Por Gabriel Casas
Aunque creamos que es de menor importancia –de hecho, lo es claramente–hay otra elección que también le quita el sueño a los candidatos presidenciales que todos vemos y escuchamos hasta el hartazgo por estos días de octubre (que no es oktubre, aunque ellos lo viven como tal) que es la del por el sillón de la Asociación del Fútbol Argentino.
A ver, para algún/a desprevenid@ se la hago corta (no la bocha): Luis Segura –actual mandamás de la AFA en la teoría– y el empresario mediático Marcelo Tinelli son los dos candidatos que competirán en diciembre o en marzo del año próximo, algo que resta definirse, por el legado del finado Julio Grondona, el corrupto ladrón de guante blanco que manejó a su antojo durante más de treinta años esa organización que hizo un negocio muy rentable por izquierda para ellos (los dirigentes) alrededor de la pelota y los verdaderos protagonistas.
Será la primera elección en casi cuarenta años en la que no estará el apellido Grondona. Alguien que había sobrevivido a la dictadura militar, al radicalismo, al peronismo, hasta a la alianza, pero aunque llegamos a dudarlo, no pudo sobrevivir a la ley de la muerte. Fue socio de todos, hasta del Grupo Clarín durante muchos años, e hizo una carrera desde su ferretería hasta la vicepresidencia de la FIFA – gracias al negocio del fútbol, una de las grandes cuevas de ladrones del planeta–. A Don Julio le encantaba jactarse con eso de: vicepresidente del mundo.
Históricamente, los gobiernos de los países donde el fútbol puede manejar el humor de una gran parte de la sociedad, lo utilizaron para su beneficio. Entonces, no está en juego un puesto así nomás. Por eso, Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, una vez que pase la contienda grande, dedicarán su energía a jugar fuertemente. Por algo, los tres fueron a bailar con sus esposas, casi sin vergüenza, al programa de Tinelli –el de mayor rating del país– en el puntapié inicial de sus campañas. Incluso, ahí mismo Massa llegó a prometerle que si él llegaba a la presidencia, el conductor tendría asegurado su sillón en la AFA. Como si no fueran necesarios los votos de los clubes del fútbol argentino.
O que Macri haya tenido que dar marcha atrás en su idea original (de naturaleza diría) de que no siguiera Fútbol para Todos –que nació de la traición de Grondona a Clarín, vendiéndose como socio al kirchnerismo– en el manejo del Estado. O que Scioli, un menemista recargado desde hace doce años, como su deporte era la motonaútica, todavía no decida a quién le dará el manejo de FPT, un lugar donde desde la pauta publicitaria el oficialismo puede mostrar sus logros de gobierno hasta el cansancio.
Por eso, también la decisión de Scioli, acatada por Segura y sus aladides, de que vuelva el público visitante, en contados partidos por fecha, antes de las elecciones. En realidad, como la capacidad es muy limitada, los que regresan son las barras bravas (ellos no tienen ninguna restricción de ningún partido político) y unos miles de hinchas que pueden comprar su entrada. Al cambiar de mando el Gobierno, hasta los trabajadores de FPT no saben, ni tienen asegurada su continuidad laboral para el año próximo.
Tinelli es socio de Cristóbal López, empresario de los medios (C5N, Radio 10, etc) afín al oficialismo, por eso tendría el apoyo de Scioli (a quien le cuesta una enormidad jugarse abiertamente por alguien) y de Massa, ya que su pago chico en el fútbol, el club Tigre, iría con él. En cambio, Segura tiene detrás suyo el sostén del agua y del aceite, o sea de Macri y Hugo Moyano. Un matrimonio político que nadie en sus cabales podría imaginárselo hace un tiempo atrás. El presidente de Boca, Daniel Angelici –riñón de Macri–, que va por su reeleción, ya adelantó que votará a Segura.
¿No estaría bueno que los dirigentes de cada club consultaran a sus socios –en un plebiscito no obligatorio– a quién desean como mandamás del fútbol argentino? Y que ese voto de la mayoría sea el que lleven a la elección en la AFA. Pero no seamos ingenuos, la democracia es algo que se acaba con la votación que elige a un presidente en cada institución. Después cada dirigente decide lo que más le conviene a sus intereses, que muchas veces van en contrario de lo que quieren los socios de sus clubes. Aunque mientan diciendo que siempre respetan eso.
Tinelli quiere llevar su modelo de negocios empresariales al predio de Ezeiza. Por eso en su exposición de propuestas, arranca siempre hablando de renegociar mundialmente los contratos de la Selección Argentina. Después en lo deportivo, quiere imitar los negocios de la UEFA (Unión Europea de Fútbol) en sus torneos.
Segura quiere mantener los chanchuyos que hacía con su mentor y para que no salten a la luz el modus operandi de los mismos negociados que le explotaron en la cara a la FIFA. Si Grondona estuviera vivo, estaría preso como lo están varios de los dirigentes mundiales del ente máximo de la redonda.
Tanto Tinelli como Segura tienen palabras de agradecimiento hacia El Padrino de los dirigentes de nuestro bendito fútbol (que no tiene nada que ver con los usurpadores de la pasión popular). O sea, que esta votación será entre dos modelos similares, pero que sólo cambia en el discurso. Puro maquillaje. La opción Tinelli es cambiar para que nada cambie. Y la opción Segura, es directamente que nada cambie.