Por Fernando Vicente Prieto, desde Caracas. La Revolución Bolivariana afronta su elección nacional número 19 en un clima de guerra económica, mediática y política. El próximo 8 de diciembre se eligen alcaldes y concejales en los 335 municipios del país.
Hace casi un año, el 8 de diciembre de 2012, Hugo Chávez anunciaba que debía regresar a Cuba a operarse nuevamente del cáncer contra el que venía luchando. También delegaba, por primera vez, el mando en una persona concreta. Nicolás Maduro, su canciller durante seis años, era el dirigente elegido por el Comandante para asumir el gobierno.
Debilitado en su origen, al ganar las elecciones del 14 de abril por un margen más estrecho que el esperado, Maduro debió sortear inmediatamente una grave situación institucional, con la coalición derrotada -la MUD- desconociendo al Poder Electoral, al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo y convocando a sus votantes a no respetar la decisión de estas instituciones.
El gran empresariado y sus representantes políticos, con fuertes vínculos con EE.UU, consideraron que la Revolución Bolivariana se encontraba en su punto más débil y apuraron el paso en su intento de ponerle fin.
El conocido llamado a la “arrechera” de Capriles terminó en cientos de ataques en todo el país, algunos muy organizados y con poder de fuego. Es un secreto a voces que grupos derechistas de Venezuela tienen contacto con grupos paramilitares colombianos. Además, hay pequeños grupos estudiantiles de derecha que también se vienen entrenando en acciones callejeras. En los hechos violentos del 15 y el 17 de abril, once personas resultaron asesinadas. En paralelo comenzaba un proceso que se extendería durante casi todo el año, de desabastecimiento programado y suba de precios.
Autocrítica para rectificar
Maduro asumió el 19 de abril y retomó con fuerza las ideas del Golpe de Timón de Chávez. Impulsó el gobierno de Calle, que lo llevó a recorrer y tomar contacto directo con la población en todos los estados del país. En asambleas multitudinarias, el poder popular planteó sus demandas y el gobierno aprobó los proyectos considerados más necesarios. Al mismo tiempo, desde el ministerio de Comunas se impulsó una política de apertura y reconocimiento a las organizaciones que se ha ido dando el pueblo, superando recientemente la meta del plan de la Patria para este año: se han registrado más de 450 comunas. Más de mil continúan su proceso de organización.
Del otro lado, la guerra económica se acentuó e ingresó hacia octubre en un punto culminante. El dólar paralelo, fijado arbitrariamente por una página web radicada en Miami, duplicó su valor en menos de tres meses y se agudizó la espiral inflacionaria.
Con ese panorama, algunos empresarios se frotaban las manos. En particular las cadenas distribuidoras de electrodomésticos, productos de ferretería, insumos para el transporte, juguetes y ropa, entre otros bienes durables. Esperando el cobro de los aguinaldos de mediados de noviembre, no dejaban de remarcar. Los productos que habían sido comprados en el exterior comprando dólares al Estado al cambio oficial, se vendían como mínimo a tres o cuatro veces su valor, argumentando el dudoso precio del dólar paralelo, y una cosa realimentaba a la otra.
En ese escenario, la derecha se encontraba envalentonada de cara a las elecciones del 8 de diciembre. A pesar de ser de concejales y alcaldes, los medios privados comenzaron a instalar la idea de que se convertirían en un plebiscito nacional, para decirle a Maduro que se fuera.
El 6 de noviembre fue una jornada decisiva. Ese día Maduro anunció el comienzo de una “contraofensiva económica”, tal como la llamó. La primera empresa inspeccionada fue la Cadena de electrodomésticos Daka. Al encontrar importantes sobreprecios, evasión impositiva, defraudación al sistema de divisas, entre otros delitos, el gobierno denunció a la justicia a los dueños; ocupó temporalmente sus tiendas y vendió a precio justo los productos.
Cerca de dos mil fiscalizaciones se realizaron desde entonces. Muchos otros comercios bajaron sus precios. Este movimiento descolocó a la derecha, que quedó defendiendo la inflación. Por otro lado, fortaleció la imagen del presidente y en general fue un estímulo a la movilización y el activismo chavista, que encontró un rumbo concreto tras el cual unificar fuerzas. Para confirmar la seguidilla de triunfos materiales y simbólicos, este martes la Asamblea Nacional convirtió en ley el Plan de la Patria 2013-2019, la plataforma electoral redactada por Chávez y aprobada dos veces en las urnas.
Un 8-D que perfilará el rumbo
En este marco se realizan estas elecciones. Es un hecho que las fuerzas del Gran Polo Patriótico ganarán la mayoría de las alcaldías, por lo que una de las principales incógnitas pasan por saber si ambos bloques en disputa aumentarán o disminuirán sus votos. El foco también se pondrá en algunas alcaldías donde hay posibilidades de cambios, como es el caso de Maracaibo y la Alcaldía Mayor de Caracas, hoy en manos de la derecha; o Valencia y Barquisimeto, del chavismo. En el caso del estratégico municipio Libertador, que ocupa el centro de Caracas, todo indica que se mantendrá en las filas de la revolución. Por otro lado, distintos escenarios de sabotaje son manejados como posibles por el gobierno bolivariano, que desplegó 156 mil efectivos en todo el territorio. El apagón del lunes pasado, que dejó sin luz a medio país, activó las alarmas al máximo posible.
El 8 de diciembre fue declarado día de la Lealtad, por el momento en que Chávez pidió apoyo para la Revolución “en cualquier circunstancia” que sobreviniera a su operación. “Pase lo que pase, seguiremos teniendo Patria”. Un año después, el pueblo decidirá si da un gran empujón para consolidar al gobierno revolucionario, en el cierre de su año político más largo y más difícil; o si por el contrario, respalda a los partidos de derecha y habilita así nuevos intentos de terminar con la Revolución Bolivariana.