Por Patricio Klimezuk. Las repercusiones por el paro y el acto convocado la semana pasada por el sindicato de Camioneros continúan y el domingo pasado, el diario Tiempo Argentino reveló que el ministerio de Trabajo avalaría la impugnación al congreso de renovación de autoridades de la CGT.
El título, provocador y con doble sentido (por si hacía falta aclararlo), hace referencia al paro con movilización que convocó Hugo Moyano el miércoles pasado; si en un primer momento la búsqueda se orientó a que se sumarán más sindicatos y organizaciones políticas a su llamado, la misma quedó reducida al sindicato de Camioneros (de ahí la aclaración al respecto del propio secretario general de la CGT apenas comenzado el acto) y a algunas pocas organizaciones más, entre las que se destacaba el Sindicato Único de Trabajadores del Peaje conducido por Facundo Moyano. Parte fundamental de “la nueva” Juventud Sindical (había algunas remeras que decían “Nunca más”, lo que contrasta al menos en parte con su actuación en los ´70) el grupo que le aportó el componente más clasemediero a una movilización que se puede definir coloquialmente como “muy prole”.
De todo análisis que se haga de una movida de estas características no puede quedar exceptuado el aspecto cuantitativo. Marca numerosas cosas y permite numerosas lecturas, al margen de la primera que ya deslizamos sobre la escasa cantidad (y esto también es cuantitativo aunque en clave cualitativa) de agrupamientos convocantes del acto en Plaza de Mayo.
Una de las cosas que llamó la atención fue la distinta percepción que difundieron los medios de comunicación por un lado, algunos participantes de la movilización y militantes y funcionarios kirchneristas por otro.
Para el primer segmento, la marcha no sumó más de 25 mil o 30 mil concurrentes, incluso para aquellos que como el Grupo Clarín hubieran querido que la cifra fuera bastante más alta. Para el segundo grupo, la misma superó largamente las 50 mil personas, y muchos estimaban que se había acercado a las 100 mil (la foto que acompaña la nota permite no tildar de una locura estas estimaciones).
Ante semejantes números –sean los 25 mil que vieron los primeros o los casi 100 mil de los segundos- lo que habría que decir es que hoy por hoy en la Argentina pocos dirigentes, tanto de extracción sindical como política, pueden darse el lujo de convocar a tanta gente. Si bien hay que considerar que hubo poca gente suelta, es decir, no agrupada, movilizar tantas personas organizadas demuestra un poderío y una diferencia cualitativa importante. Esto se acentúa más aún si comparamos lo que hizo Moyano con lo que podrían hacer cualquiera de sus adversarios en la interna de la CGT.
Justamente esto último nos permite entrar en las novedades que difundió como primicia el diario Tiempo Argentino el pasado domingo. Según sus fuentes, el Ministerio de Trabajo se apresta en estos días a avalar la impugnación presentada por el antimoyanismo donde se agrupan sectores muy diversos. Destacan por su peso específico Los Gordos:sindicatos con gran cantidad de afiliados que crecieron y ejercieron el dominio de la Central durante los ´90. También están los independientes donde se agrupan UPCN (estatales), Uocra (construcción), Obras Sanitarias, SMATA (mecánicos) y el sindicato del futuro candidato de este espacio: la UOM (metalúrgicos) conducida por Antonio Caló. Finalmente también forman parte de este espacio ex moyanistas como el taxista Omar Viviani y el líder de La Fraternidad (maquinistas de trenes), Omar Maturano.
“Si es como prevemos, se va a impugnar la reunión de Consejo Directivo y caerá el proceso electoral. Nosotros tenemos la mayoría y haríamos una convocatoria presidida por Juan Belén (actual secretario adjunto de la CGT) a partir de la que elaboraríamos un nuevo proceso electoral”, le dijo al diario Héctor Daer, del gremio de la Sanidad, integrante del secretariado y hermano del ex secretario general de la CGT en los ´90, Rodolfo Daer, uno de los que más apoyo dio a las políticas neoliberales del menemismo.
Históricamente, el Estado, a través de la Ley de Asociaciones Profesionales y de mecanismos de tipo informal, tiene una injerencia decisiva en la vida sindical. La decisión no saldría por ese camino, pero es una forma de echar más leña al fuego y de profundizar la pelea con Moyano, que usará este hecho para continuar denostando a sus rivales. Para los antimoyanistas, que celebrarán la medida, también es una marca de origen: si antes Moyano era el candidato del Gobierno, ahora son ellos los que reciben la bendición estatal. Muchos de estos son avalados luego de años de repudiar la política kirchnerista; además, el relato sobre el enfrentamiento con los ´90, que se golpea en varias ocasiones con la realidad, está vez más que golpe será una contradicción total.
Sin embargo, para los antimoyanistas esto generaría un impulso e inmediatamente convocarán un calendario electoral paralelo para la realización de un congreso de renovación de autoridades, diferente al del moyanismo, que pase lo que pase hará el suyo el 12 de julio en Ferro. De esta manera, la fractura de la CGT se convertirá en un hecho consumado.
Volviendo al paro y a la movilización: sí su debilidad estuvo dada por la representatividad, su fortaleza estuvo en la demostración del poder de fuego que le quedará al líder camionero y a su CGT en los próximos años. Y si es cierto que la tranquilidad cundió en los pasillos gubernamentales después del miércoles por el primer argumento, quizás en algún momento recuerden que si la cuestión se hubiera evaluado globalmente, las conclusiones podrían haber sido más abarcativas y sumar el segundo. En la política argentina, con su dinámica particular, oportunidades para ello no faltarán.