Por Cristian Peña, desde Porto Alegre. En el marco del Foro Social Temático-Porto Alegre 2012 y de la lucha del pueblo riojano en contra de la minería a cielo abierto, Marcha entrevistó a Mauricio Ramos, integrante de la Asociación Campesina del Valle de Cimitarra (ACVC), Colombia, quien analizó cómo se expresa el capitalismo extractivista en su versión colombiana.
¿Cuáles son las luchas que sostiene la ACVC?
Históricamente obedecemos a un objetivo fundamental que es la tenencia de la tierra y la defensa del territorio. No tiene sentido la existencia del campesino sin tener una relación directa con la tierra, sin ser parte de la tierra. Es su razón de vivir. El campesino no tiene sentido si no encuentra dónde trabajar, dónde producir sus alimentos. Ha sido su forma de vida histórica. Colombia, desafortunadamente, es uno de los países más atrasados en la distribución de sus tierras. Los campesinos somos los que tenemos el trabajo directo con la tierra y a su vez quienes tenemos menos acceso a ella. En este sentido, peleamos porque exista una política agraria que garantice que el campesinado en su conjunto tenga la tierra y garantías políticas, económicas y sociales para vivir dignamente.
¿Cómo se manifiesta el modelo extractivista de bienes comunes en Colombia? ¿Podés caracterizarlo?
Inicialmente, la expresión de este sistema predatorio se tradujo en la apropiación ilegítima de la tierra para el desarrollo de un modelo de ganadería extensiva. En los años 70 se conformaron grandes haciendas dedicadas al pastoreo y la ganadería, donde el campesino no tenía ningún tipo de relación más allá de ser obrero y/o peón. El Estado colombiano creó a los llamados “paramilitares” para amenazar, amedrentar y asesinar a campesinos. El objetivo: despojarlos de su tierra. Actualmente, con los acuerdos transnacionales, hay compromisos del Estado colombiano en relación con la implementación de monocultivo de palma, caña y caucho. Incluso otros productos que originariamente pueden ser concebidos como alimentos, no están enmarcados en la actividad alimentaria sino en la producción de combustibles. El entramado de los agro-combustibles es una de las líneas relacionadas directamente con la tierra. El objetivo de esta producción agrícola no es resolver el problema del hambre sino resolver la falta de combustible. Las multinacionales tienen un gran negocio en esa dirección. El otro aspecto es el minero-energético. Hay una política de expoliación y explotación de los recursos naturales a través de acuerdos con las multinacionales del oro, multinacionales del petróleo, multinacionales del carbón. Por lo tanto, lo que dificulta la extracción de esos recursos naturales es la presencia de los campesinos de los territorios. Por eso no avanzan acciones concretas del Estado que ofrezcan garantías al campesino, indígena, afro-descendiente, de mantenerse en sus territorios. Si estas acciones existieran, generarían dificultades a las multinacionales en la implementación del modelo agro-minero exportador. No hay un planteo serio por parte del gobierno para resolver la problemática de la tierra y el campesino. Hay una política de dilatación, una estrategia mediática donde se pretende convencer a la opinión pública de que hay intenciones de resolver el problema de la tierra. Esta construcción mediática contrasta con la firma del Tratado de Libre Comercio con EE.UU.
¿La ACVC tiene relación con otros actores políticos colombianos? En caso afirmativo, ¿cuál es la naturaleza de esta articulación?
A pesar de las vicisitudes y la complejidad de la lucha que llevamos adelante, el campesinado colombiano y los movimientos sociales populares estamos vivos. A pesar de que nos toca desarrollar la práctica política en un país que lleva los últimos 60 años en un proceso de guerra interna, creemos con firmeza que la historia del pueblo colombiano no será la guerra sin fin. Tenemos que construir una iniciativa que nos permita avanzar hacia una solución política del conflicto social y armado que vivimos como país. En este sentido, nuestra propuesta es la creación de un gran movimiento amplio integrado por trabajadores y gente humilde que ha vivido en carne propia las consecuencias de la guerra. Un movimiento que se proponga encontrar una salida política al conflicto social y armado. En ese camino, recogiendo el acumulado de la lucha histórica del pueblo colombiano, nosotros estamos proponiéndole a la sociedad colombiana la creación de un movimiento amplio, la construcción de un modelo de país donde podamos recoger la expresión e iniciativas de todas las fuerzas que existen en Colombia. Nos encontramos en la recta final del lanzamiento del Consejo Patriótico Nacional. Tenemos propuesto realizarlo el 21, 22 y 23 de abril de este año. Esta apuesta política es un proceso que nació de las movilizaciones de 2010, momento en que conmemoraron los 200 años de independencia del pueblo colombiano. Creemos que todavía no somos totalmente independientes. La gran apuesta del Consejo es configurar la segunda y definitiva independencia de Colombia.
La ACVC integra la Articulación de los Movimientos Sociales hacia el ALBA. ¿Cuál es la importancia de la integración continental en la coyuntura nacional colombiana?
Lo continental es clave, para nosotros es estratégico. La articulación de las luchas de los movimientos sociales es imprescindible. Todos los procesos que componen la Articulación ALBA están afectados por el mismo sistema imperante. Por eso es necesario avanzar desde los movimientos populares hacia un bloque de lucha que nos permita enfrentar, derrotar al modelo que afecta al conjunto de la sociedad continental. Para ello es clave juntar todas las energías. De lo contrario, avanzar hacia un estado diferente de cosas será complejo. Nuestro horizonte debe ser la construcción de una sociedad diferente, una sociedad de paz.