tarde, familiares, amigos y vecinos organizaron un festival en memoria de los jóvenes en la esquina donde se produjo la masacre: Gaona y Bahía Blanca. Allí, bajo el lema “cambiaremos el mal recuerdo del sonido de las balas por música”, se presentaron murgas, grupos de danza y bandas musicales. En el medio de un dolor que nunca termina, la alegría fue la mejor forma de recordarlos.