Por Lucas Villasenin, desde Venezuela. El último sábado 4 de Febrero no fue un día más para la sociedad venezolana. Se conmemoró el vigésimo aniversario de levantamiento militar que transformaría sustancialmente la política y la economía de Venezuela, América Latina y, por qué no, del mundo.
Cuándo se llevó adelante la Operación Ezequiel Zamora, el 4 de Febrero de 1992, estaba entrando definitivamente en crisis no sólo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, quién dirigía un plan de ajuste económico comandado desde el FMI y el Banco Mundial, sino también el pacto de Punto Fijo que había asegurado la sucesión de gobiernos de Acción Democrática y COPEI durante más de 40 años. No fueron pocos los sorprendidos que inmediatamente caracterizaron aquella insurrección militar como un intento de golpe de estado más. Pero aquel levantamiento rompía con las pautas clásicas. Liderado por un grupo de militares que no superaba los 45 años organizados en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR 200), el levantamiento contaría con un llamado a la disolución de las instituciones políticas conservadoras y al Proyecto Nacional Simón Bolívar, que incluía muchas de las demandas populares desoídas durante décadas.
Aquella rebelión militar no fue una gota de agua en el desierto, había sido precedida por el Caracazo de Febrero de 1989 que había culminado con el asesinato y la desaparición de miles de personas, así como por decenas de manifestaciones estudiantiles que culminarían con la represión gubernamental. El levantamiento del 4F, que tuvo su centro en los Estados de Carabobo, Aragua y Zulia, y que había logrado tomar el Palacio de Miraflores, tampoco sería el único, ya que sería sucedido por otra rebelión cívico-militar el 27 de Noviembre del mismo año.
Luego de no ser cumplidos los objetivos de la Operación Ezequiel Zamora, a las 10:30 a.m. del 4 de Febrero de 1992, un joven líder del MBR 200 y Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas entraría en la escena de la política nacional. En aquel instante Hugo Chávez sentenciaría ante las cámaras de televisión: “Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros aquí en Caracas no logramos controlar el poder (…) Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar Bolivariano”.
Carlos Andrés Pérez y su gobierno, luego de retomar el control de la situación, no dudarían en encarcelar a los militares que se habían atrevido a desafiar el status quo y la miseria social que por aquel entonces atravesaba a Venezuela, así como en suspender todas las garantías constitucionales vigentes. Pero ya nada sería como antes, ese hombre que se había hecho cargo del levantamiento en un país en dónde nadie se hacía cargo del encarecimiento de los costos de vida, de la exclusión y marginación social, de entregar los recursos petrolíferos a empresas extranjeras y de la represión que sufrían las organizaciones populares, se estaba transformando en un líder de masas que canalizaría el enorme descontento popular.
Por esta razón, es que apenas dos años después de la insurrección popular, el Presidente Rafael Caldera se vio obligado a dejar en libertad a los militares que protagonizaron el 4F y a su líder, Hugo Chávez. En aquel entonces nuevos objetivos y métodos fueron planteados por el nuevo líder quién al salir de prisión declaró: “Para transformar el país hay que tomar el poder político, y en eso estamos trabajando y trabajaremos activamente. Intentamos crear una gran red articulada de organizaciones sociales que vayan desde pescadores hasta indígenas, obreros, intelectuales, estudiantes, una red que sacuda al país y lo levante del macartismo histórico, y cuyo fin a corto y mediano plazo es la toma del poder político”.
El último sábado, en conmemoración de estos trascendentales hechos de la historia de Venezuela, desde las 7:00 am partidos políticos, organizaciones populares y movimientos sociales convocaron a salir a la calle para celebrar los 20 años de la rebelión militar. Ya desde las primeras horas de la mañana Caracas comenzaba a pintarse de rojo, miles de personas arribaron en buses desde los distintos Estados del país, el subte se hallaba abarrotado de manifestantes y en las principales calles ya se podía adquirir todo tipo de insignias alusivas al 4F, al Partido Socialista Unido de Venezuela, al Gran Polo Patriótico y al Comandante Hugo Chávez.
El principal acto convocado para el 4F fue el desfile cívico-militar realizado en el Paseo Los Próceres ubicado en Fuerte Tiuna, al cual ya desde las 10 de la mañana resultaba muy difícil ingresar debido a la masiva concurrencia que superó cualquier tipo de planificación. En el acto estuvieron presentes todos los presidentes de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y, el nuevo presidente de Haití, Michel Martelli, quien asistió en calidad de espectador a la XI Cumbre del ALBA-TCP que comenzó el último domingo.
Cientos de miles de personas disfrutaron de un desfile casi sin precedentes en nuestro continente en el cual participaron primero trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes, madres de los barrios, deportistas y ex guerrilleros, para luego ser sucedidos por las distintas fuerzas de seguridad y defensa acompañadas de un impactante despliegue armamentístico.
Jonathan López, estudiante de ciencias políticas de la Universidad Central de Venezuela y militante del Frente Patria es Universidad, declaraba para Marcha “que si bien en los últimos años se habían llevado adelante grandes exposiciones de armamento militar, nunca se había visto algo así”.
Luego de finalizar el desfile cívico-militar, el Presidente Hugo Chávez dirigió unas breves palabras a la multitud que estaba comenzando a desconcentrarse. Su discurso, de apenas unos 20 minutos, se enfocó en reconocer a sus camaradas del 4F, a señalar el carácter retrógrado de la oposición que había declarado “inconstitucional” el desfile cívico-militar, y a destacar el carácter patriótico, antiimperialista, socialista y chavista de las fuerzas armadas.
El día de festejos, que había comenzado con recitales y fuegos artificiales en la medianoche caraqueña, culminaba con chicos y chicas sacándose fotos junto a los militares, las tanquetas, los misiles y los buques de la Fuerza Armada venezolana, dando lugar a escenas que costaría imaginarse en otros lugares del continente.