Por Guido Turdera. Crónica sobre el encuentro con Hugo López en la Cooperativa
de Trabajo de La Vaca-MU. Ex internado y activista del Borda, integrante de la radio La
Colifata, cantautor y redactor en La Vaca, se define como un colifato: una persona que
cree que todos tenemos que ser felices.
Arriba: luces tenues amarillas, blancas o rosas. Atrás: libros ordenados en cajones de verduras, periódicos colgados y revistas. A los costados: vestidos tendidos sobre largas perchas. Abajo: escenario de madera. Al frente: unas veinte personas escuchando atentas y tomando nota. En el medio de todo esto: Hugo López.
¿Y quién es Hugo López?
Muchas cosas. Es camisa gris, es pantalón oscuro, es anteojos de marco ancho, es
78 años y está sentado ahí, en el medio de todo esto, frente a nosotros. Es un colifato,
que quiere decir “persona que cree que todos tenemos que ser felices”. Fue trabajador
gráfico en una imprenta en los 50, actuó de Napoleón en alguna película, lo internaron
en el Borda, conoció a Quinquela Martín, le hubiese gustado estudiar música, viajó a
Italia sin dinero por tres meses, tuvo una novia paraguaya que cantaba luego del sexo,
su día mas importante en la vida fue el día en que nació, grabó un disco, vivió en Parque
Chacabuco, integró el Frente de Artistas del Borda, tuvo una reunión con Cristina Kirchner
y actualmente vive en su Avellaneda natal.
¿Y quién es Hugo López?
Una vida y un pensamiento dignos de recorrer. Un delirante que nos obliga con sus
palabras -a estas veinte personas escuchando atentas y tomando nota- a reelaborar los
parámetros de la locura. “Prefiero ser un viejo loco y no un viejo pelotudo” le contestó al
médico cuando le preguntó si quería más psicofármacos para controlar sus delirios.
¿Y quién es Hugo López?
Uno de los referentes de Radio La Colifata, el “hombre de La Vaca” dice en
alusión a la cooperativa de trabajo que edita el periódico MU. Nos habla de filosofía: dice
que los derechos humanos no deberían ser comerciables, que la educación, que el arte,
que la ciencia o que la medicina no se deberían comprar y vender. Nos habla de política:
dice que la desmanicomialización no tiene nada que ver con cerrar los manicomios: lo que
pasa ahora en el Borda es que están buscando hacer un negocio inmobiliario. Y habla de Macri y de los legisladores del kirchnerismo. “La Presidenta me pareció sincera” afirma, por la reunión que tuvieron. Hablaron de la minería a cielo abierto y de muchas cosas más. Hay para criticar, sostiene, pero cuidado: “va a venir la ultraderecha que va a ser peor”. También nos habla de la vida misma: cuando viajó a Europa con La Colifata, lloraba de la emoción al ver las maravillas que habían allá. Habla de la ley de salud mental, habla de la ley de medios, dice que uno profesor le dijo que “los medios son mas poderosos que la bomba atómica”. Habla como un experto sobre todo. “El hombre normal nos está destruyendo a nosotros y nosotros queremos vivir: hay que pararlo”. Estas veinte personas siguen escuchando atentas y siguen tomando nota. De vez en cuando ríen con las palabras de Hugo López -tal vez porque la verdad incomoda y porque los locos siempre dicen la verdad, dicen-. Explica que la revolución tiene que ser con el pensamiento y no con la violencia. Que por lo menos hay que tener dignidad de vida, comer bien, “buen vino”, tener una buena vivienda, “agua caliente”, medicina y “no andar con pastillas para todo”. Y sentencia: “si tenés algo por qué vivir te sentís mejor, aunque sea un delirio”.
¿Y quién es Hugo López?
Un golpecito a la conciencia. Ese que te dice “¡eu! acordate de ésto, eh” cuando
vamos en esos autitos chocadores que van para todos lados y para ninguno. La entrevista
terminó. Esas veinte personas que escuchaban atentas y tomaban nota ya no escucharon
más ni siguieron escribiendo. Ahora resta ver si cada uno de nosotros se detiene un
momento en el medio de todo esto y se acuerda un poco más de quién es Hugo López.