Entre el 25 y el 28 de noviembre se llevó adelante la XVII reunión de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) en Buenos Aires, con más de 500 participantes.
La plaza de los dos Congresos, sede habitual de las más variadas manifestaciones populares, se encontró el fin de semana pasado con un evento singular. Banderas de múltiples localidades del país tales como Andalgalá, Mendoza o Chilecito en defensa del agua y la vida y en contra de la minería a cielo abierto formaban un collage en las rejas del monumento mientras wipalas originarias ondeaban en la feria de puestos que ofrecían desde comidas típicas y productos orgánicos hasta libros y folletos con información sobre los distintos conflictos socioambientales.
Sobre el asfalto, en una gran carpa, se sucedían paneles de discusión e información sobre las luchas y resistencias al saqueo de los bienes comunes naturales y a la contaminación ambiental. Según el informe de prensa de la UAC allí “se debatió acerca del modelo extractivo, destructivo y exportador; también sobre megaminería, agronegocios y contaminación urbana, poniendo énfasis en las consecuencias de este modelo, que incluyen la criminalización de la protesta social, la militarización de los territorios en conflicto y la censura que los medios masivos ejercen sobre estos temas”.
El mismo viernes se le entregó a un grupo de diputados nacionales (Eduardo Macaluse, Jorge Cardelli, Fernanda Reyes y Pino Solanas) una Agenda Popular Socioambiental, realizada por el conjunto de asambleas y colectivos socioambientales del país, donde se enumeran los casos nacionales de contaminación responsabilidad las empresas transnacionales. Además los ambientalistas renovaron el reclamo para que se apliquen las leyes de defensa de la naturaleza y el medio ambiente ya obtenidas, principalmente la Ley de Glaciares.
El caso del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE – VC) es un ejemplo emblemático de lucha contra el modelo de explotación agrícola conocido como agronegocio fue protagonista central de la tarde del sábado cuando se organizó un acto frente al Congreso Nacional para denunciar el ataque contra Cristian Ferreyra, un miembro del movimiento campesino asesinado por sicarios del empresario sojero Jorge Ciccioli.
Luego se realizó una movilización que partió del Congreso y que, luego de ir hasta el Obelisco, regresó al punto de partida, en un recorrido circular inspirado por las cosmovisiones de los pueblos originarios, según explicaron los organizadores. La variada y colorida columna, acompañada por la percusión de una cuerda de tambores, logró llamar la atención de los porteños sobre las distintas problemáticas socioambientales, algo no siempre sencillo en esta enorme ciudad acostumbrada a los cortes y a las manifestaciones.
El domingo y lunes la Unión de Asambleas Ciudadanas se mudó a Luján y las actividades continuaron en una sede de la Universidad Nacional de Luján. Según los organizadores, los últimos dos días estuvieron dedicados a un trabajo más interno, tal como es habitual en las reuniones de la UAC. Uno de los principales temas de discusión fue la articulación entre las asambleas y colectivos sociambientales con otras organizaciones sociales que pueden tener reclamos comunes. También se decidió modificar la periodicidad de los encuentros nacionales (pasando a dos reuniones anuales en lugar de las tres actuales, con encuentros regionales intermedios) se resolvió que la próxima UAC se haga en la ciudad de Mendoza, a comienzos de marzo de 2012, coincidiendo con la tradicional Fiesta de la Vendimia.
Finalmente, el día lunes se organizó una marcha hasta la basílica de Luján en la que se plantearon las preocupaciones ambientales de los vecinos de la ciudad. Es tradición de UAC el buscar relacionarse con los reclamos locales del lugar elegido para sus reuniones y, coherente con ello, el encuentro concluyó con la lectura de un comunicado de los asambleístas en el que se denunciaba que en Luján “empresas con un enorme grado de contaminación se erigen frente a casas de familia, las fumigaciones con agroquímicos se esparcen en viviendas y escuelas con total negligencia y, debido a la búsqueda de bajar los costos de la producción y el negocio inmobiliario, es un sueño casi inalcanzable acceder a un terreno y a una vivienda digna donde poder vivir”.