Por Fernando Vicente Prieto, desde Venezuela. A tres días de las elecciones presidenciales del 7 de octubre, Hugo Chávez cerró su campaña con una gigantesca movilización, que llenó siete avenidas de Caracas con música, baile y mucha alegría.
La intensa lluvia que cayó entre las tres y las cuatro de la tarde no pudo impedir que una multitud se concentrara para escuchar a Chávez, quien cerró su campaña prometiendo una avalancha de votos para el próximo domingo.
Desde temprano y hasta bien entrada la noche, miles y miles de personas -en su mayoría jóvenes y mujeres- se movilizaron en apoyo al candidato de la Revolución Bolivariana. En su discurso, Hugo Chávez volvió a marcar claras diferencias con el candidato unificado de la derecha, sosteniendo un diálogo con las miles de personas en el lugar. “¿Quién es candidato de los grandes ricachones?”, se preguntó. “¿Quién es el candidato de los corruptos, el candidato de los grandes negocios?”.
Además, como es habitual, enmarcó el proyecto de socialismo bolivariano en un recorrido histórico que abarca varios siglos, en el camino de la liberación social. “Nosotros venimos de lejos”, explicó. “Esta batalla nuestra es larga, tiene más de 500 años en esta tierra. ¡Aquí estamos los hijos de Guaicaipuro! De ahí venimos nosotros: de la resistencia india, de la resistencia negra, de los explotados, de los dominados de siempre. Ha sido larga la batalla”, dijo, para luego recordar a Simón Bolívar, a José Félix Ribas, a Ezequiel Zamora y su grito de “Tierra y hombres libres”, a las columnas guerrilleras de Algimiro Gabaldón y al Caracazo, en una síntesis de las luchas populares del país caribeño.
Obligados por la Patria
“Chávez son ustedes, muchachos. Todos somos Chávez. ¡Por eso gana Chávez el 7 de octubre!”, arengó en tercera persona, mientras miles de persona coreaban “Uh! Ah! ¡Chávez no se va!”, aquel canto nacido luego del golpe de Estado de abril de 2002, que intentó restaurar el poder de la oligarquía.
En el acto, el presidente volvió a advertir sobre los posibles intentos de desestabilización de la democracia por parte de la derecha. “El próximo domingo vámonos en avalancha a las mesas electorales muy temprano, para garantizar la victoria y abrir los portones del futuro que hemos conquistado. Ustedes tienen derecho al futuro. Nada ni nadie le robará el futuro a la Patria venezolana. Estemos listos para defender la victoria del pueblo ante cualquier pretensión de la burguesía de desconocerla”, expresó de cara al público que se mantenía firme bajo el diluvio.
“Es la vida del pueblo lo que está en juego. Es el futuro lo que está en juego. Con el favor de Dios y la ayuda de ustedes, Chávez no le fallará a la juventud venezolana”, expresó, mientras la multitud gritaba hasta quedar ronca. “Sin dudas he cometido errores, quién no los comete, pero… ¿acaso Chávez se vendió a la burguesía? ¿Acaso Chávez de presidente se dejó doblegar por el imperialismo? No les fallaré, seré fiel para siempre al pueblo de Venezuela”.
Durante la semana, Chávez había anunciado que llenaría siete avenidas, en lo que pareció un desafío al cierre de campaña de la derecha: el domingo pasado, el candidato opositor Henrique Capriles Radonsky llenó la tradicional avenida Bolívar, lo que fue presentado por los medios comerciales casi como un triunfo anticipado. En la jornada de ayer, la marea roja-rojita no sólo desbordó las siete avenidas, sino también las calles adyacentes.
Durante toda la jornada, la gente esperaba el paso de Chávez bailando y cantando, no sólo en los escenarios montados en cada avenida -donde actuaban grupos de salsa, rock, hip hop y regueton-, sino en cada calle céntrica, donde predominaba el rojo, pero también había lugar para el azul y el amarillo, los otros dos colores de la bandera venezolana.
El clima de entusiasmo y alegría contrastó con el discurso que intentaron instalar las principales cadenas empresarias de medios de comunicación, que insistieron en que mucha gente se movilizaría “obligada” o por miedo a perder su empleo o beneficios sociales.
Por el contrario, el fervor popular se extendió a ritmo de rumba hasta tarde. Ya caída la noche, a dos cuadras de la plaza Bolívar, conversamos brevemente con José Salazar, vecino de Caracas. Consultado sobre si venían obligados o amenazados, el músico de 60 años se mostró risueño, señalando a la todavía importante movilización. “Te voy a decir una cosa, qué bueno que le paguen a uno por brincar y bailar”, contestó irónicamente. “Dicen que a los trabajadores del ministerio los forzaron a venir. Pero vienen y los forzaron a reírse, los forzaron a bailar, los forzaron a gritar. ¿Qué te parece?”, expresó, luego de explicar que Chávez es “el único” que en doscientos años gobernó con el pueblo.