Por Victoria Caselles. La reciente denuncia de Lorena Martins, hija del ex funcionario de la SIDE Raúl Martins, agitó el avispero de un complejo entramado de complicidades en el negocio de las redes de trata para la explotación sexual.
La olla que se destapó implica a las cúpulas policiales y judiciales, llegando hasta el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, quien fue denunciado por la Fundación La Alameda por haber aceptado la transferencia de dinero de Martins para la última campaña política del PRO. Junto a esto, La Alameda difundió fotos que muestran al ingeniero involucrado con magnates de la prostitución y el negocio de la noche.
En el año 2010 Lydia Cacho, periodista y militante feminista mexicana, publicó un libro titulado “Esclavas del Poder, el viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas alrededor del mundo”. Allí se relata su investigación desarrollada en los prostíbulos regenteados por Martins y trascribe los relatos de las mujeres que se encontraban en el lugar.
Raúl Martins acuño la figura de un verdadero intocable, miembro de la SIDE entre 1974 y 1987, supo espiar y perseguir a personas que luego fueron torturadas o desaparecidas por la dictadura militar argentina. En los años noventa devino en hombre de negocios y que armó la noche de Buenos Aires, ocupándose del divertimento de los poderosos de la pizza y el champán, abriendo 11 establecimientos para el negocio de la prostitución.
Cuando el horno no estuvo más para bollos y el descontento social señalaba a los referentes de la corrupción, emprendió su viaje a México, donde se guareció desde 2002 a la fecha. Allí montó su negocio explotando a chicas menores de edad de varios países de Latinoamérica, entre ellas varias argentinas, todas secuestradas a través del engaño. Una vez en México se les retenía su documentación y eran puestas a disposición para la fiesta de empresarios, políticos y narcotraficantes de la zona. Esto logró hacerlo en connivencia con los poderes del país.
Este personaje está acusado de innumerables delitos: amenazas, agresiones, falsificación de instrumentos públicos, corrupción policial, proxenitismo, robo. En su libro, Lydia Cacho cuenta que es el primer sospechoso del asesinato de su yerno, novio de Lorena Martins, un hombre de descendencia noruega que en 2004 apareció asesinado en la zona de Cancún.
Este pez gordo de la prostitución se mueve con absoluta impunidad para mantener la ruta de la explotación sexual desde México hasta Buenos Aires. La trata de personas es el tercer negocio que más dinero mueve a escala mundial, cientos de mujeres y niñas desaparecen por año en nuestro país. Son sus propios familiares y las organizaciones sociales quienes denuncian esta situación. La complejidad de este problema radica en la connivencia de los proxenetas con los funcionarios del poder quienes canjean su mutismo cómplice por grandes montos de dinero.
En el 2010 la agente policial Nancy Miño denunció a Jorge Omar Fernández, el comisario que estuvo a cargo de la División Trata de Personas de la Policía Federal Argentina. Éste manejaba una asociación ilícita dedicada a coimear y plantar menores en los prostíbulos argentinos. Otra muestra que habilita a la sospecha es el destino que tuvo la denuncia realizada por Lorena Martins ante el Juzgado Federal y la UFASE, que terminó recayendo en el Juez Norberto Oyarbide, amigo del mismo Martins.
En Argentina, las fuerzas policiales forman parte de uno de los eslabones fundamentales en el sostenimiento de este negocio millonario. En este caso el salpicado es directamente el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Mauricio Macri deberá dar explicaciones sobre su relación con Martins y con la mafia de trata de personas.