Por Mauricio Díaz, desde Córdoba. Se cumplió hace poco un mes del bloqueo que llevan adelante vecinos de Malvinas Argentinas, organizaciones sociales y asambleistas, a los portones de la planta de Monsanto. Otro grupo se instaló en Plaza de Mayo. Recorrido por un día de campamento y protestas por la vida.
Saliendo de Córdoba capital por la Avenida Las Malvinas, cruzando el barrio Nueva Italia, donde está ubicada la cancha de Racing de Córdoba, la avenida nos lleva directamente a la ruta A 88. En pocos minutos llegamos al pueblo de Malvinas.
Con unas decenas de cuadras de extensión por la ruta provincial y tan solo 12 cuadras de ancho aproximadamente, a 16 kilómetros de la capital, viven allí cerca de 15 mil personas.
Es un pueblo donde se puede percibir la tranquilidad de un sábado a la tarde. Gente lavando el auto en la vereda, los chicos jugando en la canchita, pibes más grandes en moto, cortan el silencio de la tarde mientras nos acercamos al corte. Con una economía interna muy reducida, la mayoría de sus habitantes trabajan en Córdoba Capital o en el municipio malvinense. Está cruzada por la ruta nacional 19 y la ruta provincial A88, a los costados de la ruta se pueden ver algunas fábricas que intentan dinamizar la economía local, pero son muy chicas. La siembra de trigo, maíz y soja, son las principales actividades económicas de la zona.
Fue específicamente el 18 de octubre. Ese día, el pueblo vería su rutinaria siesta interrumpida.
Saliendo del pueblo se pueden divisar carteles y carpas al costado de la ruta pegados a un extenso alambrado que rodea construcciones sin terminar. Georgina es una joven bailarina, es su primera vez en el corte. Allí se iba a juntar con unas amigas, y pretendía pasar la noche en el campamento.
-¿Por qué viniste?
-Cada uno se acerca y colabora en lo que puede, es una manera de ponerle el cuerpo a la lucha, siempre desde lo que uno sabe hacer y desde donde pueda expresarse, responde entre titubeos.
Mientras caminamos nos encontramos con un grupo de asambleístas a punto de almorzar. Georgina se aleja y se dirige a otro campamento, ubicado a unos 200 metros del primero que está a la vista. En ese momento nos recibe Lucas, un vecino de Malvinas.
-La semana pasada se cumplió el mes de bloqueo. Este es un proceso de resistencia siempre bajo una organización planteada en asambleas.
En las asambleas los manifestantes se ponen en común sobre normas de convivencia, las diferentes actividades y principalmente sobre cómo seguirán con la lucha contra la multinacional.
Lucas muestra la despensa del primer campamento. Está en un lugar cubierto por una lona, a los pies de un árbol pegada a la reja que los separa del predio. El lugar tiene una mesa donde se cortan las verduras y frutas, en el suelo a la derecha de la entrada hay varios bidones de agua, bolsas de papas, cebollas, zanahorias, distintos tipos de frutas y leña.
-¿Cómo es la relación con el resto del pueblo?
-Esto que ves acá es porque varios almaceneros del pueblo se solidarizan. Nos acercan víveres, después de que pasamos por ahí y comentamos que estabábamos haciendo acá. Tenemos un gran apoyo de parte de los vecinos de Malvinas.
Ester es integrante de la “Asamblea Malvinas Lucha por la Vida”. Ella lleva un año y un poco más de lucha, cuando se enteró por televisión que Monsanto se iba a instalar en su pueblo. Tuvieron que estudiar qué era y qué hacía esta multinacional.
-En la primera asamblea éramos cerca de 500 vecinos. Estábamos preocupados por lo que podría sucederle a nuestro pueblo. Pocos meses después en agosto del año pasado, sucedió la primera represión en la historia de la localidad de Malvinas Argentinas, dice entre indignada y reflexiva.
Ese punto al que refiere Ester fue un quiebre en la resistencia. Ahí fue cuando se dieron cuenta con qué se enfrentaban. El nivel de convocatoria de las marchas iba mermando, Ester se lo adjudica al miedo.
-Por ejemplo, en la escuela donde yo trabajo, está prohibido hablar de la problemática ambiental y la instalación de Monsanto.
Los miembros de la asamblea denuncian la coacción por parte del municipio, la extorsión que sufren los habitantes de Malvinas. Según los acampantes hay varios vecinos que los apoyan, pero que no se acercan al bloqueo por miedo a perder el trabajo, ayuda por parte de la intendencia o porque le deben un favor al municipio.
Sin embargo en los últimos días se agregaron dos bloqueos más.
A la vera de la ruta A88, en la actualidad hay tres: los dos iniciales, con su despensa, huerta, uno con horno de barro y con el comienzo de la construcción de una pared de barro; y el nuevo es una posta vigilada las 24 horas mediante relevos. Los otros dos bloqueos se ubican en el fondo del predio, uno del sector derecho y otro por el izquierdo y que también es vigilado las 24 horas, este último lindante a un campo que según los asambleístas, pertenece a la familia del intendente Arzani.
En la mañana del lunes, “un grupo de delegados del gremio de la UOCRA -entre ellos el hijo de Luis Gutierrez, Secretario Adjunto del gremio- y personal del Ministerio de Trabajo (sin identificación alguna) se presentaron en el campamento”, según se publicó en el Facebook del bloqueo (Acampe en Malvinas) “con la intención de dialogar sobre supuestos despidos”.
Los miembros de la UOCRA increparon fuertemente a los asambleístas, pero por suerte no pasó a mayores. La gente del bloqueo constantemente está siendo hostigada por integrantes de la UOCRA, que llega junto a funcionarios de Ambiente o personal policial.
El comunicado también recuerda que: “el Ministerio de Ambiente ha sido denunciado por ilegalidades en la constitución de la Comisión Técnica Interdisciplinaria, por lo que el permiso de obra civil de Monsanto sería ilegal”.
Hoy se realizará una Jornada Nacional de Lucha contra el Modelo Extractivista, de Saqueo y Contaminación, la actividad se llevará a cabo en distintos puntos del país. En Plaza de Mayo, pleno centro de Capital Federal, ya se han emplazado una carpa y una radio abierta para dar a conocer el conflicto. Es una manera también para brindar el apoyo a la gente del acampe. Ellos están ya hace más de un mes, no aflojan y ni lo piensan hacer, por lo menos eso queda plasmado en las palabras y la mirada de Ester: “¡De acá no nos vamos, hasta que estos (Monsanto) no se vayan!”.