Por Andrea Sosa Alfonzo y Anabella Aranda. La emergencia ambiental es un problema que afecta a la población que vive en villas en toda la Capital Federal, como consecuencia de la falta de políticas del Gobierno de la Ciudad.
El temporal del mes de abril destruyó casas, comedores infantiles y comunitarios, voló chapas y provocó el cierre de centros de salud y escuelas ubicadas en la villa 21-24, con el agravante de la pérdida de vidas en los barrios más carenciados. Golpeó sobre todo en aquellos barrios que son desatendidos desde hace años y sufren problemas estructurales de vivienda e infraestructura.
Una medida cautelar otorgaba a la Ciudad 24 horas para asistir a la zonas más afectadas, una vez concluido el temporal. El clientelismo y una despiadada gestión burocrática fueron las repuestas. En este sentido, la política de vivienda que se destina a estos barrios es la de la urgencia, la de salir a hacer cuando acechan catástrofes “naturales” o cuando suceden desgracias no tan naturales.
Ante tal escenario, los habitantes de las villas –y entre ellos la 21-24- continúan la herencia de la experiencia que dejó el proceso de la villa 31. La Mesa de Urbanización Participativa de la Villa 21-24 nace en el año 2011 y surge de la necesidad y del derecho ganado de pensar cómo re-urbanizar, cómo planificar espacios verdes, cómo diagramar calles internas por donde puedan circular vehículos, cómo resolver las necesidades edilicias y de tendido de luz eléctrica. Cómo hacer que el barrio sea un lugar habitable.
Marcha dialogó con Carlos Desages de la Comisión de Derechos Humanos de la Villa 21-24 sobre cómo funciona y qué trata la Mesa de Urbanización Participativa de la Villa 21-24.
– ¿Qué es la Mesa de Urbanización Participativa de la Villa 21-24 y cuándo nace?
A fines del 2010 la Junta Vecinal de la Villa 21-21 convocó a una asamblea de organizaciones e instituciones del barrio. En esa asamblea se dio la coincidencia de que varias de las organizaciones que participamos propusimos que era el momento de retomar un viejo tema, un viejo anhelo que teníamos como barrio, que era el pensar la urbanización integral del barrio.
Es entonces que a partir de abril de 2011 empezamos con reuniones, que generalmente son mensuales, en las cuales nos convocamos para discutir y debatir sobre la “re” urbanización, como le llamamos, porque el barrio está urbanizado, a su manera. O como dicen los curas, lo que hay que hacer es un intercambio entre la villa y la ciudad, no hay que transformar la villa en ciudad sino que respetar la idiosincrasia, las pautas culturales, las tradiciones y la historia de este barrio, porque este barrio fue construido por los vecinos. Si ahora vamos a pedir que las autoridades tomen intervención, será de la manera que los vecinos quieran que sea, de modo que los vecinos puedan participar y decidir sobre los destinos, sobre su futuro, su familia, sus hijos y el barrio en su conjunto.
– En este año y medio de trabajo, ¿cuáles han sido los avances y acuerdos hasta el momento?
Avanzamos fundamentalmente en ir informando al vecino, por un lado. Es difícil que después el vecino vuelva y participe porque es muy difícil acostumbrarse a estar en una reunión que dura horas, y aquel que por ahí no está muy interiorizado le da vergüenza preguntar u opinar, es difícil. Pero en lo que sí hemos crecido es en la cantidad de organizaciones que han participado, e inclusive incorporando también a la Comisión Nacional de Tierra que están participando de estas reuniones. En cuanto a la información al barrio está creciendo ampliamente, se han hecho talleres en distintas organizaciones, para que todos los vecinos se vayan interiorizando y preocupándose cada vez del tema que le incumbe. Ahora estamos ya en otra etapa, después del temporal que dejó visible toda la carencia y la fragilidad en la que viven todos los vecinos, estamos en una medida de juntar firmas en un petitorio, es una medida de exigencia, una medida de fuerza frente a las autoridades.
Y después de la tormenta, ¿qué?
Los vecinos de la villa presentaron en el día de ayer un petitorio ante el Gobierno de la Ciudad, con motivo de denunciar una profunda emergencia habitacional y ambiental, cuyo agravante ocurrió posteriormente al temporal que acechó a las zonas más carenciadas de la ciudad en abril. Y a su vez reclamar la realización de medidas urgentes, que no apunten a un carácter paliativo sino de compromiso en la gestión de las obras necesarias. En este sentido se resaltó en la misiva la importancia de la realización de obras de infraestructura, luz, agua y cloacas, el saneamiento ambiental, así como la implementación del plan integral de urbanización en el que vienen trabajando vecinos y organizaciones sociales.
En referencia al plan que señala Desages, Federico Orchani, del Movimiento Darío Santillán, expresó a Marcha que esta propuesta ya lleva dos años y está plasmado de forma interdisciplinaria, a través del trabajo y el compromiso de organizaciones y vecinos, que buscan conformar “una mesa de trabajo con el Gobierno de la Ciudad para pensar un proyecto que pueda resolver la problemática habitacional de fondo que vive nuestro barrio”. La Mesa de Urbanización Participativa de la villa busca la inclusión de los vecinos en un marco de autonomía respecto del gobierno “donde los vecinos realmente sean protagonistas de la urbanización, de cómo piensan su barrio, y que no venga nadie a definir como tendría que ser. Como la política actualmente, que es de expulsar a las familias de la ciudad, y de no prestar oídos a los reclamos de los vecinos. Ese es un poco el planteo que nosotros venimos haciendo, en un barrio donde la situación habitacional se agrava cada vez más, la apuesta es pensar desde los vecinos del barrio, con sus organizaciones sociales, un proyecto de urbanización para mejorar las condiciones de vida”, concluyó.