Por Andrea Sosa Alfonzo. Wissoc, Del Prieto y Amor parecen nombres de jugadores de tenis. Pero son trabajadores de la línea 135 despedidos y golpeados por una patota del sindicato en concordancia con el Grupo DOTA, dueño de la línea.
La crisis en el transporte, los conflictos gremiales en donde las patotas están a la orden del día y la precarización de los trabajadores en la Argentina, tiene día a día un nuevo capítulo. Así como ocurrió con la línea 60, los 120 trabajadores de la línea 135 resisten a la presión de la patronal y su patota de la Unión Tranviarios Automotor (UTA). El pasado 7 de agosto el chofer de colectivos de la empresa del grupo DOTA, Marcelo Wissoc, fue golpeado por Omar Laprida, un integrante de la patota dirigida por el delegado de la UTA Leovino Rodríguez, bajo la orden del jefe de personal de la empresa.
El puntapié de las agresiones fue un volante en reclamo de mejoras laborales distribuido por Wissoc entre sus compañeros. La línea es del grupo DOTA y la agresión ocurrió dentro de la empresa, en la cabecera de la línea 146, lo cual denota un amparo poco simbólico por parte de la empresa en cubrir estos hechos de violación y agresión a los derechos de los trabajadores. No es la primera vez que suceden hechos de estas características en la mencionada línea, ya que el año pasado otro de los choferes despedidos, Germán Amor, en lucha por su mejora salarial, también fue brutalmente agredido por la misma patota.
“Deja de hacer rosca” había sido la amenaza que recibió Wissoc previo a la golpiza. Por otra parte, las patotas gremiales lo tenían fichado por haber participado como testigo en el caso de Luciano Del Percio, otro chofer que había sido recientemente despedido por impulsar reclamos laborales, brutalmente atacado y luego condenado al despido por hacer valer sus derechos como trabajador. Del Percio había sido testigo a su vez, de Germán Amor, el chofer despedido por impulsar reclamos laborales y posteriormente atacado por la misma patota encargada de desestimar cualquier voluntad de reclamo legítimo por parte de los que trabajan en la línea 135.
En un comunicado de prensa, la Corriente Político Sindical Rompiendo Cadenas denunció y repudió “la agresión sufrida por el chofer de colectivos de la empresa 135 del grupo DOTA Marcelo Wissoc” y además reafirmó la denuncia “por la política de amedrentamiento que lleva adelante esta patota al servicio de la patronal, por lo que responsabilizamos a la empresa DOTA por estos hechos y cualquier nuevo episodio que pueda atentar contra la integridad física de Wissoc o cualquier otro trabajador que se anime a reclamar por condiciones dignas de trabajo”.
Marcha entrevistó a Luciano Del Percio para conocer cómo se dieron los episodios de violencia ejecutados por las patotas gremiales en la línea 135. Desde hace cuatro años, Del Percio recibe amenazas por parte de la patota gremial de la línea bajo la aprobación de la empresa con métodos mafiosos, que además parecen gozar de cierta impunidad, ya que los casos de trabajadores golpeados se suman día a día. “Mandaban cartas a mi casa, las tengo todas con fechas. Cada vez que mostrabas el descontento con la política basura que tienen, generan apriete para que frenes” declaró.
El Grupo Dota, que junto con el Grupo Plaza monopolizan el sector, poseen alrededor de cuarenta líneas de colectivos, entre ellas la línea 60 protagonista de los reclamos de los trabajadores de colectivos hace un tiempo atrás, por impedir el avance de la empresa atentando contra las conquistas obtenidas por sus trabajadores acumuladas en años de lucha junto con la comisión interna de la línea.
El Grupo DOTA, precariza, desinvierte y se lleva los subisidios del Ministerio de Interior y Transporte de la Nación sin realizar las inversiones en unidades a las que está obligado. Del Percio reveló que la línea 135 “en vez de poner 60 bondis, pone 40. Hemos trabajado así, si te quejás y te enganchan adelantado o atrasado, te suspenden; esa es la metodología que utiliza el empresario” pero el subsidio lo cobran por 60 unidades.
El sistema de transporte en la ciudad y el conurbano colapsa. Todos los días miles y miles de personas viajan ida y vuelta hacia sus lugares de trabajo en condiciones de hacinamiento. Sin embargo, la respuesta del usuario en el peor de los casos, es hacia el chofer, otro trabajador y casi nunca hacia las empresas, que en todo caso son las que prestan un servicio insano y estafador.
“El pasajero se queja, vos vas lleno hasta que le explicas y renegas, pero mucha gente no te entiende que es el empresario el responsable de la frecuencia. Cuando yo empecé, la frecuencia era entre 3 y 6 minutos, y en horas pico de 2 o 3 minutos. Ahora es de 6 minutos en cualquier horario” denunció.
El pasado julio, el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo precisó que las empresas de colectivos recibieron en el primer semestre un total de $7.758 millones de pesos, un equivalente al 89% del total anual presupuestado para el 2012. De dicha suma, el 73% fue a parar a los servicios que se prestan en Capital Federal, el Conurbano y la Provincia de Buenos Aires. La empresa Plaza está tercera en la escala de las que más cobraron con $38,2 millones en las líneas de Capital, mientras que está primero en el ranking de Provincia de Buenos Aires con $140 millones y lo sigue el Grupo DOTA con $84 millones.
Del Percio denunció a Marcha que cuando salió el caso de Germán Amor, “ya habían ocurrido otros casos que no llegaron a juicio porque tuvieron actitudes más sumisas. Cuando pasó lo de German, él todavía estaba trabajando cuando hago las primeras denuncias”. Amor, tenía relación con los trabajadores de la línea 60 y una actitud de militancia en la pelea por sus derechos. Lo echaron después de atacarlo físicamente con indemnización mediante, por supuesto, el pago en un marco de legalidad. La respuesta ante la defensa de Del Percio como siempre, fueron las amenazas. “Que cuidara a mi familia, que me fijara que iba a hacer”. Y si no te mandan a “los perros” que transan con los empresarios y las misivas siempre son “baja un cambio”.
Salir de testigo, es casi tan riesgoso como pelearla desde adentro todos los días. Por miedo “los compañeros dejaron de saludarme como si fuera sarnoso” enuncia con cierto desconcierto Del Percio. La sarna pica y a Del Percio lo terminan echando por Epicondilitis, que es la enfermedad del tenista. El tenista del asfalto. El médico laboral luego de negarse a atenderlo, no lo justifica y la empresa lo termina echando “por exclusiva culpa mía” dice Del Percio, sin tratamiento médico, ni sueldo, ni cuenta bancaria. Lo echaron estando enfermo. Punto. Después, telegrama.
Marcelo Wissoc le salió de testigo a Del Percio, y dejó volantes comentando los problemas internos en la empresa y la violencia hacia los trabajadores, impulsando la organización como método de lucha. Le dijeron que iba a terminar en un zanjón, después trompada en la cara y en todo el cuerpo, “si me denuncias, te arrepentís”. Germán Amor, había recibido la visita de la patota, arma de fuego y culatazo en la cabeza, las recepcionistas que lo vieron hoy están desempleadas, motivos por los cuales a Del Percio, testigo y declarante, lo cambian de horario, y finalmente pierde el trabajo en el juego sucio del tenista, que no es más que el juego individual del poderoso de sacarle el mejor rédito al partido.
Mientras filmaba Match Ponit, Woody Allen declaró “en un partido de tenis, la pelota golpea en lo alto de la red; durante un cuarto de segundo, puede caer hacia uno u otro lado. Con un poco de suerte rebota en el que te conviene y ganas el partido. Pero también puede caer de tu lado, y entonces pierdes” Como si fuera una cuestión del azar esto de trabajar en el transporte, más que una cuestión de dignidad.