Comenzó ayer la cumbre del G20 con chispas entre Europa y EEUU acerca de la crisis. Todos se complacen con la victoria del ajuste en las elecciones griegas y discuten los modelos económicos a usar para salir del pozo. De ahí, se irán a fundar el ‘capitalismo verde’.
Luego de Washington (2008), Londres (2009), Pittsburgh (2009), Toronto (2010), Seúl (2010) y Cannes (2011), el balneario mexicano de Los Cabos, Baja California Sur, fue el lugar elegido para dar inicio a la VII cumbre de presidentes del Grupo de los 20, o G20. Ayer, el presidente local recibió a las delegaciones de Alemania, Argentina, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. Las economías de estos veinte países, juntas, representan el 80% del Producto Bruto Interno mundial, y sus decisiones a nivel internacional resultan más que relevantes, especialmente en un contexto de crisis económica como el que se vive desde 2008.
Fueron precisamente estas turbulencias financieras las que llevaron al grupo de los 8 a ampliar la mesa redonda de los poderosos del mundo. Allí se discuten acuerdos que repercuten sobre la casi totalidad de la población humana, en un ámbito de capitalismo global.
Los ojos sobre Europa
“La elección de ayer (domingo) en Grecia supone una perspectiva positiva, no sólo para que formen un gobierno, sino también para que trabajen constructivamente con sus socios internacionales para que puedan continuar en la senda de la reforma”, afirmó antes del inicio de la cumbre el presidente estadounidense, Barack Obama. Como era de esperarse, las principales economías mundiales siguieron muy de cerca lo que sucedía en Atenas durante el fin de semana. La derrota de la izquierda radical en las elecciones griegas significó la confirmación del avance de las recetas neoliberales de ajuste y rescate, y un freno a la avanzada de soluciones más progresistas a la crisis. Ese parece ser el leit motiv de la cumbre: el sostenimiento de los métodos hasta aquí aplicados por las grandes economías centrales ante el avance de la crisis y el tirón de orejas a Europa, para que avance drásticamente en la recomposición de su sistema económico.
Sin embargo, no faltaron las rispideces acerca de este tema. “Francamente, no venimos a recibir lecciones de democracia o sobre cómo manejar la economía”, se quejó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. “Esta crisis se originó en América del Norte y buena parte de nuestro sector financiero se vio contaminado por, ¿cómo decirlo?, prácticas poco ortodoxas de algunos sectores del mercado financiero”, continuó Barroso. Esto surge a partir de la redacción del boceto de declaración final de la cumbre, donde se insta a Europa a “hacer todo lo posible” para resolver la crisis de deuda que sufren sus países miembros y la comunidad en conjunto.
Pero la crisis europea no será el único tema de discusión. Ayer se reunieron Obama y el presidente ruso Vladimir Putin para discutir posiciones sobre la situación de Siria. EE.UU. sigue en su férrea postura militarista contra el gobierno de Al Assad, algo que incomoda -y mucho- al mandatario ruso. Putin intenta generar una zona de influencia en Oriente medio y junto a China se opone a cualquier tipo de intervención internacional en el asunto.
Esta cumbre está signada por un escenario global bastante confuso y marcado por la crisis económica global. Con el ‘sueño japonés’ de los 90 ya destruido por los avatares comerciales de la isla (luego del tsunami y la crisis nuclear, la deuda pública japonesa alcanzó el 220% de su PBI); con los BRICs -Brasil, Rusia, India y China, es decir las principales economías emergentes a nivel mundial, las que debían configurar el mundo multipolar- que hoy resienten del fuerte retroceso económico marcado por la crisis global; con una Europa decadente, deshilachada por las internas políticas, que la llevan a gastar miles de millones de euros en rescates sin crecimiento; y con Estados Unidos en el umbral de nuevas elecciones federales, su nivel de pobreza en franco ascenso y sus títulos públicos en manos de China y Japón -quienes en algún momento deberán comenzar a venderlos para sostener su propio gallinero-; la composición político-económica mundial está en una tensa calma, intentando encontrar el equilibrio para que nadie pierda más de la cuenta.
En síntesis, el mundo en crisis se encuentra en México para encontrar una salida que contente a todos, sabiendo que eso será imposible. Las diferencias surgieron ya en las declaraciones previas a la cumbre, antesala de lo que será Río+20 en los próximos días, donde se rediscutirán los parámetros de acumulación de capital en relación al medio ambiente. Una serie de encuentros importantísimos, pero de los cuales, aún, no parece surgir nada claro.