Por Leandro Albani. Sexta escena del relato por entregas semanales.
-¿Qué te dijo?
-Eso, que tenía que hablar con nosotros. Nada más.
-¿Lo viste?
-No, no, me dijo por teléfono. No parecía raro, pero él siempre tiene esa voz de medio dormido.
-Andá a saber qué le pasó.
-Mirá, me parece que viene por el lado de Mariela, hace unos días me comentó algo pero por arriba. Nos cruzamos de casualidad en el subte, yo ya bajaba. Hablamos pavadas y cuando le pregunté por Mariela dijo “ahí vamos”, y eso me sonó raro. Le pregunté si les pasaba algo y me contestó que iban a cambiar algunas cositas. Eso dijo, “algunas cosita”, nada importante. En eso llegamos al Abasto y bajé. Él se iba para la casa.
Caminaban por la Plaza de los Dos Congresos. Las bandadas de palomas volaban hasta los árboles para después planear y caer sobre algunos niños que tenían las manos llenas de maíz.
-Me preocupa un poco, pero capaz es una boludez.
Cuando llegaron a Callao ambos sintieron que por un segundo cesaban los ruidos de autos, colectivos, motos y personas. Fue un silencio instantáneo, como una gota que cae sobre un ojo: se cierra y se abre en un flash imperceptible.
Se miraron y siguieron por Callao. A lo lejos escucharon una sirena mientras se acercaban al edificio donde trabajaba Patricio.