Por Leonardo Rossi. Valentín Suárez, cacique qom de Formosa, denuncia el déficit educativo en Riacho de Oro, su comunidad. Las aulas, base para punteros.
“Quiero que los jóvenes estudien y que salgan preparados porque la mejor manera que tiene el Gobierno de Formosa de sostener su modelo es con la baja calidad educativa”. En base a esta reflexión, Valentín Suárez, cacique de la comunidad qom de Riacho de Oro (ubicada a siete kilóme,tros del Río Bermejo, en el centro-sur formoseño) estructuró una presentación ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi9. Suárez entiende que los estudiantes de su pueblo “están discriminados” por el Estado provincial. Los chicos tienen un docente “fantasma”. La situación “es desesperante”.
Cerca del 90% de la matrícula (177 educandos) del establecimiento de Riacho de Oro está compuesta por chicas y chicos qom. Denuncia el referente aborigen que los adolescentes han quedado presos de “arreglos” del partido de gobierno (Frente Para la Victoria). Un docente que “no asiste nunca” a dictar clase tiene a cargo cinco de las trece materias del 6° año. La situación lleva un año, y ninguna autoridad ha reaccionado.
Darío Pérez es el profesor en cuestión. El hombre fue cacique de Riacho de Oro desde 2004 hasta junio de este año, cuando fue destituido por decisión de la asamblea comunitaria. Pérez se alejaba de sus hermanos al tiempo que se encuadraba dentro de los lineamientos del “gildismo” (en referencia al gobernador de la provincia: Gildo Insfrán), denuncia Suárez como vocero de los 364 habitantes de su pueblo.
El vaso desbordó luego de que desde Educación nombraran a Pérez, formado como Maestro Especial para la Modalidad Aborigen (MEMA), para hacerse cargo de 34 horas dentro de la escuela. El entonces cacique recibió el empuje de Patricia Barbier, a cargo de la subdelegación educativa del departamento de Patiño. Por esos días la cartera educativa provincial estaba a cargo de Olga Comello. Pérez no asistía ni asiste a dictar clase, pero sigue firme en su cargo. En el medio, cambió la gestión de Educación, ahora a cargo de Alberto Zorrilla.
La comunidad presentó notas, conversó varias veces con la subdelegada educativa, y con el coordinador del establecimiento. Nada ocurrió. Incluso se preocuparon en buscar docentes, preparados para trabajar con chicos indígenas, y ofrecieron una lista a las autoridades provinciales. Tampoco sirvió. Pérez mantuvo sus horas.
Desgastados, el 16 de agosto tomaron la escuela. Pasaron los días y ninguna autoridad se acercó. La metodología parecía ser funcional al objetivo de las autoridades para con la escuela o al menos no incomodaba.
Finalmente, levantaron la toma y optaron por presentarse ante organismos nacionales. Por un lado, llevaron la inquietud al Inadi. Además, se presentarán ante la Defensoría del Pueblo de la Nación.
Suárez ubica la problemática educativa “al nivel de los conflictos territoriales y los problemas de salud” que presenta su provincia. Está convencido de que en la posibilidad de contar con una mejor educación se juega buena parte de la fuerza para combatir la violación de derechos que, aclara, “afecta por igual a indígenas y criollos pobres”.
Un dato llama la atención de las estadísticas provinciales. A pesar de las reiteradas citas oficiales acerca del aumento de inversiones públicas en la última década, Formosa tenía una tasa de egreso secundario de 92% en 2001. Ésta bajó a 85 % en 2009, último registro publicado en el sitio oficial de la provincia. La cifra de 2001 no fue superada en esos ocho años.
Los números hacen letra muerta a los lineamientos de la política educativa formoseña, desde donde se llama a promover “acciones tendientes al aumento del índice de retención de todos los niveles y modalidades, que favorezcan el ingreso, la permanencia y la promoción de alumnos”.
Con dolor, Suárez da por hecho que los egresados del sexto año no tendrán el nivel de formación adecuado. “Prácticamente no tuvieron clases”, enfatiza. Ya en tono de resignación pide que “hagan los acuerdos políticos que quieran, pero no perjudiquen a los jóvenes”. “Esta vez, se metieron con la escuela”, lamenta.