Por Edgar Juncker y Francisco Longa. En esta segunda entrega, un recorrido por el conurbano norte: donde predominan las ‘urbanizaciones cerradas’ y las mega torres para viviendas de lujo, mientras que en los barrios populares la precarización del hábitat y el hacinamiento, es su cara inevitable.
Las torres de babel
La especulación inmobiliaria no se manifiesta solamente en la creación de barrios cerrados, asistimos a la proliferación de otro fenómeno en ascenso: las mega Torres. En la zona norte en general y en Vicente López en particular, este fenómeno está generando un fuerte proceso de privatización de la costa del río de la plata. Todo este proceso se inicia en el 2010, con el denominado proyecto del Vial Costero, que si bien no se llevó adelante tal como estaba contemplado en el proyecto inicial gracias a la fuerte resistencia de los vecinos, terminó por concretarse en una versión ‘moderada’.
Actualmente el vial costero es una avenida que unifica la Capital Federal con Vicente López, pero originariamente el proyecto contemplaba unificar hasta Tigre, como una alternativa a la autopista panamericana. A la vera del Vial Costero y como complemento de este proyecto, se está desarrollando el complejo “Al río” que, emulando a Puerto Madero, busca instalar torres, un Shopping con restaurantes de alta gama, casino, helipuerto, clínicas privadas, bancos privados, universidades privadas y torres de viviendas que están por fuera del tamaño que permite la legislación.
Solamente el centro comercial ocupará 16 hectáreas de las cuales 7 son publicas, y que fueron cedidas por el municipio al grupo de Carlos de Narváez “Ribera Desarrollos” por 30 años con opción a 10 años más; este negociado arrancó en el año 2004 con una sesión escandalosa en el Concejo Deliberante del municipio, donde a las 3 de la mañana de un 24 de diciembre 20 concejales oficialistas de la gestión del entonces intendente Enrique García, votaron modificar el código de ordenamiento urbano que impedía construir sobre esas tierras.
Marcha dialogó con los vecinos y vecinas organizados en la Asamblea Unidos por el Río:
-¿Cómo nace el espacio de ustedes?
Unidos por el río es un grupo de vecinos autoconvocados que se formo en el 2010 cuando comenzaron las obras del vial costero. A partir de febrero de 2010 empezó a funcionar en una asamblea horizontal, decidimos entre todos las cosas que se van a hacer.
-¿Qué actividades vienen realizando contra el vial costero?
Empezamos a tomar algunas medidas, muchas marchas, festivales, una gran movilización en Vicente López, que marcó un hito en la historia: muchos vecinos salieron a la calle y finalmente logramos hacer de ese primer proyecto que era una autopista, reducirlo a una calle. Después logramos que pongan semáforos, lomas de burro, que sea peatonal los fines de semana, que no pasen por un bosque de árboles que fueron plantados en memoria a los combatientes de Malvinas, estaba programado que el vial pase por ahí.
-¿Qué relación tiene el vial con los proyectos inmobiliarios?
Nosotros sabíamos que con la construcción del vial costero abrían la puerta a una monstruosidad inmobiliaria que es lo que quieren construir en la costa. Cabe aclarar que el shopping trae como correlato que necesita más energía, la construcción de un shopping puede afectar. Los que estamos más informados sabemos que las inundaciones no son porque sí, sino porque no paran de sacar plantas, verdes y poner cemento. Tener un shopping tiene sus consecuencias, viene de la mano de una subestación eléctrica. Hubo una audiencia publica y compañeros con estadísticas muy claras de los niveles de cáncer que hay producto de estas subestaciones.
-¿Cómo encara el municipio la cuestión de la tierra y la vivienda?
Es una política de Vicente López: al modificar el código de ordenamiento urbano, es todo edificio. Además un daño tremendo con las inundaciones, si se siguen haciendo mas cemento, más torres se va a complicar aun más. Y mientras tanto las escuelas desabastecidas, el hospital desabastecido. El dinero esta puesto en otro lado.
Resistencias y proyecciones
Como observamos, cada avance del negocio de la tierra, mientras habilita un beneficio para las familias pudientes que acceden a sus casas de lujo, genera expulsiones, desalojos e inundaciones para los sectores populares, quienes muchas veces habitan esos territorios desde mucho tiempo atrás.
Rescatar las hectáreas que aún quedan por lotear en la zona y aplicar una regulación que limite el avance del negocio inmobiliario parece ser el horizonte necesario para las mayorías que habitan en los municipios de la zona norte. Humedales, árboles y espacios verdes en general siguen corriendo el riesgo de ser cambiados por cemento y muros electrificados del cuál solo sacan provecho las minorías acomodadas.
Un nuevo enfoque de la tierra como derecho social podría implicar que se destinen las hectáreas que quedan para dos tipos de proyectos fundamentales para el desarrollo pleno de la población: los espacios verdes de esparcimiento y la construcción de viviendas populares para las grandes mayorías.