Por Juan Manuel De Stefano. Racing vive un momento de luchas internas y peleas. Los egos de Cogorno y Molina entorpecieron la vida interna del club.
Que nunca nada le fue fácil a Racing, es una verdad de Perogrullo. El club estuvo al borde del naufragio y esto último no ocurrió, justamente por la grandeza de sus hinchas y por el peso específico de su nombre propio. Parecía ser el momento de disfrutar y dar un salto de calidad para pelear el campeonato, pero estalló una feroz interna que hace recordar épocas de zozobra e incertidumbre.
El club vive su peor etapa luego de la vuelta a la democracia. Más aun, varios sucesos y maneras de manejarse recuerdan a Blanquiceleste S.A. El gerenciamiento fue una mancha enorme en la rica historia de la Academia. Molina, Podestá y un grupo de jóvenes y entusiastas dirigentes trajeron la calma a la institución. Y con ellos las arcas y el patrimonio de Racing estaban a salvo. Mucho ayudó la “mano salvadora” de Néstor Kirchner quién se encargó de acercar inversores para la compra de jugadores como Teo Gutierréz, Gio Moreno o Iván Pillud. O la cesión por parte del gobierno de un predio de 32 hectáreas, cercano al que ostenta la AFA, en Ezeiza.
Los socios tomaron nota y brindaron el apoyo votando al candidato del presidente Molina. Gastón Cogorno se convertía así en el titular más joven de la historia de la institución con sólo 39 años. “Esto es un sueño, nunca creí que iba a pasar. Tengo que agradecerle a una persona que confió en mí: Rodolfo Molina. El es un diez puntos, que haya quedado como vice en esta nueva etapa del club demuestra que es una persona muy comprometida con Racing. Y el vice segundo, Víctor Blanco, también es una persona excelente”, aseguraba Cogorno a minutos de consagrarse.
Corría el año 2011 y nada hacía presagiar la triste realidad de hoy en día. Si bien Molina dio algún indicio en el final de su mandato cuando las cosas con su vicepresidente no terminaron para nada bien. Podestá se presentó a las elecciones pero lejos de su viejo compañero. Luego de unos meses de tensa calma, la relación entre Cogorno y Molina se enfrió de tal manera que las partes se dividieron para nunca más volver a juntarse. El equipo (de la mano de Zubeldía) parecía encaminado, por lo menos desde los puntos que cosechaba y el andar de varios juveniles que ilusionaban a propios y extraños.
El rendimiento del conjunto nunca terminó de convencer a los hinchas ni a los propios dirigentes. Desde lo futbolístico, lo cierto es que parecía incomprensible la idea de renovar el contrato del entrenador en junio y echarlo un mes después por malos resultados. Viola volvió al club a préstamo por casi un millón de dólares, Camoranesi ostenta un contrato alto y se la pasa lesionado. Lo mismo va para Regueiro. Esos “detalles” hicieron que la distancia entre ambos se hiciera cada vez mayor. Todo un despropósito para la economía de Racing.
El manager Roberto Ayala fue despedido, casi al mismo tiempo que Zubeldía. En fin, un desaguisado tras otro y la sensación inequívoca de que el rumbo está perdido hace rato. Pero no sólo el futbol despertó episodios confusos. En enero fue asesinado un periodista partidario Nicolás Pacheco en la pileta de la sede de Villa del Parque, un hecho que jamás se pudo esclarecer y los dirigentes hicieron muy poco para buscar a los responsables. Gio Moreno fue amenazado de muerte por unos barras y los dirigentes, con Cogorno a la cabeza, minimizaron el hecho de manera lamentable, todo quedó en la nada. Pero una de las historias más curiosas se da en el particular manejo de los fondos del club y de las inversiones.
Tanto Cogorno como Molina reclaman el dinero que pusieron, en su momento, en el club. Un millón doscientos mil dólares el –por ahora- presidente y 3 millones de la moneda norteamericana, el ex mandatario. Pero eso no es todo. Resulta insólito cómo Molina quiere que le devuelvan su dinero: todo en efectivo, en un pago y con un dólar a 11 pesos. Realmente increíble. Una estafa al club, ni más ni menos que eso.
Pero no queda todo ahí. La disputa se dirime en lugares insospechados. Cogorno tuiteó: “No pienso dar un paso al costado. Blanco me comunicó que su renuncia está a disposición para destrabar esta situación. Falta Molina y Racing podrá elegir democráticamente”, aseguró. El vicepresidente no se quedó atrás y disparó: “A Cogorno le quedó grande el sillón, manejó al club con amigos y violentos. Elegir a Cogorno fue mi peor error”. Para peor, lo que pide Molina es que se vaya el actual titular y quedarse él en el poder para tomar decisiones. Sólo el viejo y querido fútbol argentino puede recabar historias como esta. El Vice denosta al presidente y emula un golpe de Estado, ni más ni menos que eso.
Más allá de manejos erróneos, malas decisiones y otras yerbas, el camino no es el adecuado. Se olvidaron de la institución y pasó a ser una disputa personal entre dos bandos. Las aguas parecían calmas y el mar presto para navegar pero la historia -parece- se vuelve a repetir. En el medio, uno de los clubes más célebres del país: el glorioso Racing Club.