Por Gabriel Casas. Aquella frase patentada por Diego Latorre le vino como anillo al dedo al periodismo amarillista para vender otra realidad. Esta vez se aprovecharon de las desafortunadas declaraciones del presidente Daniel Angelici contra los jugadores y armaron una historia de ciencia ficción dentro de un plantel que apenas es como cualquier otro.
Es que ante la falta de resultados positivos, en Boca se magnifica todo. Y no hace falta decir que el club es un mundo, como nos quieren vender falsamente de los dos más grandes de la Argentina. Es cierto que la repercusión es mayor y entonces el delfín de Mauricio Macri (Angelici, al que algunos hasta acusan de que es hincha de Huracán) soltó la lengua a propósito para defender al entrenador Julio Falcioni, su ladero utilizado para sacarse de encima a Juan Román Riquelme.
Lo extraño es que en ese estilo de periodismo se regodeen tanto hablando de internas sin mirarse para adentro. ¿En qué profesión son todos amigos? ¿O acaso no es normal que se tenga más afinidad con algunos compañeros de trabajo que con otros? Eso no significa que estén peleados con el resto o que el lugar se transforme en un cabaret. Igual, esto no es nuevo. A la famosa frase de Latorre, justo cuando lo dirigía Héctor Bambino Veira, me viene enseguida a la memoria la historia inventada de halcones y palomas que respondían al grupo de Alberto Márcico y Carlos Fernando Navarro Montoya cuando Boca fue campeón con el técnico uruguayo Oscar Tabárez.
Ojo, los futbolistas no son carmelitas descalzas. Pero de ahí a acusarlos de no transpirar la camiseta para ir en contra de un entrenador porque les cae mal hay un trecho. No es cuestión de ser ingenuos tampoco, ya que hay rumores (comprobados o no) de casos de este estilo, pero la realidad es que este Boca juega mal hace tiempo. Y que la acusación venga después de un partido como ante Belgrano, en el que fue superior en el desarrollo durante el primer tiempo, resulta más errada.
El actual plantel de Boca es moco de pavo al lado del que tenía Carlos Bianchi en la época más exitosa de la historia xeneize. Siempre se rumoreó que antes de la final de la Copa Intercontinental ante el Real Madrid, Martín Palermo habría pedido por la titularidad de Guillermo Barros Schelotto y Riquelme por la de Marcelo Delgado. Es que amigos son los amigos. Sin embargo, después del primer gol a los españoles, Palermo corrió a agradecerle el centro a Delgado y se fundieron en un gran abrazo. Cuando hay títulos no se busca la basura debajo de la alfombra. Y se habla de las tres patas (dirigentes-cuerpo técnico-jugadores) como la clave del éxito. A veces puede ser cierto, pero también hay muchos casos –como el anterior mencionado- de lo contrario.
Mientras bajo la órbita de Falcioni se conseguía buenos resultados (campeonato local, Copa Argentina, hasta llegó a la final de la Copa Libertadores), la interna para el periodismo estaba enfrascada exclusivamente en su mala relación con Riquelme. Eso era indisimulable. Y ambos la alimentaban con lo que sugerían, pero a la vez también callaban en sus apariciones públicas. Ahora que Riquelme no está más, hay que acusar a sus amigos que quedaron: Clemente Rodríguez, Pablo Ledesma, Diego Rivero, Lucas Viatri y Juan Sánchez Miño, como los enemigos del entrenador.
El problema de Falcioni pareciera ser que no entiende que a un grupo no se lo manda, sino que se lo conduce. Y Angelici tampoco nunca lo entenderá porque tiene el mismo modus operandi, ya que es un aprendiz de su padrino Macri en estas lides. Así chocarán siempre con el ego de las estrellas como les sucedió con Riquelme, pero también el dirigente deberá darle explicaciones a los referentes del plantel como le exigirían ahora Agustín Orión, Rolando Schiavi, Walter Erviti y Santiago Silva.
Si bien los futbolistas no son lo más sano que tiene el fútbol como ellos mismos nos quieren hacer creer, existe un corporativismo cuando se ataca a un plantel por medio de la prensa y no se va de frente. Angelici rompió ese código y alimentó el cabaret mediático. Ahora veremos de que se disfraza (ya que está todo grabado) para salir airoso de este brete. O si redobla la apuesta y en diciembre pasa la escoba para barrer a los que considera como díscolos. El asunto es que si perduran los malos resultados, esa misma escoba limpiará hasta a su ahora protegido Falcioni.