Por Juan Manuel De Stefano. En una noche inolvidable, Maidana derrotó a Adrien Broner y obtuvo el título mundial welter de la AMB en decisión unánime.
Fue lisa y llanamente una paliza, de principio a fin. Marcos Maidana (35-3-0; 31 KO) dio una verdadera exhibición de boxeo y derrotó al local, Adrien Broner (27-1-0, 22 KO) con una actuación convincente, demoledora e histórica. Se recibió de ídolo, sin ninguna duda. El Chino mantuvo su esencia pero se lo vio renovado en varios aspectos, fue el mismo pero distinto, mejorado por una preparación que fue impecable. Tal vez, entrenó como nunca en su vida y eso se notó en los 12 rounds disputados. Hizo su pelea, estuvo enfocado y le agregó una cintura notable, el jab de izquierda funcionó en todo momento y la táctica empleada fue la correcta.
El argentino se reinventó, si bien no estaba en un mal momento ni mucho menos, le costaba al santafesino dar el salto de calidad, ése que dio anoche de manera inobjetable. El plus que tanto se les pide a los deportistas en las grandes gestas que serán recordadas por y para siempre. Eso que separa a un buen boxeador de un grande, de una leyenda. Si algo había que anotarle en la columna del debe era precisamente eso, y la consagración llegó ante un rival de jerarquía, esa que ayer no tuvo.
Pero el oriundo de Margarita peleó ante todo y todos, se mantuvo tranquilo sin entrar en las provocaciones de su rival y, mucho menos, en la actitud lamentable del juez (Lawrence Cole) quien trató de inclinar la balanza con decisiones que rozaron lo vergonzoso. Fue torazo en rodeo ajeno y se metió de cabeza en la historia grande del boxeo argentino. Fue el combate de su vida. Broner llegaba con toda la parafernalia del marketing, de sus provocaciones, invicto y con unas condiciones que, en la previa, daban miedo.
“Se le terminarán las palabras arriba del ring”, había vaticinado Maidana: fue lo más polémico que se le pudo sacar. Él habla en el ring, con sus poderosos puños y su humildad de siempre. Un contrapunto importante con el estadounidense, dos perfiles opuestos. Desde el primer segundo de la pelea se notó la convicción del argentino, lo buscó, lo arrinconó a su rival. Tres primeros rounds ganados con claridad y con la prepotencia de los grandes. Una caída de Broner en el segundo, luego de dos zurdazos notables, decretó el rumbo del combate. Pero el ex campeón comenzó a equilibrar un poco en el cuarto y quinto, se paró mejor pero siempre maniatado por el andar triunfante de su rival.
Volvió Maidana a dominarlo todo y en el octavo lo encontró a Broner con una tripleta notable; izquierda a la cabeza, derecha al cuerpo y otro zurdazo arriba. Cayó el local nuevamente y Cole hizo todo lo posible para darle aire y tiempo de recuperación. Primero le sacó un punto a Maidana (que había conectado un leve cabezazo en la boca de Broner al no poder zafarse del agarrón de su rival) luego de una actuación lamentable del local, exagerando todo. El final fue a toda orquesta, con Broner aguantando y el Chino pegando y mostrando que físicamente estaba como nunca.
El temor por la decisión de los jurados se disipó al instante: triunfo unánime (115-110, 116-109 y 117-108) del argentino. Justicia, en su estado más puro para un boxeador que luchó y demostró que se puede aspirar a crecer, a mejorar y adquirir nuevos conocimientos. Eso es humildad, la que tienen los grandes, la que le sobró al Chino y le faltó a Broner.