Por Nicolás Zyssholtz. El primer comunicado de la dictadura que no prohibía algo sino que más bien lo permitía, daba lugar a que se interrumpiera la Cadena Nacional para la transmisión de un amistoso entre Argentina y Polonia.
Aquel 24 de marzo de 1976, toda la programación de radio y televisión había sido interrumpida. Se transmitían por Cadena Nacional los famosos comunicados de la Junta Militar que, entre otras cosas, anunciaban la disolución del Congreso, la destitución de gobernadores y jueces de la Corte Suprema y la implementación del estado de sitio. Fueron veintidós comunicados prohibitivos hasta que el número 23 permitió algo: “Se ha exceptuado la programación programada para el día de la fecha del partido de fútbol que sostendrán las selecciones de Argentina y Polonia”, se anunciaba con voz castrense.
Al margen de la redundancia y falta de cohesión del comunicado, salta a la vista que los militares no entendieron el papel socio-cultural y político del fútbol recién para el Mundial 78 sino mucho antes. El partido que enfrentó al equipo de Menotti contra el seleccionado del este de Europa -que había sido tercero en Alemania 74- se jugó en el Slaski Stadion de Chorzow, a 13 mil kilómetros de Buenos Aires y del Golpe, ante 60 mil polacos. Y efectivamente fue transmitido para todo el país por Canal 7, con los relatos a cargo de un tal Fernando Niembro.
Las versiones sobre la manera en que recibieron la noticia los jugadores argentinos son imprecisas. Ricardo Bochini y Marcelo Trobbiani aseguran que fue el relator José María Muñoz, que era el enviado de Radio Rivadavia para el partido y que rápidamente se posicionaría como uno de los mayores apologistas de la dictadura, el que les dio la noticia antes del partido. Similar es el relato del periodista Héctor Vega Onasime, que asegura que el “Gordo” le comunicó la noticia al presidente de la delegación, Pedro Orgambide. “Por suerte no hay que lamentar desgracias ni derramamientos de sangre” dijo Muñoz. Casi un comunicado más. Su compañero en esa transmisión era Julio César Calvo, hermano de Adriana Calvo, ex detenida-desaparecida fallecida recientemente.
Jorge Carrascosa, capitán de aquel equipo, que luego renunciaría a jugar el Mundial, le aseguró a Marcha: “Las comunicaciones en aquella época eran muy diferentes a las de ahora, no puedo precisar en qué momentos nos enteramos, pero lo supimos ese día. Con el correr de los días nos fue llegando más información, pero teníamos que seguir jugando”. La gira de Argentina, que venía de ganarle 1-0 a la Unión Soviética en Kiev, continuó el 27 de marzo con una derrota 2-0 ante Hungría, el 29 con caída 2-1 frente al Hertha de Berlín y el 10 de abril con un empate 0-0 con el Sevilla de España.
Ese día Menotti dispuso que el seleccionado formara de esta manera: Hugo Gatti; Alberto Tarantini, Jorge Olguín, Daniel Killer y Jorge Carrascosa; Marcelo Trobbiani (66’ Osvaldo Ardiles), Américo Gallego y Ricardo Bochini; Héctor Scotta (64’ René Houseman), Leopoldo Luque y Mario Kempes. Las figuras más destacadas de ese gran equipo polaco era Kazimierz Deyna -al que Ubaldo Matildo Fillol le atajaría un recordado penal en Rosario, en el Mundial 78- y Grszegorz Lato, nombres notables de un fútbol que pasaba su mejor momento.
El “Gringo” Scotta, que es sindicado junto con Mario Alberto Kempes como los jugadores que más afectados se vieron por la noticia y quisieron negarse a jugar el partido, abrió el marcador para Argentina. Empató Lato para los locales y finalmente el “Loco” Houseman -que había ingresado por el delantero de San Lorenzo- anotó el gol del triunfo definitivo. Al día siguiente, los grandes diarios argentinos titularon este triunfo, debajo de las grandes letras catástrofe que anunciaban la “total normalidad” que reinaba en el país, como “la mayor hazaña de la Selección en todos los tiempos”.
Fue el primer episodio de la serie de encuentros que tuvo la Junta Militar con el fútbol como un fenómeno popular que le permitía la legitimidad que la sangrienta represión y las políticas económicas neoliberales no podían darle. Basta evocar la imagen de Videla, Massera y Agosti gritando los goles de Kempes en el Monumental, en la final del mundo con Holanda, mientras a pocas cuadras se torturaba y a algunas más planeaban sobre el Río de la Plata los vuelos de la muerte. Pan y circo.