Por Diego Fina. En el encuentro de ida de las semifinales de la Champions League el Bayern Munich borró de la cancha al Barcelona con un contundente 4 a 0 en Alemania. Un resultado inesperado no sólo desde los números sino también en el desarrollo del juego que dejó en jaque a Messi y compañía.
El 23 de abril del 2013 será recordado como aquel día en el cual el probablemente mejor equipo de todos los tiempos pareció un conjunto terrenal. No fue por casualidad; enfrente tuvo a la determinación alemana en su máxima expresión, dejando sin efecto y desactivando el vistoso juego catalán como nunca se vio. Los goles fueron obra de Thomas Müller (en dos oportunidades), Mario Gómez y Arjen Robben.
Pese a la supremacía que supo marcar el Barcelona en los últimos años, pronosticar una victoria del Bayern no era una idea descabellada teniendo en cuenta el presente de ambos equipos. Lo que si nadie podía imaginar era semejante superioridad de los bávaros, quienes llegaban consagrándose campeones dela Bundesligaa cuatro fechas de su culminación y con el recuerdo todavía fresco de aquella dramática final de Champions perdida a domicilio ante el Chelsea el año pasado. Pero lo cierto es que los dirigidos por Jupp Heynckes hace ya tiempo se vienen gestando como uno de los más poderosos de Europa en base a un rendimiento sostenido y exitoso. El Barça por su parte, pese a liderar el torneo de su país con holgura, dejaba entrever un bajón en el rendimiento colectivo y también individual, evidenciado ante el Milan en Italia y en ambos encuentros con el Paris Saint-Germain, aunque siempre respetando un estilo único e inigualable de toque, tenencia del balón y clase.
Esta vez el cerca del 65 por ciento de posesión blaugrana no tuvo relación directa con el desarrollo del juego, ya que nunca supo qué hacer con ella, no encontró los caminos y careció de vértigo y llegada al gol. Por lo contrario, el que manejo las acciones de principio a fin fue el elenco local, con inteligencia, precisión, velocidad, vértigo, juego en equipo, orden y contundencia, de la mano (los pies) del inagotable Bastian Schweinsteiger, un fuera de serie y el emblema. Lo extraño es que pese a no tener la necesidad de cambiar, el Bayern va más allá con la contratación para la conducción técnica nada menos que de Pep Guardiola y de la joven figura del Borussia Dortmund Mario Götze por 48 millones de dólares, con la intención de marcar definitivamente una época dorada.
El Barcelona se vio desbordado defensivamente, padeciendo las ausencias de Javier Mascherano y Carles Puyol, ausentes por suspensión y lesión respectivamente. Por otro lado Xavi Hernández no pudo hacerse dueño y se vio constantemente presionado, al igual que Andrés Iniesta y Lionel Messi, quien tuvo un deslucido encuentro mostrando a las claras que no estaba todavía recuperado de su reciente lesión. Leo jugó porque es Messi, sino debería haber estado ausente. Pero esta vez ni siquiera el mejor de todos pudo contagiar a sus compañeros. De todas maneras sería arriesgado y erróneo dar por terminado un ciclo ante la probable eliminación, en especial teniendo en Iniesta y Messi mucho tiempo más de plenitud y con una escuela de fútbol que no se negocia, aunque una renovación también sería oportuna para cambiar el aire en un proceso que lógicamente siente el desgaste de tantos años celebres.
Pese a que todavía restan noventa minutos donde los catalanes sin duda darán pelea, resulta muy difícil imaginar una hazaña del equipo de Tito Vilanova para dar vuelta el resultado en el Camp Nou. De hecho, desde que deciden los goles de visitante jamás se remontó un4 a0 en toda la historia de las competencias europeas. Hoy sólo queda rendirse ante el espectáculo futbolístico del Bayern Múnich, que definitivamente se postula como serio candidato a quedarse conla Champions League.