La violencia hacia las mujeres, en todas sus formas y variantes, es la violación más frecuente a los Derechos Humanos en el mundo. Nuestra región no escapa a esta lógica y algunos datos son preocupantes. Así lo informó esta semana Moni Pizani, la directora de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe.
Según las Naciones Unidas, “además de las desigualdades entre el hombre y la mujer, uno de los asuntos más graves relacionados con la cuestión de género son las agresiones ejercidas contra ésta”. En este sentido se consideran como tales, siguiendo los planteos de la ONU, “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
A partir de este principio, recogido de la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”, aprobada en 1993 por la Asamblea General, se elaboró el informe que se dio a conocer este miércoles en Ginebra, Suiza. Si bien el documento dio cuenta de la situación a nivel mundial, Pizani hizo énfasis en nuestro continente. Curiosamente, la noticia no fue levantada por los principales medios de la región.
“Nosotros tenemos cifras de América Latina que nos hablan de que el 40% de las mujeres han sido víctimas de violencia física, y la tasa de maltrato psicológico en las relaciones de pareja está en 50%”, señaló. La funcionaria sostuvo la importancia de abordar esta problemática de manera integral. En este sentido remarcó que “el tema de la violencia contra las mujeres y las niñas es un tema de gobierno, de la sociedad, de las familias y de los ciudadanos de a pie; por ello es necesario que exista un mayor compromiso por parte de todos”. Pizani también precisó que los gobiernos deberían asignar mayores recursos y hacer que se cumplan las leyes sobre la materia con mayor rigurosidad, porque las cifras “son alarmantes”.
Para dar algunos ejemplos, la directora de ONU Mujeres para la región puso sobre la mesa algunos datos. Las estadísticas del año 2010 indican, por ejemplo, que “en la ciudad de Sao Paulo (Brasil) una mujer es asesinada cada 15 segundos y que en Guatemala diariamente se registra el homicidio de dos como promedio”. También se remarcó el alto nivel de femicidios que registran algunos países centroamericanos. En Guatemala, sobre 15.700.000 habitantes, asesinaron 675 mujeres en 2010. Durante el mismo año, en El Salvador la cifra ascendió a 580 sobre una población total de 6.251.000.
Finalmente, otro dato sobresaliente del estudio fue que, de los diez países con mayores registros de violaciones sexuales, tres pertenecen a la región del Caribe. Bahamas, Jamaica y San Vicente y las Granadinas son miembros de este tristemente célebre podio. A inicios de julio, y previo a la difusión del informe, la Comunidad del Caribe (Caricom) expresó también preocupación por los “alarmantes niveles de violencia” -en particular sexual- contra niños y jóvenes de la región.
Durante una reunión del Consejo para el Desarrollo Humano y Social de ese bloque regional en Guyana, la Secretaría de la Caricom denunció que desde 2006 “las agresiones sexuales contra menores de edad aumentaron” en el Caribe. A su vez, “la escasez de pruebas empíricas sobre la naturaleza, génesis, alcance, causas e impacto de ese mal impide combatirlo correctamente”, expresó la organización.
Ampliando la información
Si bien no fueron motivo de este informe, algunos datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pueden ser útiles para dar un panorama más general de la situación de las mujeres en la región.
Según informes del último año, la cantidad de mujeres trabajadoras ha aumentado en las zonas urbanas entre un 37% y un 50% durante la última década. De todas formas, las mujeres reciben ingresos que representan el 75% de lo que ganan los hombres y en algunos países hasta el 20%. Esto se da a pesar de que la mayoría de los países han firmado y ratificado la Convención de la ONU sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Por otra parte, la participación de las mujeres en el Estado es otro dato a tener en cuenta. Siempre tomando a la Cepal como fuente, en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe la participación de las mujeres fluctúa entre un 1% y un 30% en los cargos de ministras y secretarias de Estado. En países como Aruba y Ecuador, la participación femenina llega hasta un 30%, sin embargo, en países como Guyana, la participación de mujeres es de un 5.6% y en Brasil es inferior al 5% en los ministerios de gobierno federal.
El porcentaje de mujeres electas a los parlamentos nacionales fluctúa entre 3.6% y 27.6%. El país con la tasa más baja es Haití y el país con la tasa más alta es Cuba. En los países latinoamericanos, menos de un 5% de las alcaldías están en manos de mujeres. Respecto al poder judicial, en Sudamérica, el porcentaje de magistradas que forman parte de las Cortes Supremas de Justicia no supera el 10%. En el caso de Centroamérica, el porcentaje fluctúa entre un 10 y un 22%.
Algunos datos que muestran que, a pesar de los importantes avances en cuanto de derechos de las mujeres logrados en el último tiempo, todavía queda un largo camino por recorrer.