Por Noelia Leiva. Una joven desapareció de su casa en el partido bonaerense de Ezeiza a principios de agosto. Nada se sabe de su paradero. Aunque la familia asegura que no hubo episodios de violencia de género en su vida, ni esa hipótesis ni la de la trata se descartan como razones de la ausencia.
Hace casi cincuenta días, Analía se fue de la casa de Ezeiza donde residía con una amiga. Avisó que salía para volver al día siguiente, pero nunca regresó. Su familia, cercana a la organización que trabaja por los derechos de las mujeres Las Mariposas de Villa París, reclama su inmediata aparición con vida. Es otra desaparecida más del sur del Conurbano bonaerense.
La joven de 24 años llegó por la noche el 9 de agosto último a la vivienda de Tristán Suárez en la que vivía. Comentó que cenaría afuera. “Agarró una cartera y se fue, le dijo a mi hermana que iba a venir al otro día o que si no me mandaba un mensaje a mí”, aseveró Samanta, con quien vivía. Ese día ella no estaba y su familiar no advirtió algo extraño en su accionar. Sin embargo, desde entonces se la busca.
Con una causa por averiguación de paradero abierta y la Fundación María de los Ángeles de Susana Trimarco como colaboradora de la tarea de ayudar a su regreso, nadie aportó datos certeros de la muchacha. En el barrio privado de Ezeiza donde realizaba tareas de mantenimiento aseguraron que no volvió a trabajar ni notificó los motivos de su ausencia.
Su ex, del que se había separado una semana antes de la desaparición luego de cinco años de relación, aseguró que tampoco poseía información sobre Analía, según transmitió su amiga, en diálogo con Marcha. Ella sostuvo que no tenía conocimiento de que hubieran mantenido un vínculo violento y que supone que al momento de la partida “él estaba en el Colegio Militar”, donde se forma.
Samanta detalló que su hermana “estaba distraída, preparando la cena” cuando la joven avisó que se iba, lo que impidió reparar en los detalles de su vestimenta, que podrían servir en la búsqueda. Creen que llevaba un jean y una remera y que, probablemente, también cargó mudas de ropa para el tiempo que pensaba estar afuera. El resto de sus pertenencias siguen en Tristán Suárez.
Aunque no tienen afirmaciones claras sobre ninguna línea de investigación, tampoco descartan hipótesis. La tía de la chica integra la organización browniana Mariposas de Villa París, de Glew, por lo que el derrotero para dar con ella está cargado de perspectiva de género. No dejan de ver, por lo tanto, dos estructuras que constantemente afectan a las mujeres: la violencia y la trata.
Raíces sociales de la desaparición
En el sur del Conurbano, es frecuente enterarse de que una vecina no regresó al hogar o que la hallaron muerta. La trata de mujeres con fines de explotación sexual es un flagelo en crecimiento pese a los sucesivos cuestionamientos de los movimientos antipatriarcales y de los clamores de las familias de las víctimas.
Un nefasto dicho del pasado reciente argentino señalaba que los desaparecidos no estaban “ni vivos ni muertos”. Esa falacia, dicha en la voz de uno de sus responsables más terribles, parece repetirse con las mujeres como destinatarias. Como durante el terrorismo de Estado, las ‘desaparecidas’ de hoy no se esfuman por arte de magia sino que una red de connivencias hace posible que niñas, adolescentes y adultas no vuelvan más a casa, que sus derechos más básicos sean violentados.
Las redes de trata existen en el país porque varios niveles de decisión son cómplices: desde la Policía local que recibe beneficios por liberar zonas hasta la que permite que las chicas atraviesen fronteras con documentos falsos; desde los funcionarios municipales que habilitan burdeles y privados donde muchas son esclavizadas hasta la Justicia que premia a los proxenetas con el beneficio de la duda.
No se sabe por qué Analía se fue del hogar y, menos aún, por qué hace más de un mes que no regresa. Difundir sin revictimizarla es la primera herramienta para poner en marcha su camino de regreso. Lo que resta es la construcción de una sociedad no machista para que ninguna mujer más ‘desaparezca’, y eso es responsabilidad de todos y todas.
Si sabés algo de Analía, llamá lo antes posible al (011) 15-5463-4327 o (011) 4933-5546.
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De eso sí se trata: secuestro de personas con fines de explotación sexual