Por Sebastián Tafuro. Tras 15 días de intensa competencia, con récords que se batieron, figuras que descollaron, algunas decepciones y el anecdotario clásico de este tipo de eventos, se terminaron los Juegos Olímpicos Londres 2012. Habrá que esperar 4 años para un nuevo capítulo, mucho más cerca de las tierras donde escribimos esta nota: Río de Janeiro espera.
Como si la película se repitiera, el nadador estadounidense Michael Phelps y el atleta jamaiquino Usain Bolt fueron las grandes estrellas en la capital británica, tal como sucediera en Beijing 2008. El “tiburón de Baltimore” se anotó con 6 medallas (4 de ellas doradas) y se convirtió en el máximo ganador de la historia olímpica con un total de 22 (ya había conseguido 8 en Atenas 2004 y el mismo número hace 4 años). Lo del corredor se ubica en la misma línea de genialidad, además de su faceta histriónica que lo coloca en un lugar de mayor relevancia mediática que Phelps. Sacó un cuerpo de ventaja en los 100 metros libres, hizo el gestito de silencio mientras cruzaba la línea de llegada en los 200 metros y junto a 3 compatriotas batieron el récord mundial en la posta 4×100. Una verdadera bestia del atletismo, en el lapso que va de los 9 a los 36 segundos.
En cuanto a la disputa por el liderazgo en el medallero general, finalmente EEUU volvió al primer puesto y desbancó a China que, en su casa, se había colgado el título de número uno olímpico que no pudo volver a repetir. Vale recordar, de todas maneras, que el gigante asiático recién ganó su primera medalla en Juegos Olímpicos en 1984 y hace una década lleva adelante el Proyecto 119 para formar deportistas de elite, con el objetivo de convertirse en potencia, algo que está logrando a pasos acelerados. Y en deportes donde históricamente estaba a años luz de otros países, como el atletismo.
Con una actuación tremenda, aunque ubicada en la tradicional mejora de los locales respecto de otros Juegos, el último lugar del podio se lo llevó Gran Bretaña, mientras que Rusia terminó en el cuarto casillero. El Top Five lo completó Corea del Sur, aunque bastante lejos de los cuatro primeros en cantidad de medallas. De Latinoamérica y el Caribe, los mejores ubicados fueron Cuba en el puesto 15 y Jamaica (de la mano del gran Bolt) en el puesto 18. El caso de la pequeña isla socialista de 12 millones de habitantes no deja de sorprender. Sometida a un bloqueo feroz desde hace décadas por parte de la potencia norteamericana de al lado, demuestra en cada Juego Olímpico el significado de una política (general y deportiva en particular) basada en la planificación y el estímulo a cada ser humano que desea desarrollarse en una determinada disciplina. Se vuelve inexplicable sino el hecho de que esté encima, por ejemplo, de Brasil. Y eso que estamos describiendo la peor cosecha de medallas cubana (5 oros, 3 platas, 6 bronces) desde Montreal 1976 (6 oros, 4 platas, 3 bronces).
¿Y nosotros?
En cuanto a la delegación argentina, mucho es lo que se puede decir. En algunas miradas significará ver el vaso medio vacío, en otros el vaso medio lleno. Formalmente, terminó en el puesto 42 con una medalla de oro, una de plata y dos de bronce. La espectacular consagración de Sebastián Crismanich en la categoría de hasta 80 kilos en taekwondo fue el punto más alto de una actuación general con menor cantidad de medallas en relación con Beijing 2008 pero con mayor cantidad de diplomas, lo que hace presentir -debido a la diversificación de disciplinas donde se estuvo entre los 8 mejores y en ciertos casos arañando el podio- un panorama más alentador de cara a Río. Además de que la sumatoria entre medallas y diplomas da como resultado la mejor actuación argentina desde Helsinki 1952.
El hockey sobre césped femenino volvió a estar en el podio por cuarta vez consecutiva aunque sigue la cuenta pendiente del oro, una búsqueda que continuará sin Luciana Aymar pero con un recambio interesante, donde 12 de las 16 integrantes de este plantel debutaban en un Juego Olímpico. El caso del básquet, quizás el mejor equipo nacional del deporte que fuere a lo largo de la historia, es más complejo dado el posible retiro de varios de sus jugadores insignia -como Emanuel Ginóbili, Pablo Prigioni o Andrés Nocioni- y el hecho de que no parece existir una renovación a la altura de la Generación Dorada. No hubo medalla, pero “Los Longevos” (tal la nueva denominación) escribieron un nuevo capítulo de empatía con el pueblo argentino.
Un Juan Martín Del Potro extraordinario se quedó con un bronce muy valioso, más significativo a nivel individual -por esas demostraciones que ilusionan con el tandilense más arriba en el ranking de la ATP- que colectivo. El yachting, de la mano de la dupla Lucas Calabrese y Juan De La Fuente en la clase 470, se llevó el mismo metal que el tenista y por quinto juego consecutivo hizo podio, erigiéndose en una de las disciplinas más exitosas de nuestro deporte.
Respecto de los diplomas, el agua siguió dando satisfacciones: un cuarto puesto en remo y un quinto en canotaje. Pasa algo similar con los deportes de combate: dos judocas (entre ellos, Paula Pareto que había sido bronce en Beijing) y una taekwondista estuvieron en el Top 8. Además, Delpo y Gisela Dulko en dobles mixto, Yamil Peralta en boxeo, el vóley masculino, los muchachos del básquet, Federico Molinari en gimnasia artística y Germán Lauro en lanzamiento de bala completaron la cantidad de diplomas obtenidos, elevando el registro a 11.
Los dos últimos constituyen quizás las más gratas revelaciones -además de Crismanich- en dos disciplinas de altísima relevancia en el olimpismo (la gimnasia y el atletismo en términos generales) e históricamente adversas para nuestro país.
Antes de que la delegación partiera, Osvaldo Arsenio, el director nacional de Deportes, había enunciado estas palabras en una entrevista a un medio gráfico: “La inversión directa en clasificación, equipamiento deportivo y preparación de los deportistas ha sido la más importante en 60 años y podemos decir que unas doce disciplinas están en condiciones de alcanzar un diploma olímpico, situación que hace más de medio siglo no se daba. De todas ésas, cinco o seis podrán llegar a la lucha por una medalla”.
Evidentemente, el pronóstico de Arsenio estuvo ahí nomás de cumplirse, con lo cual desde esa perspectiva oficial previa no podría hablarse de un mal Londres 2012 para Argentina. Está claro, y los propios deportistas lo asumen, que la creación del ENARD a fines de 2009 ha sido un impulso significativo para ir superando las dificultades que antes tenían para desarrollarse con la mente enfocada única y exclusivamente en entrenar. Habrá que seguir profundizando en algunas áreas, distribuyendo mejor geográficamente la masa de recursos para potenciar el deporte en las distintas regiones y apuntar con todo a 2016, que es el objetivo central de las autoridades actuales y donde se espera que muchos deportistas -jóvenes y a los que se está siguiendo muy de cerca- puedan hacer honor a las expectativas que se depositarán en ellos. No vamos a ser potencia, pero se puede estar mejor.