Calles perdidas, el proyecto de periodismo multimedial que investiga el avance del narcotráfico en Rosario, fue galardonado con el premio Rey de España en la distinción de periodismo digital. Marcha dialogó con el equipo de la investigación.
¿Cómo surge el proyecto de Documedia y la producción de Calles perdidas: el avance del narcotráfico en Rosario?
Documedia es un proyecto de la Dirección de Comunicación Multimedial de la UNR. Se trata de producciones multimediales e interactivas que tienen como objetivo acercar a los usuarios narrativas en torno a temas específicos de investigación periodística. Una iniciativa de la Universidad que se viene materializando desde el 2008, con cuatro producciones distintas.
La más reciente, Calles Perdidas, se ocupa del avance del narcotráfico en la ciudad de Rosario valiéndose de recursos como el documentalismo, el periodismo de datos y el periodismo de investigación. Esa convergencia también está dada en el formato, con una misma plataforma que integra piezas audiovisuales, infografías, gráficos interactivos, galerías de fotos, contenidos de redes sociales y líneas de tiempo.
Sobre esa estructura se acomodan los ejes definidos para abordar el tema. Las complicidades institucionales, las rutas del dinero del narcotráfico, las políticas aplicadas para contrarrestar su avance, los actores involucrados y los contextos sobre los que se mueve el fenómeno son puntas que permiten bucear en la complejidad y la globalidad del problema.
¿Cuánto tiempo llevó realizar este trabajo?
Este Documedia es el resultado de casi dos años de investigación y producción, que se inician a partir del programa de televisión Agenda Pública producido por este mismo equipo y emitido hasta 2013 por Canal 3. En sus archivos, casi la mitad de los informes periodísticos abordan, desde distintos enfoques, la situación social de los barrios más vulnerados de nuestra ciudad. Imágenes y testimonios de un escenario violento que crecía sin surtir efectos sobre la agenda mediática y la opinión pública.
En ese proceso, la misma producción periodística que llevábamos adelante comenzó a estar atravesada por casos que llevaban a un mismo lugar o a un mismo problema.
Por ejemplo, el archivo con la entrevista a Mercedes Delgado, fue hecha en octubre de 2012 cuando fuimos en Ludueña al Centro Comunitario San Cayetano para narrar los esfuerzos que hacen esas mujeres y otras organizaciones por transformar la realidad del barrio. Tres meses después Mecha es asesinada de dos balazos al quedar en medio de una balacera entre bandas que se disputan el territorio en esa zona.
De la misma manera, en el Documedia se muestra un archivo con declaraciones del ex jefe de Policía de Santa Fe, Cristian Sola, que fue entrevistado para un informe sobre narcotráfico también en octubre de 2012. Se lo puede ver y escuchar puntualizando en la centralidad del tema drogas en su gestión y sus estrategias para combatirla. Dos meses después de esa nota es denunciado por enriquecimiento ilícito.
La producción de los materiales fue acompañando un proceso de profundización de la problemática del narcotráfico, hecho que se fue haciendo cada vez más visible. Las voces de especialistas, funcionarios y actores barriales vienen a sumarse luego la producción ya con una perspectiva definida en cuanto al objetivo periodístico de Calles Perdidas.
El Triple crimen de Villa Moreno primero, y luego el asesinato de Mercedes Delgado, pusieron en escena las complicidades que se entretejen a la sombra de la empresa del narcotráfico y garantizan su impunidad. ¿Qué actores relevaron y cómo concurren en esta economía delictiva?
Como lo plantea Marcelo Saín en nuestro trabajo, la clave para la expansión de grandes redes de narcotráfico es la regulación policial. Y en la provincia de Santa Fe ya están demostrados los altos niveles de complicidad de las fuerzas de seguridad con grupos narcos, en todos los mandos. Calles perdidas releva los distintos casos de connivencia sucedidos en los últimos dos años en la policía de Santa Fe y en otras fuerzas. Comparte un análisis agudo sobre los hilos que atan a bandas delictivas con sectores de la policía. Y esos nudos preparan el terreno para la instalación de kioscos y bunkers de drogas en los barrios, que en Rosario se calculas en más de 300, y los dineros procedentes de esa comercialización ingresan a la economía legal por medio de inversiones inmobiliarias, boliches nocturnos, autos de alta gama y otros circuitos. Inversores que cuentan con abogados y contadores caros para hacerlo.
Desde otro costado, las tres historias de víctimas que se cuentan se vinculan de diferentes formas con el accionar cómplice de la policía. En la causa del Triple Crimen hay tres policías procesados por encubrir la matanza. Luego de la balacera a los militantes del Movimiento Evita en Nuevo Alberdi, el entonces comisario Marcelo Mendoza es denunciado por dos de las víctimas, Ariel y Carlos Ferreyra, por su vínculo con una de las bandas que operaba un búnker de droga en el barrio. Tiempo después Mendoza es removido de su cargo.
En la causa de Mercedes Delgado hay distintas irregularidades con el manejo de las pruebas por parte de la policía, se hicieron denuncias por hostigamiento policial a uno de los hijos de la militante social asesinada y, a 14 meses del crimen, familiares y compañeros manifiestan que la causa está estancada y que la policía no está buscando al responsable prófugo.
En el trabajo es un eje clave lo que llaman “Políticas erróneas”: por un lado, se destruyen espectacularmente los bunkers en los barrios, por otro, los delitos financieros y las operaciones de lavado inherentes al narcotráfico son eventuales y contingentes. ¿Cómo analizan estos modos de intervención política en la problemática?
Hay una serie de puntos que permiten entender cómo actúan actualmente las políticas orientadas a combatir el narcotráfico en Santa Fe, en Argentina y a nivel global. Las estrategias de abordaje criminalizan al consumidor, ponen su eje en la sustancia y descargan toda su ira contra los pequeños actores de la economía del narcotráfico. Estas estrategias son aplicadas en casi todos los países del mundo producto de una fuerte presión de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) que vigila la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas.
Este organismo, por ejemplo, es muy crítico de la ley uruguaya que regula la producción, venta y consumo de marihuana. Con esta nueva ley, la perspectiva de abordaje es completamente contraria a la de la JIFE, en tanto corre su eje de la sustancia como problema y se centra la regulación de los tres eslabones de una economía que ahora es legal. El Estado asume un rol activo para salvaguardar la salud de los consumidores y establecer las reglas de juego en el desarrollo de ese mercado.
Con el prohibicionismo, el aparato represivo del Estado descarga toda su violencia contra los eslabones más vulnerables de la cadena, que son los trabajadores de esta economía clandestina. En Rosario, esa fuerza de trabajo corresponde en gran parte a jóvenes pobres, excluidos del sistema educativo y laboral, y sometidos a un estigma social que los condena antes de que lleguen a cometer un delito.
Para ellos, la única institución cercana del Estado es la policía. Y son víctimas constantes del acoso policial, de apremios ilegales y de una continua degradación de su persona. Y todo esto sucede porque hay una lógica de desprotección de los sectores sociales que habitan los barrios pobres de la ciudad. Esa es una responsabilidad de todos los niveles del Estado.
En Santa Fe en particular, las estrategias de los últimos años se enfocaron en el derribo de bunkers y kioscos de venta de droga. Una espectacularización de las acciones que buscan el impacto mediático para evidenciar un rol activo del Estado. Cuando todos los vecinos saben que a treinta metros del bunker derribado se construye otro. Pero esa política trajo como consecuencia que en Rosario hacia fines de 2013 haya 120 menores detenidos por vender drogas en esas bocas de expendio.
Nuestro Documedia hace un aporte al debate sobre una nueva ley de drogas en Argentina, que establezca los parámetros de intervención del Estado en post del bienestar social y de garantizar los derechos de las víctimas de este problema. Como lo resume Saín, ir hacia “una regulación legal de algo que no va a desaparecer si se sigue combatiendo el consumo”.
En su momento, el oficialismo provincial y municipal endilgaron a Calles Perdidas cierto oportunismo político, tiempo después articularon el discurso sobre la estigmatización de la ciudad, ¿ustedes piensan que es un fenómeno excepcionalmente local?
Las variables que se abordan en nuestro documedia se alimentan de la lectura de especialistas, funcionarios y actores sociales inmersos en un territorio concreto. La territorialidad es el punto de partida para comprender un problema global que en Argentina en particular ha penetrado vertiginosamente en la última década.
Nosotros hacemos un recorte del problema sin dejar de analizar las variables nacionales y globales. El discurso de la estigmatización de la ciudad es la forma más fácil de desatender un problema que no se soluciona discutiendo cifras. En el Documedia arrojamos números oficiales y otros datos con recursos de geolocalización y visualización en gráficos, que contribuyen a un análisis más definido sobre cómo se mueve el fenómeno. Pero el abordaje va mucho más allá de las cifras, su principal valor está en el testimonio de quienes conviven con la violencia en los barrios de la ciudad, de lo que los vecinos denuncian y de la lectura de un abanico de especialistas en el tema.
A pesar de esto, por el lado de las cifras vinieron las críticas de distintas figuras del Socialismo, que semanas atrás había participado en la declaración unánime del Concejo de Rosario para declarar de Interés Municipal a Calles Perdidas. Este mismo Documedia recibió una mención especial del Premio Latinoamericano de Periodismo sobre drogas, que entrega la Asociación Civil Intercambios junto a Cosecha Roja, por su aporte al debate sobre el problema de las drogas en Argentina. Y precisamente ese es el objetivo de nuestro trabajo.