Por Cezary Novek. Los ´90 se renuevan en el cine de terror y desde hace varios años la amenaza de remakes de películas jamás olvidadas continúa latente. En esta oportunidad, dos escritores argentinos dan su veredicto sobre It, el payaso más horroroso de la historia.
It es una novela –tal vez la mejor– de Stephen King publicada en 1986. Tiene más de mil páginas –varía según la edición– y trata sobre un grupo de amigos que se reúne después de treinta años para combatir una entidad maligna a la que se enfrentaron en la infancia. Pero sobre todo es una novela acerca de la amistad, la pubertad, la aceptación, la crueldad, el abandono familiar, el desamparo ante el mundo adulto y el miedo. Más que nada, el miedo.
El miedo, en It, asume la doble forma de individuo y colectivo, concreto y abstracto. Está, por un lado, el poblado de Derry, con su oscura colección de sucesos macabros que parecen remontarse al origen mismo del lugar. Por otro lado, está la criatura a la que hace referencia el título. Podemos creer que ésta es la que envenenó de maldad y locura al pueblo o que es su quintaesencia, su personificación.
En 1990, la novela fue adaptada por el guionista, director y productor cinematográfico Tommy Lee Wallace, como miniserie para televisión en dos episodios. El primero, aterrador a más no poder. El segundo, flojo. Las razones son varias. En primer lugar, la secuencia de la infancia –situada en la década del 50– es más potente en sí misma, ya que nos muestra a unos niños parias – autodenominados “El club de los perdedores”– intentando defenderse de un grupo de matones que los martiriza cada vez que puede, de sus respectivas familias –que los maltratan cada vez que pueden– y de un payaso maligno que los aterroriza constantemente. La segunda parte nos cuenta cómo se reúnen en el pueblo ante la reaparición de la entidad con forma de payaso. Esta segunda parte está muy resumida respecto del libro y el trabajo de interpretación de los actores adultos es muy inferior al de los actores niños. El final podría ocupar el primer puesto en el top ten de “cómo estropear definitivamente una película potable sobre un libro genial”.
En lo que a actores se refiere, el que más se destaca en la película, Jonathan Brandis, interpreta a Bill Denbrough doceañero. El actor es asmático y se colgó a los 27 años porque no podía frenar el declive sin retorno de su antaño exitosa carrera cinematográfica. ¿Y el payaso? Le dejé de temer desde que supe que era Tim Curry, pero hasta sus compañeros de rodaje le tenían un miedo visceral. La actuación de Curry como Pennywise excede cualquier categoría, cualquier elogio, cualquier miedo.
Las omisiones: el sexo grupal con Beverly antes de hacer el juramento, el viaje de temascal para conocer el origen del mal, el final revelador en el que se dan pistas de un horror cósmico que escapa a toda posibilidad de la imaginación –excepto la de Stephen King, claro.
Y una cosa más sobre la película: lo que más estremece es que el horror se apersona en cualquier horario, especialmente a la siesta, a plena luz del día. Nunca más pude ver las bocas de tormenta con los mismos ojos. Ni la caldera del colegio, ni las duchas, ni las arboledas, ni los baldíos, ni ningún otro espacio más o menos solitario.
La novela que supo estar disponible durante años –en vidrieras de librerías y en mesa de usados simultáneamente pero con diferente precio– ahora parece ser inconseguible. En Youtube hay unos trailers falsos –o fan films– hechos por fanáticos en los que se muestra una posible recreación de Pennywise, el payaso bailarín. La caracterización no está nada mal y sabe apartarse del que compuso Tim Curry en su momento. Lástima que el director optó por masturbarse con imágenes del payaso en lugar de construir una pequeña historia.
Mientras tanto, algunos seguimos teniendo miedo a los baldíos o nos cruzamos de vereda cada vez que vemos un mimo, un payaso o una señora maquillada en exceso.
Desde marzo de 2013 –o tal vez antes– se viene anunciando una remake de It para 2014, 2015 o 2016. La fecha va variando a medida que pasa el tiempo. El director a cargo sería Cary Fukunaga (Jane Eyre y Sin Nombre), de madre sueca y padre japonés. Temblé al imaginarme un plano fijo a lo Bergman a la cara del payaso durante media hora o una adaptación basada en puros golpes (bajos) de ruidos fuertes y pelo lacio reptante, como tanto les gusta a los japoneses. Pero no, revisé el CV del tal Cary y me entero de que dirigió ocho capítulos de True Detective. Dato a tener en cuenta.
A raíz de la popularización de esta novela y, especialmente, desde que se estrenó la película original, el miedo a los payasos ha aumentado a tal punto que la fobia ya tiene un nombre específico: coulrofobia.
En una entrevista con el presentador estadounidense de televisión Craig Ferguson –que está disponible en Youtube, subtitulada al español y todo–, Stephen King contó que la idea se le ocurrió al ver fotos de niños festejando su cumpleaños con payasos. La cara de espanto se repetía en todas las fotos, en todo el mundo, como algo común a todas las culturas, decía. El entrevistador le preguntó si era jungiano. “Ponele”, respondió él. La cita no es textual y tampoco importa.