Por Francisco Longa. De la devaluación de principio de año a la línea de largada electoral para 2015. Avances y retrocesos en un año de alto voltaje político que incluyó conflictividad, virajes y reacomodamientos. En esta tercera entrega, un análisis de las fuerzas de izquierda.
En las dos notas anteriores revisamos los escenarios de acuerdos y conflictos que encabezaron el bloque kirchnerista y la oposición conservadora durante 2014, dejando para 2015 un escenario donde la profundización de los aspectos más progresivos del gobierno quedan sitiados entre la continuidad sin cambio y el cambio sin continuidad. En esta tercera y última nota, un análisis de las fuerzas de la izquierda en el país.
El trotskismo aggiornado
La estrategia de la izquierda trotskista del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) este año fue clara: poner a las y los diputados provinciales y nacionales obtenidos luego de la buena elección de 2013 cercanos a los procesos de conflictividad social y política. En la mayoría de los conflictos sindicales, que principalmente afloraron en los territorios donde la industria automotriz hubo sembrado plantas distribuidoras y ensambladoras, tanto la militancia de base como los referentes del FIT depositaron sus principales esfuerzos. A la vez, el discurso empleado en esos conflictos pareció distanciarse de las consignas clásicas de otrora –donde primaban las alusiones directas al socialismo y al proletariado revolucionario- dejando paso a reivindicaciones más sectoriales y puntuales tales como el cese de despidos y suspensiones. Incluso la pertinente y ocurrente consigna desplegada a partir del conflicto de Lear: “familias en la calle Nunca Más”, demuestra que el trotskismo argentino viene tomando nota e intentando revertir una narrativa que históricamente lo ha alejado del público masivo. Esta particularidad ya había sido advertida durante 2013, cuando priorizaron una campaña electoral basada en reivindicaciones concretas –tales como la eliminación del impuesto al salario- frente a un modus proselitista sobre-ideologizado.
En el plano más político electoral, el cruce de acusaciones, difamaciones y descalificaciones entre las tres fuerzas que componen el FIT (el PO, el PTS e Izquierda Socialista), no ha cesado este año, ni siquiera en medio del fragor de las batallas gremiales que estos mismos agrupamientos estaban dando en conjunto. Tanto así que el final del año encontró a cada organización llevando a cabo actos en forma independiente y arrogándose en forma aislada la mayor representatividad de la clase trabajadora. En cada uno de esos actos, además, se impulsaron candidatos presidenciales para 2015, en una clara actitud de ‘marcación de cancha’ hacia dentro del FIT. No obstante, y esto también podría redundar en otro aprendizaje del trotskismo, todo parece indicar que hacia 2015 las diferencias entre los partidos en torno a las candidaturas será zanjada a partir del eterno método de la negociación interna y el espacio logrará mostrarse ante los electores como un bloque unificado.
Estos rasgos de ‘aggiornamiento’ del FIT, sumado a la nueva estrategia de acumulación del kirchnerismo –que deja a un sector más crítico por fuera de su representatividad- son en parte la explicación de aquella buena expresión electoral de 2013 la cual, aún tratándose del difícil terreno de las presidenciables, puede incluso mejorar en 2015. Varias encuestas sitúan a Altamira cerca de los 2 dígitos en intención de voto a presidente, guarismo más que considerable si tenemos en cuenta la historia electoral del pasado reciente en el trotskismo argentino. Por otro lado, la relevancia mediática de los métodos de acción directa desplegados por estos partidos en los conflictos antes mencionados: bloqueos a las fábricas y cortes reiterados de la Panamericana, podrían disminuir sus aspiraciones electorales, en virtud de la ofensiva mediática (y también gubernamental) que se ciñó sobre los trabajadores despedidos en dicho contexto.
Nuevos desafíos para la izquierda independiente
Finalmente, deseamos destacar la emergencia de un actor históricamente renuente a la participación electoral, pero que en los últimos tiempos ha comenzado a trazar un camino de acercamiento a ésta. Nos referimos al espacio de los movimientos sociales, principalmente de raigambre territorial, que afloraron hacia finales de los `90, se consolidaron post 2001 y sufrieron una profunda crisis política en el marco de la consolidación del proyecto kirchnerista y de la re legitimación de las instituciones estatales que trajo aparejada dicha consolidación.
En los últimos tiempos, y como tratamiento respecto de la crisis interna, los movimientos han avanzado posiciones en terrenos que les eran históricamente hostiles, como en el campo de la lucha gremial en el sector privado, o como en el sector rural. La presencia de estos movimientos se notó con fuerza en conflictos sindicales en la Ciudad de Buenos Aires –principalmente en el campo de los Estatales- así como en algunos conflictos del sector privado, tales como el de la fábrica de trenes y colectivos Tatsa-Emfer.
En lo que refiere al esquivo plano electoral, hoy la totalidad de los agrupamientos de envergadura que se identifican dentro de este espacio de movimientos sociales (también referido como espacio de la Nueva Izquierda o de la Izquierda Independiente) se han definido por la participación electoral. Desde el Frente Popular Darío Santillán, hasta Patria Grande, pasando por agrupamientos como el FPDS-Corriente Nacional, el Movimiento Popular La Dignidad o los núcleos políticos cercanos a la Corriente La Brecha, comienzan a plantear la necesidad de que estos acumulados políticos comiencen a abordar la disputa electoral, con perfil propio. Algunas de estas organizaciones ya hicieron sus primeras armas en este terreno en 2013, como en el caso del frente Ciudad Futura de Rosario, compuesto por el Movimiento 26 de Junio –FPDS- y el Movimiento Giros, o como Camino Popular, alianza entre Marea Popular y Unidad Popular de Claudio Lozano.
No obstante, a diferencia del trotskismo, los matices entre las fuerzas mencionadas impiden alcanzar un horizonte de confluencia electoral, trazando recorridos independientes uno de otros. Incluso dentro de las organizaciones de la izquierda independiente, algunos agrupamientos que asumen recientemente la disputa electoral sostienen que dicha contienda debería darse en el marco del FIT; así, es evidente que el escenario electoral de los movimientos sociales está jalonado entre tendencias o bien cercanas a los armados electorales históricos de la CTA, o bien afines al trotskismo; otros movimientos plantean que en el camino electoral debe primar el perfil propio, al margen de la posibilidad de establecer alianzas locales con cualquiera de los dos espacios mencionados anteriormente. La capacidad de trascender esta dicotomía, sin caer en un mero papel testimonial, forma parte de los desafíos más interesantes y complejos de un campo de la izquierda que asume nuevos desafíos.
Los caminos de 2015
Recapitulando las orientaciones principales que fueron presentadas en estas tres notas de balance anual de 2014 y de proyecciones para 2015, el escenario continúa manteniendo un actor central, con capacidad inapelable de iniciativa política: se trata sin duda del bloque kirchnerista. No obstante, sus porosas fronteras abren el escenario a un cambio conservador, con visos de continuidad, encarnado en la figura de Daniel Scioli. La ocupación de posiciones institucionales dentro del gabinete sciolista como contrapartida por el apoyo político, sería el reaseguro del kirchnerismo puro, en función de continuar una acumulación que se piensa mucho más allá de 2015. No obstante, en la medida que Scioli no logre ganar en primera vuelta y en la segunda vuelta la embestida mediática logre aunar las voluntades de los electorados de Massa y Macri, la estrategia kirchnerista deberá recalcularse, ahora con varios pies fuera del Estado.
Al campo de la izquierda trotskista -incapaz de gravitar en el resultado presidencial- le espera no obstante un crecimiento electoral, que incluso le permita avanzar en casilleros históricos, como lo sería ganar la capital de Salta, opción que aparece como cercana en función de la buena intención de votos de que goza el FIT en dicha provincia. En lo que respecta a la izquierda independiente, este año seguramente seguirá encontrándola en la consolidación de la lucha social y sindical. En el plano electoral, es de esperar que 2015 sea un año de ensayos y aproximaciones a un terreno adverso, que de a poco deberá transformarse en una trinchera más de intervención.
Notas relacionadas:
El año político: del cambio con continuidad y de la continuidad sin cambio (II)
El año político: del cambio con continuidad y de la continuidad sin cambio (I)